La historia de Karyna, la mujer acusada de montar una red de estafas vinculada a supuestos pasajes aéreos de la aerolínea Iberia, dejó un tendal de víctimas en distintos puntos del país. Durante meses, habría logrado atraer a cientos de clientes con la promesa de boletos internacionales a precios “exclusivos”, y alegaba que provenían de beneficios internos para empleados de la compañía aérea.
El ardid parecía sólido: los primeros viajes se concretaban sin inconvenientes, lo que generaba una cadena de recomendaciones entre conocidos y familiares. Pero detrás de esa fachada se escondía un engaño calculado que, una vez descubierto, se convirtió en un escándalo y que dejó en tierra a cientos de pasajeros.
Desde Iberia aseguraron a LA NACION que no tenían conocimiento alguno de esta maniobra fraudulenta hasta que el caso estalló en las redes sociales. La aerolínea indicó que ya iniciaron una investigación interna para esclarecer los hechos y deslindar responsabilidades.
El modus operandi: seducción, confianza y pagos en efectivo
Karyna construyó una imagen de “confiabilidad” ofreciendo pasajes a valores llamativamente más bajos que los del mercado, aunque sin emitir comprobantes oficiales. Aseguraba que los boletos provenían de los cupos de cortesía que Iberia entregaba a su personal con más de 12 años de antigüedad.
En este sistema, las víctimas pagaban por adelantado, muchas veces en efectivo y en el domicilio de Karyna, mientras ella prometía enviar los tickets entre siete y tres días antes de cada vuelo. En algunos casos, incluso entregó documentos falsos para reforzar su engaño, lo que generó una sensación de legalidad en operaciones que superaron los US$300.000 en total, según estimaciones de los damnificados.
El fraude comenzó a salir a la luz cuando, a mediados de julio, varias personas que tenían viajes programados dejaron de recibir respuesta de Karyna.
Los mensajes dejaron de llegar, los boletos nunca aparecieron y los clientes comenzaron a darse cuenta de que habían sido estafados.
Al intentar ubicarla, se encontraron con que la mujer había sufrido un supuesto intento de suicidio y estaba internada en terapia intensiva, lo que sumó incertidumbre entre las víctimas. Sin embargo, para las víctimas la situación es clara: “Nos engañó, nos quitó los ahorros y arruinó nuestros planes. Queremos justicia y la devolución del dinero”, reclamaron varios afectados en diálogo con LA NACION.
Las víctimas
A.T., una de las personas estafadas por Karyna, relató a LA NACION que fue engañada y perdió los ahorros que había destinado para su viaje a España. Su relato, cargado de indignación y desconcierto, aporta detalles claves sobre el modus operandi de la presunta estafadora.
“Karyna ya había vendido pasajes con éxito a mis amigos y familiares. Un familiar me la presentó, me dijo que era de confianza, y no dudé en comprarle. Adquirí un pasaje ida y vuelta a Madrid por USD 1100. Nunca me dio un comprobante. Me prometió enviarlo más tarde, pero jamás lo hizo. El pago lo realicé por transferencia a una cuenta de su secretaria. La secretaria y la niñera no son la misma persona”, explicó A.T., en diálogo con este medio.
A.T. manifestó a LA NACION que el modus operandi era parecido al de una estafa ponzi. Las primeras personas que compraron los pasajes no tuvieron problemas entonces recomendaban a otras personas y esas a otras personas. Pagaba los pasajes del presente con las personas del futuro.
Karyna se presentaba como una persona con contactos en la aerolínea Iberia, ofreciendo pasajes “confirmados” que supuestamente provenían de beneficios para empleados de la compañía a diferencia de los que se obtenían en lista de espera—, que según su versión eran exclusivos para empleados con más de 12 años de antigüedad. “Los empleados tienen que pagar entre 300 o 400 euros en impuestos, porque son boletos confirmados, y te los venden a USD 1200 cada pasaje”, relató A.T. a LA NACION. Estos pasajes incluían equipaje en bodega de 23 kilos y carry on de 9 kilos. “Ella explicaba que teníamos que darle la fecha de vuelo máximo con 50 días de antelación y que el sistema de Iberia generaba el código especial de emisión para cada empleado una semana antes del viaje, y que no se podía elegir el horario exacto del vuelo porque dependía de la disponibilidad. El boleto supuestamente lo enviaba por WhatsApp junto al código de reserva, pero ni yo ni mis allegados recibimos un ticket válido”, agregó A.T, quien supone que por la envergadura de la estafa es muy probable que no haya trabajado sola.
Al principio, el esquema parecía confiable porque varias personas de su entorno lograron viajar. “Uno de mis familiares transfirió dinero a una agencia con la que Karyna decía trabajar, y esa persona recibió el pasaje sin problemas. Pero algo se rompió en la cadena. Ni yo ni mis allegados recibimos un ticket válido. Entre todos perdimos US$4400”, denunció.
A.T. reveló que el martes 22 de julio se confirmó lo que sospechaban: nadie de los que debía viajar ese fin de semana pudo hacerlo. “Ahí nos enteramos de que Karyna había intentado quitarse la vida. Empezamos a atar cabos; descubrimos que muchas personas también habían sido estafadas. Se calcula que el fraude, entre todas las víctimas, asciende a US$320.000”, señaló en diálogo con este medio.
La víctima aseguró que el comportamiento de Karyna era cada vez más errático. “Cuando uno le hacía preguntas sobre la operación, respondía mal o de forma apurada. Decía: ‘Yo no busco clientes, ellos me buscan a mí. El sistema es así, si te gusta avanzamos y si no, no pasa nada’. Fue muy difícil darse cuenta de que todo era un engaño, porque parecía real”, dijo con bronca.
Actualmente, A.T. enfrenta la frustración de haber perdido su dinero y su viaje. “No tengo los medios para comprar otro pasaje. Estoy intentando que el banco reconozca la estafa y me devuelva algo. Es un momento de mucha angustia. Nunca imaginé que me iba a ver atrapada en algo así. Esta experiencia me dejó una lección: solo hay que comprar pasajes en medios oficiales, o agencias de viaje certificadas y con comprobantes claros”, recomendó.
A.T. adelantó en diálogo con LA NACION que presentó una denuncia penal en la fiscalía, aunque todavía no recibió novedades de la investigación. “Queremos justicia. Queremos que devuelva el dinero. ¿Dónde está el dinero que ella nos cobró? Para mí, es muy difícil creer que Karyna haya actuado sola, por las sumas que manejaba. Todo indica que hay cómplices”, sentenció.
M.M: “No somos millonarios, somos una familia de laburantes. Perdimos US$25.000 en efectivo”
M.M., otra de las víctimas, relató con impotencia cómo ella y su familia fueron engañadas con la promesa de pasajes aéreos baratos.
En diálogo con LA NACION, la mujer contó que conocieron a Karyna a través de un amigo de su tío. “Mi papá y mi tía compraron una especie de membresía anual, mientras que mis hermanas y yo adquirimos pasajes sueltos. Pagamos alrededor de USD 1000 por destino Miami y USD 1200 por destino Madrid. Nunca recibimos comprobantes, salvo mi tía, que en un momento recibió un documento hecho en Word”, detalló a LA NACION.
Desde el primer momento tuvieron dudas, pero la aparente solidez del negocio los convenció. “Algunas personas lograron concretar viajes, incluso mi papá y mi tía viajaron en el pasado sin problemas. Eso nos dio cierta confianza. Karyna enviaba audios explicando que trabajaba en Iberia y que la aerolínea daba a sus empleados 16 cupos al año, los cuales ella revendía”, relató M.M., a LA NACION, quien estima que su familia invirtió cerca de USD 25.000 en efectivo en estos pasajes.
Los pagos, contó, se realizaban en efectivo en el domicilio de Karyna, donde también conocieron a una mujer llamada Luz, a quien definieron como su asistente —y no su niñera—. “Nunca hubo garantías. Supuestamente, si algo salía mal, te reprogramaba el viaje. Pero todo estalló el 19 de julio, cuando esperábamos que nos enviara los horarios de vuelo y simplemente dejó de contestar los mensajes”, recordó.
La desesperación fue inmediata. “Ese mismo día nos dimos cuenta de que algo estaba mal. Fuimos a su casa, pero nunca salió a dar la cara. Llamamos a Luz, su asistente, y nos dijo que ya no trabajaba con ella ni sabía nada. Desde ese momento no tuvimos más noticias”, explicó en diálogo con LA NACION.
M.M. asegura que no siente pena por la situación de Karyna, a pesar de que la mujer se encuentra internada tras un intento de suicidio. “Si realmente tuvo problemas con la asignación de vuelos y no actuaba de mala fé, hubiese dado la cara y llegábamos a un acuerdo. Aunque fuera devolvernos parte del dinero o cambiar las fechas. En vez de eso, eligió desaparecer”, dijo con firmeza.
Al día de hoy, M.M. calcula que han perdido cerca de US$1000 solo en pasajes para la semana pasada y otro viaje programado para septiembre que ya estaba pago. “Es muy doloroso. No somos millonarios ni nada de eso que se dice en las redes. Somos una familia de laburantes. Este viaje de septiembre era muy especial porque mi hermana cumplió 15 años. Ahora todo se arruinó”, lamentó en diálogo con este medio.
Para M.M., el esquema que utilizaba Karyna tiene todas las características de una estafa piramidal. “Creo que usaba los primeros cupos y concretaba los primeros viajes para dar una imagen sólida, mientras seguía vendiendo a nuevas personas. Hasta que todo se rompió y dejamos de viajar los que quedamos al final de la cadena”, explicó.
Aunque todavía no presentó la denuncia formal, M.M. reconoció que está evaluando hacerlo junto a otras víctimas. Pidió que otras personas afectadas se contacten entre sí y que los medios ayuden a visibilizar el caso. “No quiero que esto quede en la nada. Ojalá podamos llegar hasta las últimas consecuencias. Tenemos muchas pruebas y espero que la Justicia avance e investigue a fondo”, concluyó.
La historia de Karyna, la mujer acusada de montar una red de estafas vinculada a supuestos pasajes aéreos de la aerolínea Iberia, dejó un tendal de víctimas en distintos puntos del país. Durante meses, habría logrado atraer a cientos de clientes con la promesa de boletos internacionales a precios “exclusivos”, y alegaba que provenían de beneficios internos para empleados de la compañía aérea.
El ardid parecía sólido: los primeros viajes se concretaban sin inconvenientes, lo que generaba una cadena de recomendaciones entre conocidos y familiares. Pero detrás de esa fachada se escondía un engaño calculado que, una vez descubierto, se convirtió en un escándalo y que dejó en tierra a cientos de pasajeros.
Desde Iberia aseguraron a LA NACION que no tenían conocimiento alguno de esta maniobra fraudulenta hasta que el caso estalló en las redes sociales. La aerolínea indicó que ya iniciaron una investigación interna para esclarecer los hechos y deslindar responsabilidades.
El modus operandi: seducción, confianza y pagos en efectivo
Karyna construyó una imagen de “confiabilidad” ofreciendo pasajes a valores llamativamente más bajos que los del mercado, aunque sin emitir comprobantes oficiales. Aseguraba que los boletos provenían de los cupos de cortesía que Iberia entregaba a su personal con más de 12 años de antigüedad.
En este sistema, las víctimas pagaban por adelantado, muchas veces en efectivo y en el domicilio de Karyna, mientras ella prometía enviar los tickets entre siete y tres días antes de cada vuelo. En algunos casos, incluso entregó documentos falsos para reforzar su engaño, lo que generó una sensación de legalidad en operaciones que superaron los US$300.000 en total, según estimaciones de los damnificados.
El fraude comenzó a salir a la luz cuando, a mediados de julio, varias personas que tenían viajes programados dejaron de recibir respuesta de Karyna.
Los mensajes dejaron de llegar, los boletos nunca aparecieron y los clientes comenzaron a darse cuenta de que habían sido estafados.
Al intentar ubicarla, se encontraron con que la mujer había sufrido un supuesto intento de suicidio y estaba internada en terapia intensiva, lo que sumó incertidumbre entre las víctimas. Sin embargo, para las víctimas la situación es clara: “Nos engañó, nos quitó los ahorros y arruinó nuestros planes. Queremos justicia y la devolución del dinero”, reclamaron varios afectados en diálogo con LA NACION.
Las víctimas
A.T., una de las personas estafadas por Karyna, relató a LA NACION que fue engañada y perdió los ahorros que había destinado para su viaje a España. Su relato, cargado de indignación y desconcierto, aporta detalles claves sobre el modus operandi de la presunta estafadora.
“Karyna ya había vendido pasajes con éxito a mis amigos y familiares. Un familiar me la presentó, me dijo que era de confianza, y no dudé en comprarle. Adquirí un pasaje ida y vuelta a Madrid por USD 1100. Nunca me dio un comprobante. Me prometió enviarlo más tarde, pero jamás lo hizo. El pago lo realicé por transferencia a una cuenta de su secretaria. La secretaria y la niñera no son la misma persona”, explicó A.T., en diálogo con este medio.
A.T. manifestó a LA NACION que el modus operandi era parecido al de una estafa ponzi. Las primeras personas que compraron los pasajes no tuvieron problemas entonces recomendaban a otras personas y esas a otras personas. Pagaba los pasajes del presente con las personas del futuro.
Karyna se presentaba como una persona con contactos en la aerolínea Iberia, ofreciendo pasajes “confirmados” que supuestamente provenían de beneficios para empleados de la compañía a diferencia de los que se obtenían en lista de espera—, que según su versión eran exclusivos para empleados con más de 12 años de antigüedad. “Los empleados tienen que pagar entre 300 o 400 euros en impuestos, porque son boletos confirmados, y te los venden a USD 1200 cada pasaje”, relató A.T. a LA NACION. Estos pasajes incluían equipaje en bodega de 23 kilos y carry on de 9 kilos. “Ella explicaba que teníamos que darle la fecha de vuelo máximo con 50 días de antelación y que el sistema de Iberia generaba el código especial de emisión para cada empleado una semana antes del viaje, y que no se podía elegir el horario exacto del vuelo porque dependía de la disponibilidad. El boleto supuestamente lo enviaba por WhatsApp junto al código de reserva, pero ni yo ni mis allegados recibimos un ticket válido”, agregó A.T, quien supone que por la envergadura de la estafa es muy probable que no haya trabajado sola.
Al principio, el esquema parecía confiable porque varias personas de su entorno lograron viajar. “Uno de mis familiares transfirió dinero a una agencia con la que Karyna decía trabajar, y esa persona recibió el pasaje sin problemas. Pero algo se rompió en la cadena. Ni yo ni mis allegados recibimos un ticket válido. Entre todos perdimos US$4400”, denunció.
A.T. reveló que el martes 22 de julio se confirmó lo que sospechaban: nadie de los que debía viajar ese fin de semana pudo hacerlo. “Ahí nos enteramos de que Karyna había intentado quitarse la vida. Empezamos a atar cabos; descubrimos que muchas personas también habían sido estafadas. Se calcula que el fraude, entre todas las víctimas, asciende a US$320.000”, señaló en diálogo con este medio.
La víctima aseguró que el comportamiento de Karyna era cada vez más errático. “Cuando uno le hacía preguntas sobre la operación, respondía mal o de forma apurada. Decía: ‘Yo no busco clientes, ellos me buscan a mí. El sistema es así, si te gusta avanzamos y si no, no pasa nada’. Fue muy difícil darse cuenta de que todo era un engaño, porque parecía real”, dijo con bronca.
Actualmente, A.T. enfrenta la frustración de haber perdido su dinero y su viaje. “No tengo los medios para comprar otro pasaje. Estoy intentando que el banco reconozca la estafa y me devuelva algo. Es un momento de mucha angustia. Nunca imaginé que me iba a ver atrapada en algo así. Esta experiencia me dejó una lección: solo hay que comprar pasajes en medios oficiales, o agencias de viaje certificadas y con comprobantes claros”, recomendó.
A.T. adelantó en diálogo con LA NACION que presentó una denuncia penal en la fiscalía, aunque todavía no recibió novedades de la investigación. “Queremos justicia. Queremos que devuelva el dinero. ¿Dónde está el dinero que ella nos cobró? Para mí, es muy difícil creer que Karyna haya actuado sola, por las sumas que manejaba. Todo indica que hay cómplices”, sentenció.
M.M: “No somos millonarios, somos una familia de laburantes. Perdimos US$25.000 en efectivo”
M.M., otra de las víctimas, relató con impotencia cómo ella y su familia fueron engañadas con la promesa de pasajes aéreos baratos.
En diálogo con LA NACION, la mujer contó que conocieron a Karyna a través de un amigo de su tío. “Mi papá y mi tía compraron una especie de membresía anual, mientras que mis hermanas y yo adquirimos pasajes sueltos. Pagamos alrededor de USD 1000 por destino Miami y USD 1200 por destino Madrid. Nunca recibimos comprobantes, salvo mi tía, que en un momento recibió un documento hecho en Word”, detalló a LA NACION.
Desde el primer momento tuvieron dudas, pero la aparente solidez del negocio los convenció. “Algunas personas lograron concretar viajes, incluso mi papá y mi tía viajaron en el pasado sin problemas. Eso nos dio cierta confianza. Karyna enviaba audios explicando que trabajaba en Iberia y que la aerolínea daba a sus empleados 16 cupos al año, los cuales ella revendía”, relató M.M., a LA NACION, quien estima que su familia invirtió cerca de USD 25.000 en efectivo en estos pasajes.
Los pagos, contó, se realizaban en efectivo en el domicilio de Karyna, donde también conocieron a una mujer llamada Luz, a quien definieron como su asistente —y no su niñera—. “Nunca hubo garantías. Supuestamente, si algo salía mal, te reprogramaba el viaje. Pero todo estalló el 19 de julio, cuando esperábamos que nos enviara los horarios de vuelo y simplemente dejó de contestar los mensajes”, recordó.
La desesperación fue inmediata. “Ese mismo día nos dimos cuenta de que algo estaba mal. Fuimos a su casa, pero nunca salió a dar la cara. Llamamos a Luz, su asistente, y nos dijo que ya no trabajaba con ella ni sabía nada. Desde ese momento no tuvimos más noticias”, explicó en diálogo con LA NACION.
M.M. asegura que no siente pena por la situación de Karyna, a pesar de que la mujer se encuentra internada tras un intento de suicidio. “Si realmente tuvo problemas con la asignación de vuelos y no actuaba de mala fé, hubiese dado la cara y llegábamos a un acuerdo. Aunque fuera devolvernos parte del dinero o cambiar las fechas. En vez de eso, eligió desaparecer”, dijo con firmeza.
Al día de hoy, M.M. calcula que han perdido cerca de US$1000 solo en pasajes para la semana pasada y otro viaje programado para septiembre que ya estaba pago. “Es muy doloroso. No somos millonarios ni nada de eso que se dice en las redes. Somos una familia de laburantes. Este viaje de septiembre era muy especial porque mi hermana cumplió 15 años. Ahora todo se arruinó”, lamentó en diálogo con este medio.
Para M.M., el esquema que utilizaba Karyna tiene todas las características de una estafa piramidal. “Creo que usaba los primeros cupos y concretaba los primeros viajes para dar una imagen sólida, mientras seguía vendiendo a nuevas personas. Hasta que todo se rompió y dejamos de viajar los que quedamos al final de la cadena”, explicó.
Aunque todavía no presentó la denuncia formal, M.M. reconoció que está evaluando hacerlo junto a otras víctimas. Pidió que otras personas afectadas se contacten entre sí y que los medios ayuden a visibilizar el caso. “No quiero que esto quede en la nada. Ojalá podamos llegar hasta las últimas consecuencias. Tenemos muchas pruebas y espero que la Justicia avance e investigue a fondo”, concluyó.
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