Lágrimas, reconocimiento y una ovación emocionante. Así fue el último partido profesional de Eugenie Bouchard, que eligió como último torneo de su destacada carrera en el tenis profesional el Abierto de Montreal, para que el cierre sea en su ciudad, en su cancha y ante su gente.
La canadiense, de 30 años, le puso fin a una carrera que despertó ilusiones, generó pasiones y también atravesó duros tropiezos. Se despidió en la segunda ronda del torneo, tras caer en tres sets ante la suiza Belinda Bencic (6-2, 3-6 y 6-4). Pero más allá del resultado, la noche fue toda suya, como se esperaba.
Merci, Genie. ❤️🤍
Bouchard speaks to the home crowd in Canada one final time 🥹 #OBN25 pic.twitter.com/hKfJNd4biX
— Tennis Channel (@TennisChannel) July 31, 2025
En la pista central, donde alguna vez soñó jugar siendo apenas una nena sentada en las gradas, Bouchard vivió el momento más simbólico de su carrera. “Es muy especial jugar mi último partido en Montreal, en esta cancha, frente a ustedes”, dijo con la voz entrecortada, mientras intentaba contener las lágrimas y, al mismo tiempo, absorber cada segundo del cariño que le devolvía el público. Un público que se puso de pie, que gritó su nombre, que levantó carteles con el mensaje “Merci, Genie” y que celebró, más allá de la derrota, una trayectoria.
Su discurso, emotivo y sincero, recorrió su historia como si fuera un álbum de fotos íntimo. Habló de su infancia, de los entrenamientos en esas mismas canchas, de los sueños que alguna vez parecían imposibles. Recordó a su familia (“mamá, papá, mis hermanas y mi hermano, sin su apoyo yo no estaría acá” y agradeció a entrenadores, preparadores físicos y fisioterapeutas que la acompañaron en su largo camino.
“Qué suerte tengo de haber vivido mis sueños”, lanzó, con una mezcla de gratitud y alivio. Porque Bouchard supo lo que era estar en la cima: llegó a ser la número 5 del ranking mundial, disputó una final de Wimbledon en 2014, y durante varios años fue la cara visible del tenis canadiense. Pero también conoció el otro lado, el del dolor físico, las lesiones, la presión mediática, los altibajos deportivos y el juicio constante de una industria que muchas veces le exigió más fuera de la cancha que dentro.
Por eso este cierre fue distinto. Porque fue elegido. Porque, como ella misma dijo, “siempre supe que quería terminar mi carrera en Montreal, y ahora todo tiene sentido”.
El homenaje en la pista incluyó un video con los mejores momentos de su carrera y un cuadro conmemorativo. Ella, visiblemente emocionada, solo atinó a sonreír entre lágrimas. Lejos de los flashes y las cámaras, en el vestuario, la atmósfera fue similar: abrazos, lágrimas, aplausos. Y algo que sobrevoló durante toda la jornada: se fue una referente del tenis canadiense.
Genie se relajó cuando se refirió a lo que viene de ahora en adelante en su vida: “Lo primero serán unas vacaciones. ¡Estoy deseando dormir hasta tarde mañana!”, bromeó. Y agregó que se tomará un tiempo para pensar sus próximos pasos. Y agregó: “Siempre sentí que me perdí la etapa universitaria, así que quizás explore eso”.
Luego, lanzó una propuesta que hizo reir a todos: “También me gusta mucho todo lo relacionado con televisión, así que probablemente me oriente por ahí. ¿Alguno tiene una oferta?”.
A lo largo de los años, Bouchard fue más que una tenista. Fue ícono de la moda, protagonista de campañas publicitarias, influencer involuntaria, y blanco frecuente del foco mediático, incluso cuando los resultados deportivos no la acompañaban. Pero también fue una inspiración para una generación de niñas que la vieron romper barreras en un deporte históricamente difícil para las mujeres canadienses.
“No sé cómo me van a recordar, pero espero que, además de por mis logros, sea por haber sido una buena persona. Siempre intenté devolver lo que recibí”, dijo, antes de recibir una última gran ovación y meterse en la zona de vestuarios por última vez.
Lágrimas, reconocimiento y una ovación emocionante. Así fue el último partido profesional de Eugenie Bouchard, que eligió como último torneo de su destacada carrera en el tenis profesional el Abierto de Montreal, para que el cierre sea en su ciudad, en su cancha y ante su gente.
La canadiense, de 30 años, le puso fin a una carrera que despertó ilusiones, generó pasiones y también atravesó duros tropiezos. Se despidió en la segunda ronda del torneo, tras caer en tres sets ante la suiza Belinda Bencic (6-2, 3-6 y 6-4). Pero más allá del resultado, la noche fue toda suya, como se esperaba.
Merci, Genie. ❤️🤍
Bouchard speaks to the home crowd in Canada one final time 🥹 #OBN25 pic.twitter.com/hKfJNd4biX
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En la pista central, donde alguna vez soñó jugar siendo apenas una nena sentada en las gradas, Bouchard vivió el momento más simbólico de su carrera. “Es muy especial jugar mi último partido en Montreal, en esta cancha, frente a ustedes”, dijo con la voz entrecortada, mientras intentaba contener las lágrimas y, al mismo tiempo, absorber cada segundo del cariño que le devolvía el público. Un público que se puso de pie, que gritó su nombre, que levantó carteles con el mensaje “Merci, Genie” y que celebró, más allá de la derrota, una trayectoria.
Su discurso, emotivo y sincero, recorrió su historia como si fuera un álbum de fotos íntimo. Habló de su infancia, de los entrenamientos en esas mismas canchas, de los sueños que alguna vez parecían imposibles. Recordó a su familia (“mamá, papá, mis hermanas y mi hermano, sin su apoyo yo no estaría acá” y agradeció a entrenadores, preparadores físicos y fisioterapeutas que la acompañaron en su largo camino.
“Qué suerte tengo de haber vivido mis sueños”, lanzó, con una mezcla de gratitud y alivio. Porque Bouchard supo lo que era estar en la cima: llegó a ser la número 5 del ranking mundial, disputó una final de Wimbledon en 2014, y durante varios años fue la cara visible del tenis canadiense. Pero también conoció el otro lado, el del dolor físico, las lesiones, la presión mediática, los altibajos deportivos y el juicio constante de una industria que muchas veces le exigió más fuera de la cancha que dentro.
Por eso este cierre fue distinto. Porque fue elegido. Porque, como ella misma dijo, “siempre supe que quería terminar mi carrera en Montreal, y ahora todo tiene sentido”.
El homenaje en la pista incluyó un video con los mejores momentos de su carrera y un cuadro conmemorativo. Ella, visiblemente emocionada, solo atinó a sonreír entre lágrimas. Lejos de los flashes y las cámaras, en el vestuario, la atmósfera fue similar: abrazos, lágrimas, aplausos. Y algo que sobrevoló durante toda la jornada: se fue una referente del tenis canadiense.
Genie se relajó cuando se refirió a lo que viene de ahora en adelante en su vida: “Lo primero serán unas vacaciones. ¡Estoy deseando dormir hasta tarde mañana!”, bromeó. Y agregó que se tomará un tiempo para pensar sus próximos pasos. Y agregó: “Siempre sentí que me perdí la etapa universitaria, así que quizás explore eso”.
Luego, lanzó una propuesta que hizo reir a todos: “También me gusta mucho todo lo relacionado con televisión, así que probablemente me oriente por ahí. ¿Alguno tiene una oferta?”.
A lo largo de los años, Bouchard fue más que una tenista. Fue ícono de la moda, protagonista de campañas publicitarias, influencer involuntaria, y blanco frecuente del foco mediático, incluso cuando los resultados deportivos no la acompañaban. Pero también fue una inspiración para una generación de niñas que la vieron romper barreras en un deporte históricamente difícil para las mujeres canadienses.
“No sé cómo me van a recordar, pero espero que, además de por mis logros, sea por haber sido una buena persona. Siempre intenté devolver lo que recibí”, dijo, antes de recibir una última gran ovación y meterse en la zona de vestuarios por última vez.
La canadiense perdió en la segunda ronda del Masters 1000 y puso fin a una destacada carrera Read More