Alejandra “Locomotora” Oliveras murió este lunes en el Hospital José María Cullen de Santa Fe, producto de las consecuencias irreversibles de un accidente cerebro vascular (ACV). La noticia no solo conmovió a los familiares, sino también a las personas que sentían como propio el mensaje que brindaba en las redes sociales y se acercaron a la Legislatura santafesina en horas de la tarde de este martes. Sin embargo, una noticia irrumpió en la despedida: por orden de la justicia federal, se exigió la interrupción del crematorio por la solicitud de un deportista que pidió una autopsia para determinar la causa de la muerte de Oliveras.
Jesús Oliveras, hermano de Alejandra, atendió a LA NACION con un tono de voz visceral, aun sin procesar –ni entender- por qué el cuerpo no se cremó. “¿Cómo van a frenar una cremación? Cómo va a entrar un policía, con una orden, diciendo que ‘el cuerpo no se va a cremar’. Es una falta de respeto. Después uno tiene que escuchar en la televisión que un fisicoculturista, un “don nadie”, venga a frenar un proceso doloroso por una supuesta ingesta de anabólicos de mi hermana… y peor: que la Justicia le haga caso”, lanzó, en un descargo que se da 24 horas después de, como él subraya, se “mancha la memoria” de su hermana.
El pedido de suspensión de cremación llegó de parte del fisicoculturista mendocino Aldo Parodi, a través de su abogada Patricia Noemí Apesteguy, quien solicitó a la Justicia que se investigue si a Oliveras se le administró de manera ilegal anabólicos, esteroides u otra sustancia prohibida.
Jesús, psicólogo de profesión, viajó de Buenos Aires a Santa Fe para despedir los restos de su hermana, a quien acompañó en su dura infancia repartida entre las provincias de Jujuy y Córdoba. “Es rarísimo: ¿Por qué no le hicieron –la autopsia- cuando estaba en el hospital? Estuvo 14 días agonizando. El mismo día que falleció, ¿por qué no le hicieron los estudios antes de entregar el cuerpo? Mi hermana boxeó durante 19 años y cuando se bajaba del ring hacía los controles anti-doping y siempre los resultados eran negativos”, exclamó Oliveras, en un testimonio que incluye muchas preguntas y dudas acerca de un procedimiento judicial que entorpeció el acto fúnebre en la Legislatura santafesina.
“Están manchando la memoria de mi hermana. ¿Qué quieren? ¿Ganar prensa? ¿Qué quieren hacer? Pasamos del dolor a la bronca. ¡Por qué no la dejan descansar en paz a mi hermana! Desde el lugar de la bronca te hablo”, añadió Jesús, buscando una respuesta, una frase que pueda cicatrizar la herida. Tras la denuncia del deportista, que llegó por intermedio de su abogada, la fiscalía determinará durante horas de la tarde de este miércoles cómo continuará el recorrido del féretro.
Sin poder ingresar a la sala velatoria por decisión de Alejandro y Alexis, hijos de Oliveras, Jesús no guardó rencor por dicha decisión, aunque se encuentra firme en el objetivo de “levantar la voz” para que no se olviden de su hermana. “Ellos están destruidos. No me dejaron entrar al velatorio, pero respeté la decisión de ellos. A Locomotora la acompañé en la niñez, la adolescencia, en su carrera de boxeo, cuando vivía enfrente de un basural. Después me recibí, me casé, pero nunca dejé de estar. Acá no es una cuestión de ego, pero lo que sí voy a seguir haciendo es levantar la voz por la memoria de ella. No voy a dejar que se olviden de mi hermana”, detalló.
“Ellos tomaron la decisión de que yo no hable y respeto su dolor. Pero no es que aparecí hace una semana para dar notas. No pretendo ocupar ningún tipo de lugar. Son sus hijos, ella es su madre y todo que Locomotora obtuvo sea patrimonio, cinturones, son de ellos. Lo que sí voy a comunicar todo lo que viví con ella”, agregó Jesús quien logró operarse de su cadera con una prótesis traída de Estados Unidos y ser tratado por médicos de excelencia gracias a la gestión de la boxeadora, quien armó campañas en televisión en busca de mejorar la calidad de vida de su hermano.
Inmerso en un cúmulo de sensaciones e incertidumbre, Jesús pidió encarecidamente: “Quiero que la recuerden como lo que fue: una campeona del mundo y una gran luchadora por los derechos de la mujer. Fue una persona que luchó por la gente, motivó a miles de personas. Era auténtica, no se callaba, decía lo que pensaba y tenía una fuerza impresionante”, aclaró, acusando rastros de melancolía en su voz entrecortada. “Tenía una personalidad arrasadora pero hermosa”, cerró, entre lágrimas.
Alejandra “Locomotora” Oliveras murió este lunes en el Hospital José María Cullen de Santa Fe, producto de las consecuencias irreversibles de un accidente cerebro vascular (ACV). La noticia no solo conmovió a los familiares, sino también a las personas que sentían como propio el mensaje que brindaba en las redes sociales y se acercaron a la Legislatura santafesina en horas de la tarde de este martes. Sin embargo, una noticia irrumpió en la despedida: por orden de la justicia federal, se exigió la interrupción del crematorio por la solicitud de un deportista que pidió una autopsia para determinar la causa de la muerte de Oliveras.
Jesús Oliveras, hermano de Alejandra, atendió a LA NACION con un tono de voz visceral, aun sin procesar –ni entender- por qué el cuerpo no se cremó. “¿Cómo van a frenar una cremación? Cómo va a entrar un policía, con una orden, diciendo que ‘el cuerpo no se va a cremar’. Es una falta de respeto. Después uno tiene que escuchar en la televisión que un fisicoculturista, un “don nadie”, venga a frenar un proceso doloroso por una supuesta ingesta de anabólicos de mi hermana… y peor: que la Justicia le haga caso”, lanzó, en un descargo que se da 24 horas después de, como él subraya, se “mancha la memoria” de su hermana.
El pedido de suspensión de cremación llegó de parte del fisicoculturista mendocino Aldo Parodi, a través de su abogada Patricia Noemí Apesteguy, quien solicitó a la Justicia que se investigue si a Oliveras se le administró de manera ilegal anabólicos, esteroides u otra sustancia prohibida.
Jesús, psicólogo de profesión, viajó de Buenos Aires a Santa Fe para despedir los restos de su hermana, a quien acompañó en su dura infancia repartida entre las provincias de Jujuy y Córdoba. “Es rarísimo: ¿Por qué no le hicieron –la autopsia- cuando estaba en el hospital? Estuvo 14 días agonizando. El mismo día que falleció, ¿por qué no le hicieron los estudios antes de entregar el cuerpo? Mi hermana boxeó durante 19 años y cuando se bajaba del ring hacía los controles anti-doping y siempre los resultados eran negativos”, exclamó Oliveras, en un testimonio que incluye muchas preguntas y dudas acerca de un procedimiento judicial que entorpeció el acto fúnebre en la Legislatura santafesina.
“Están manchando la memoria de mi hermana. ¿Qué quieren? ¿Ganar prensa? ¿Qué quieren hacer? Pasamos del dolor a la bronca. ¡Por qué no la dejan descansar en paz a mi hermana! Desde el lugar de la bronca te hablo”, añadió Jesús, buscando una respuesta, una frase que pueda cicatrizar la herida. Tras la denuncia del deportista, que llegó por intermedio de su abogada, la fiscalía determinará durante horas de la tarde de este miércoles cómo continuará el recorrido del féretro.
Sin poder ingresar a la sala velatoria por decisión de Alejandro y Alexis, hijos de Oliveras, Jesús no guardó rencor por dicha decisión, aunque se encuentra firme en el objetivo de “levantar la voz” para que no se olviden de su hermana. “Ellos están destruidos. No me dejaron entrar al velatorio, pero respeté la decisión de ellos. A Locomotora la acompañé en la niñez, la adolescencia, en su carrera de boxeo, cuando vivía enfrente de un basural. Después me recibí, me casé, pero nunca dejé de estar. Acá no es una cuestión de ego, pero lo que sí voy a seguir haciendo es levantar la voz por la memoria de ella. No voy a dejar que se olviden de mi hermana”, detalló.
“Ellos tomaron la decisión de que yo no hable y respeto su dolor. Pero no es que aparecí hace una semana para dar notas. No pretendo ocupar ningún tipo de lugar. Son sus hijos, ella es su madre y todo que Locomotora obtuvo sea patrimonio, cinturones, son de ellos. Lo que sí voy a comunicar todo lo que viví con ella”, agregó Jesús quien logró operarse de su cadera con una prótesis traída de Estados Unidos y ser tratado por médicos de excelencia gracias a la gestión de la boxeadora, quien armó campañas en televisión en busca de mejorar la calidad de vida de su hermano.
Inmerso en un cúmulo de sensaciones e incertidumbre, Jesús pidió encarecidamente: “Quiero que la recuerden como lo que fue: una campeona del mundo y una gran luchadora por los derechos de la mujer. Fue una persona que luchó por la gente, motivó a miles de personas. Era auténtica, no se callaba, decía lo que pensaba y tenía una fuerza impresionante”, aclaró, acusando rastros de melancolía en su voz entrecortada. “Tenía una personalidad arrasadora pero hermosa”, cerró, entre lágrimas.
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