A los 50, en un estudio de rutina le detectaron 4 tumores: “Me consideraba una mujer débil, pero estaba equivocada”

El marido de Gloria Libordo, Ricky, tenía un muy buen trabajo, que durante varios años les permitió a ellos a y sus dos hijos vivir bien, viajar, y hasta poder ayudar a mucha gente. Mientras tanto, ella se dedicaba tiempo completo a ser mamá.

Sin embargo, después de tantos años de éxitos económicos los malos negocios hicieron que lo perdieran todo. Ese excelente nivel de vida se derrumbó como un castillo de naipes. Eran tiempos muy complicados en la Argentina por lo que decidieron ir a probar suerte a Estados Unidos.

El 7 de marzo de 2001 los cuatro llegaron a Miami y al poco tiempo Ricky consiguió trabajo como manager en un restaurante. Como en 2003 cerró, se mudaron a Fort Myers, también en Florida, donde le ofrecieron otro empleo.

A partir de ese momento se instalaron en esa ciudad, pero todos los años viajaban a visitar a sus familiares y amigos en la Argentina. Además, Gloria aprovechaba para hacerse controles de salud ya que en Fort Myers no tenía seguro médico por lo que continuó pagando su prepaga.

“Había cuatro tumores y una sospecha sobre un quinto”

Al cumplir los 50, como era una rutina de todos los años, viajó a Buenos Aires para hacerse la mamografía y la ecografía.

“Noté que la ecografista se detuvo más de la cuenta en mi mama izquierda, iba y venía. Cuando terminó, me dijo que la esperara para darme el informe y que lo antes posible, y sin falta, se lo llevara a mi ginecólogo. Cuando leí el informe vi que decía que había cuatro tumores y una sospecha sobre un quinto en una vieja cicatriz. Obviamente, entré a Google y me di cuenta que no era nada bueno”, recuerda Gloria.

A Gloria le realizaron cinco biopsias, le sacaron 50 muestras y le dijeron que el resultado iba a estar en 30 días. “Antes de los 30 días me volví a casa y fui a ver a un amigo que es oncólogo. Él ya sabía algo porque mi marido le había contado. Cuando llegué me pidió los resultados de las biopsias y le dije que todavía no los tenía. Llamó al instante al patólogo en la Argentina y le pasaron los resultados. Yo veía que su cara se iba transformando.

-Bueno, tengo algo para contarte -le dijo Daniel, su amigo oncólogo.

-Yo ya me imagino -le contestó Gloria.

-Tenés un poquito de cáncer.

-Dani: es lo mismo que me digas que estoy un poquito embarazada -le retrucó Gloria.

-Lo que pasa es que por nuestra amistad me resulta muy difícil hablarte de esto -se sinceró.

“Lo sospechaba desde el día de la ecografía y creo que por eso la confirmación no me tomó de sorpresa. Lo primero que hice, cuando volvimos a casa, fue decirle a mi marido que no empezara a velarme, porque estaba destrozado, que todavía no me había muerto y que la iba a pelear.

“La decisión era mía”

En ese momento se le pasó por la cabeza el miedo a la muerte. Sin embargo, cuenta, tenía dos opciones: le ponía todo para pelearla o se tiraba en un sillón a llorar. Y, obviamente, eligió la primera de ellas.

“Después del diagnóstico, me junté con mi cirujano, también amigo, y hablamos de lo que íbamos a hacer. Él me planteó hacer una mastectomía doble, pero mi oncólogo decía que no era necesario. De todas formas, los dos coincidieron en que la decisión era mía. Sentía miedo e incertidumbre, pero al mismo tiempo mucha fe de que todo iba salir bien. Mi mente siempre estuvo positiva y traté de mantenerme así”.

Como Daniel, cuenta, era un médico muy importante, la conectó con la Asociación Americana del Cáncer y a través de ellos, con la Fundación Susan Komen, que ayudan a mujeres con cáncer de mama.

“En la asociación me dieron un libro al que bauticé ´mi biblia´. El libro te cuenta desde cómo prepararte para ir al hospital hasta cómo hablar con los hijos, la pareja, en el trabajo. Te cuenta en detalle cada tipo de cáncer, las opciones y los tratamientos. Yo lo leía y lloraba, porque sentía que me lo habían escrito a mí”.

Un segundo tsunami

La Fundación Susan Komen se hizo cargo de pagar la cirugía, ya que Gloria no tenía seguro médico. Además, el cirujano, Jacob Goldberger, no cobró sus honorarios. A la única que tuve que abonarle fue a la cirujana plástica que entró al quirófano para colocarle el expansor.

“La cirugía salió muy bien, pero no podían manejar mi dolor. Me daban morfina y otros calmantes, pero nada hacía efecto. Eso hizo que tuviera que quedarme un día más en el hospital. Finalmente, mi cirujano dijo que iban a probar con una medicación que se usaba mucho en Europa y acá solo estaba inyectable en los hospitales. Eso que me dieron resultó ´mágico´”.

A los pocos días, vino lo que Gloria denomina como el segundo tsunami. Mientras ella estaba atravesando el momento más difícil de su vida, en la Argentina habían internado a su mamá y estaba muy mal. “Y a mí no me dejaban viajar porque seguía con drenaje. Tres veces tuvieron que volver a ponerlo. Finalmente, el 29 de noviembre pude viajar y mi mamá murió el 13 de diciembre. Ella me reconocía de a ratos. Pero pude cuidarla hasta el final”, se emociona.

A Gloria le llevó tiempo volver a su vida normal. Después de la muerte de su mamá, por problemas personales se fue a vivir a la Argentina por casi un año. Al regresar a Fort Myers pudo, de a poquito, ir encontrando una estabilidad emocional.

Otra vez al quirófano

Habían pasado cuatro años de la mastectomía, cuando otro chequeo de rutina, ecografía transvaginal, arrojó que aparecía algo “raro” en el útero.

“Con mis antecedentes, fui directo a una histerectomía. Fue un shock. Lo primero que pensé fue: ´otra vez a un quirófano´. Un año antes me había hecho la reconstrucción. Esta vez fue menos complicado, cuando me dijeron que era un pólipo, respiré”.

El 29 de septiembre del 2016, después de ver los resultados y las imágenes de unos estudios, su oncólogo le dijo: “Listo, ya está. Estás cáncer free”. Cuando Gloria escuchó esas palabras, confiesa, no pudo creerlo.

“Salí del consultorio, me senté en el auto y me puse a llorar. Me pasó la película de todo lo que había atravesado y no sabía qué hacer primero. Lo llamé a mi marido llorando y él no me entendía lo que le decía. Se asustó porque sabía que iba a control. Pude calmarme y contarle y él también se puso a llorar”.

Cuando llegó a su casa le avisó a todo el “mundo”. A sus hijos, sus amigas, su familia e hice un posteo en Facebook para sus amigos virtuales que también la ayudaron detrás de una pantalla.

Sus amigas argentinas, además de su familia, fueron un pilar muy importante durante todos esos años. “Sin ellas no hubiera podido. Desde cocinarme, cuidarme, acompañarme a ver médicos. Prestarme la oreja o sentarnos en silencio a ver un atardecer. Las amigas curan, y vaya que lo hicieron conmigo”.

¿Qué enseñanzas te dejó el cáncer?

Lo primero que me dejó fue descubrir lo fuerte que soy. Siempre me había considerado una mujer débil, pero evidentemente estaba equivocada.

También me enseñó que siempre se pueden rescatar cosas buenas, aunque en el momento no puedas verlas ni darte cuenta. Y lo último, y no tan agradable, es saber que siempre puede haber algo peor.

¿Qué cosas te hizo cambiar?

Fundamentalmente, mi mirada sobre la vida. Hoy veo las cosas desde otro lugar, me paro en otra vereda. La vida es hoy y mañana no sabemos. Ya no planifico a largo plazo, solo hasta ahí cerquita.

¿Cómo es tu vida actualmente?

Es tranquila, bastante rutinaria, pero trabajo en algo que amo. Cuidar chicos me llena el alma, son pura inocencia y ternura. Para mí, es un placer ir a trabajar, aunque esté cansada y mi cuerpo me pase factura. Ellos me llenan de energía y de amor.

El marido de Gloria Libordo, Ricky, tenía un muy buen trabajo, que durante varios años les permitió a ellos a y sus dos hijos vivir bien, viajar, y hasta poder ayudar a mucha gente. Mientras tanto, ella se dedicaba tiempo completo a ser mamá.

Sin embargo, después de tantos años de éxitos económicos los malos negocios hicieron que lo perdieran todo. Ese excelente nivel de vida se derrumbó como un castillo de naipes. Eran tiempos muy complicados en la Argentina por lo que decidieron ir a probar suerte a Estados Unidos.

El 7 de marzo de 2001 los cuatro llegaron a Miami y al poco tiempo Ricky consiguió trabajo como manager en un restaurante. Como en 2003 cerró, se mudaron a Fort Myers, también en Florida, donde le ofrecieron otro empleo.

A partir de ese momento se instalaron en esa ciudad, pero todos los años viajaban a visitar a sus familiares y amigos en la Argentina. Además, Gloria aprovechaba para hacerse controles de salud ya que en Fort Myers no tenía seguro médico por lo que continuó pagando su prepaga.

“Había cuatro tumores y una sospecha sobre un quinto”

Al cumplir los 50, como era una rutina de todos los años, viajó a Buenos Aires para hacerse la mamografía y la ecografía.

“Noté que la ecografista se detuvo más de la cuenta en mi mama izquierda, iba y venía. Cuando terminó, me dijo que la esperara para darme el informe y que lo antes posible, y sin falta, se lo llevara a mi ginecólogo. Cuando leí el informe vi que decía que había cuatro tumores y una sospecha sobre un quinto en una vieja cicatriz. Obviamente, entré a Google y me di cuenta que no era nada bueno”, recuerda Gloria.

A Gloria le realizaron cinco biopsias, le sacaron 50 muestras y le dijeron que el resultado iba a estar en 30 días. “Antes de los 30 días me volví a casa y fui a ver a un amigo que es oncólogo. Él ya sabía algo porque mi marido le había contado. Cuando llegué me pidió los resultados de las biopsias y le dije que todavía no los tenía. Llamó al instante al patólogo en la Argentina y le pasaron los resultados. Yo veía que su cara se iba transformando.

-Bueno, tengo algo para contarte -le dijo Daniel, su amigo oncólogo.

-Yo ya me imagino -le contestó Gloria.

-Tenés un poquito de cáncer.

-Dani: es lo mismo que me digas que estoy un poquito embarazada -le retrucó Gloria.

-Lo que pasa es que por nuestra amistad me resulta muy difícil hablarte de esto -se sinceró.

“Lo sospechaba desde el día de la ecografía y creo que por eso la confirmación no me tomó de sorpresa. Lo primero que hice, cuando volvimos a casa, fue decirle a mi marido que no empezara a velarme, porque estaba destrozado, que todavía no me había muerto y que la iba a pelear.

“La decisión era mía”

En ese momento se le pasó por la cabeza el miedo a la muerte. Sin embargo, cuenta, tenía dos opciones: le ponía todo para pelearla o se tiraba en un sillón a llorar. Y, obviamente, eligió la primera de ellas.

“Después del diagnóstico, me junté con mi cirujano, también amigo, y hablamos de lo que íbamos a hacer. Él me planteó hacer una mastectomía doble, pero mi oncólogo decía que no era necesario. De todas formas, los dos coincidieron en que la decisión era mía. Sentía miedo e incertidumbre, pero al mismo tiempo mucha fe de que todo iba salir bien. Mi mente siempre estuvo positiva y traté de mantenerme así”.

Como Daniel, cuenta, era un médico muy importante, la conectó con la Asociación Americana del Cáncer y a través de ellos, con la Fundación Susan Komen, que ayudan a mujeres con cáncer de mama.

“En la asociación me dieron un libro al que bauticé ´mi biblia´. El libro te cuenta desde cómo prepararte para ir al hospital hasta cómo hablar con los hijos, la pareja, en el trabajo. Te cuenta en detalle cada tipo de cáncer, las opciones y los tratamientos. Yo lo leía y lloraba, porque sentía que me lo habían escrito a mí”.

Un segundo tsunami

La Fundación Susan Komen se hizo cargo de pagar la cirugía, ya que Gloria no tenía seguro médico. Además, el cirujano, Jacob Goldberger, no cobró sus honorarios. A la única que tuve que abonarle fue a la cirujana plástica que entró al quirófano para colocarle el expansor.

“La cirugía salió muy bien, pero no podían manejar mi dolor. Me daban morfina y otros calmantes, pero nada hacía efecto. Eso hizo que tuviera que quedarme un día más en el hospital. Finalmente, mi cirujano dijo que iban a probar con una medicación que se usaba mucho en Europa y acá solo estaba inyectable en los hospitales. Eso que me dieron resultó ´mágico´”.

A los pocos días, vino lo que Gloria denomina como el segundo tsunami. Mientras ella estaba atravesando el momento más difícil de su vida, en la Argentina habían internado a su mamá y estaba muy mal. “Y a mí no me dejaban viajar porque seguía con drenaje. Tres veces tuvieron que volver a ponerlo. Finalmente, el 29 de noviembre pude viajar y mi mamá murió el 13 de diciembre. Ella me reconocía de a ratos. Pero pude cuidarla hasta el final”, se emociona.

A Gloria le llevó tiempo volver a su vida normal. Después de la muerte de su mamá, por problemas personales se fue a vivir a la Argentina por casi un año. Al regresar a Fort Myers pudo, de a poquito, ir encontrando una estabilidad emocional.

Otra vez al quirófano

Habían pasado cuatro años de la mastectomía, cuando otro chequeo de rutina, ecografía transvaginal, arrojó que aparecía algo “raro” en el útero.

“Con mis antecedentes, fui directo a una histerectomía. Fue un shock. Lo primero que pensé fue: ´otra vez a un quirófano´. Un año antes me había hecho la reconstrucción. Esta vez fue menos complicado, cuando me dijeron que era un pólipo, respiré”.

El 29 de septiembre del 2016, después de ver los resultados y las imágenes de unos estudios, su oncólogo le dijo: “Listo, ya está. Estás cáncer free”. Cuando Gloria escuchó esas palabras, confiesa, no pudo creerlo.

“Salí del consultorio, me senté en el auto y me puse a llorar. Me pasó la película de todo lo que había atravesado y no sabía qué hacer primero. Lo llamé a mi marido llorando y él no me entendía lo que le decía. Se asustó porque sabía que iba a control. Pude calmarme y contarle y él también se puso a llorar”.

Cuando llegó a su casa le avisó a todo el “mundo”. A sus hijos, sus amigas, su familia e hice un posteo en Facebook para sus amigos virtuales que también la ayudaron detrás de una pantalla.

Sus amigas argentinas, además de su familia, fueron un pilar muy importante durante todos esos años. “Sin ellas no hubiera podido. Desde cocinarme, cuidarme, acompañarme a ver médicos. Prestarme la oreja o sentarnos en silencio a ver un atardecer. Las amigas curan, y vaya que lo hicieron conmigo”.

¿Qué enseñanzas te dejó el cáncer?

Lo primero que me dejó fue descubrir lo fuerte que soy. Siempre me había considerado una mujer débil, pero evidentemente estaba equivocada.

También me enseñó que siempre se pueden rescatar cosas buenas, aunque en el momento no puedas verlas ni darte cuenta. Y lo último, y no tan agradable, es saber que siempre puede haber algo peor.

¿Qué cosas te hizo cambiar?

Fundamentalmente, mi mirada sobre la vida. Hoy veo las cosas desde otro lugar, me paro en otra vereda. La vida es hoy y mañana no sabemos. Ya no planifico a largo plazo, solo hasta ahí cerquita.

¿Cómo es tu vida actualmente?

Es tranquila, bastante rutinaria, pero trabajo en algo que amo. Cuidar chicos me llena el alma, son pura inocencia y ternura. Para mí, es un placer ir a trabajar, aunque esté cansada y mi cuerpo me pase factura. Ellos me llenan de energía y de amor.

 Gloria y su familia vivían en Estados Unidos, pero volvían a Argentina donde estudios de rutina le cambiaron los planes  Read More