Ni dinero ni trofeo: en los países nórdicos, los premios al mejor jugador del partido salen del supermercado

Nada de trofeos brillantes ni cheques simbólicos. En el fútbol de los países nórdicos, el reconocimiento al mejor jugador del partido viene en formato más rústico: el supermercado. Desde un maple de huevos, una caja de frutillas, harina, bidones de leche, leña o, como ocurrió el último fin de semana en Dinamarca, una carretilla repleta de papas.

La escena tuvo como protagonista al defensor francés Maxime Soulas, jugador del Sønderjyske Fodbold, elegido por el público del Sydbank Park como la figura del partido en la victoria 3-2 ante Nordsjaelland —fue quien abrió el marcador—, por la tercera fecha de la primera división danesa. Su premio: 55 kilos de papas frescas, entregadas en una carretilla a plena vista del estadio.

“Me sorprendió y me pareció gracioso. Es la primera vez que recibo este tipo de regalo por ser el jugador del partido. Sabía que en Noruega hay un club famoso por hacer este tipo de cosas”, contó Maxime Soulas a LA NACIÓN. “Le di las papas a la cocina del club, que entregó parte a un restaurante social de la ciudad”, agregó.

La idea surgió como parte de una activación de marca organizada por la empresa Groundhopping Tours, que patrocinó el partido del Sønderjyske por primera vez. En un comunicado publicado tras la repercusión viral del caso, explicaron: “No lo pensamos mucho. Solo queríamos hacer algo diferente. Uno de nosotros recordó lo que viene haciendo el Bryne FK, en Noruega, y se nos ocurrió repartir las mejores papas de la granja de los padres de uno de los organizadores. No sabíamos si íbamos a quedar como unos tontos, pero funcionó”.

El Bryne FK —conocido por haber sido el club formador de Erling Haaland— es pionero en esta curiosa tendencia. Ubicado en la ciudad de homónimo nombre, con una población de apenas 12 mil habitantes, el equipo juega en un estadio con capacidad para 4000 personas, equivalente a un tercio de toda la comunidad.

Tras haber ascendido recientemente a la primera división noruega, por primera vez desde 2003, el club comenzó a ganar visibilidad en redes sociales gracias a una estrategia simple y eficaz: premiar al jugador del partido con productos típicos de la zona. Huevos de granja, frutillas, harina, leche, leña o pan casero son algunos de los insólitos obsequios que se entregaron a lo largo del año, siempre aportados por comercios y productores locales.

En Noruega, este tipo de prácticas no es nueva: responde al perfil rural de muchas regiones, donde el fútbol actúa como vitrina para agricultores y ganaderos, auténtico motor económico del lugar. La iniciativa despertó simpatía entre los hinchas, proyección para los patrocinadores y, sobre todo, una forma original de celebrar la identidad local con humor.

La última fecha como locales, a pesar de la derrota, los noruegos decidieron darle 40 paquetes de avena, 100 huevos y 20 litros de leche, a la figura del equipo —por descontar el partido 3-1—, el noruego Lasse Qvigstad.

Ahora, ese espíritu empieza a replicarse también en Dinamarca. La imagen de Soulas posando con las papas fue replicada por distintos medios deportivos. En ese contexto, el defensor francés remarcó que fue “una iniciativa del sponsor”, como detallaron después en el comunicado, pero también aceptado por el club.

En un fútbol profesional cada vez más globalizado y condicionado por contratos millonarios, esta campaña escandinava propone una mirada opuesta: volver a lo básico, a lo local, con una dosis de simpatía y sin perder eficacia comunicacional. El resultado es inmediato, con imágenes virales, interacción en redes y un relato fresco en torno a lo que pasa dentro y fuera de la cancha.

“Los compañeros lo tomaron con humor. Y creo que los hinchas también”, resumió Soulas. La pregunta ahora la dejan los propios organizadores: “Todo salió perfecto. Entonces, ¿qué deberíamos llevar la próxima vez que patrocinemos un partido?”.

Otros casos del fútbol internacional

Más allá de esta tendencia escandinava, que se apoya en tradiciones rurales y en la identidad local de clubes con fuerte arraigo comunitario, el fútbol global también ha dejado escenas singulares en las que el patrocinio comercial fue el protagonista, muchas veces con resultados inesperados o desconcertantes.

Sin ir más lejos, el último fin de semana, Gonzalo Montiel fue elegido figura del partido entre River y San Martín de Tucumán por los 16avos de final de la Copa Argentina. ¿El premio? Un set de herramientas Hamilton.

Según medio partidarios, el campeón del mundo decidió quedarse con el insólito premio otorgado por la AFA, y lejos de regalárselo a alguien, ya lo tiene en su casa, listo para utilizarlo ante cualquier necesidad.

No es un caso aislado. Si nos remontamos unos años atrás, el arquero Franco Armani fue coronado como el mejor jugador de uno de los clásicos recordados y bisagras del ciclo de Marcelo Gallardo frente a Boca, por Burger King, dentro de la Supercopa Argentina de 2018.

Ese mismo año, el capitán de Mamelodi Sundowns, Hlompho Kekana, recibió 5 GB de datos móviles cuando fue MVP en la Premier sudafricana; es más, el galardón fue una tarjeta SIM celular gigante, que representaba ese bono de cortesía del sponsor de la liga.

Tan solo un año después, en la temporada 2019/20, el noruego Martin Ødegaard, entonces en la Real Sociedad, fue premiado con un gran pescado —una merluza— por su participación en un evento con aficionados. La imagen se volvió viral y resume bien el impacto de este tipo de campañas publicitarias: premios que poco tienen que ver con lo deportivo, pero mucho con el recuerdo.

Nada de trofeos brillantes ni cheques simbólicos. En el fútbol de los países nórdicos, el reconocimiento al mejor jugador del partido viene en formato más rústico: el supermercado. Desde un maple de huevos, una caja de frutillas, harina, bidones de leche, leña o, como ocurrió el último fin de semana en Dinamarca, una carretilla repleta de papas.

La escena tuvo como protagonista al defensor francés Maxime Soulas, jugador del Sønderjyske Fodbold, elegido por el público del Sydbank Park como la figura del partido en la victoria 3-2 ante Nordsjaelland —fue quien abrió el marcador—, por la tercera fecha de la primera división danesa. Su premio: 55 kilos de papas frescas, entregadas en una carretilla a plena vista del estadio.

“Me sorprendió y me pareció gracioso. Es la primera vez que recibo este tipo de regalo por ser el jugador del partido. Sabía que en Noruega hay un club famoso por hacer este tipo de cosas”, contó Maxime Soulas a LA NACIÓN. “Le di las papas a la cocina del club, que entregó parte a un restaurante social de la ciudad”, agregó.

La idea surgió como parte de una activación de marca organizada por la empresa Groundhopping Tours, que patrocinó el partido del Sønderjyske por primera vez. En un comunicado publicado tras la repercusión viral del caso, explicaron: “No lo pensamos mucho. Solo queríamos hacer algo diferente. Uno de nosotros recordó lo que viene haciendo el Bryne FK, en Noruega, y se nos ocurrió repartir las mejores papas de la granja de los padres de uno de los organizadores. No sabíamos si íbamos a quedar como unos tontos, pero funcionó”.

El Bryne FK —conocido por haber sido el club formador de Erling Haaland— es pionero en esta curiosa tendencia. Ubicado en la ciudad de homónimo nombre, con una población de apenas 12 mil habitantes, el equipo juega en un estadio con capacidad para 4000 personas, equivalente a un tercio de toda la comunidad.

Tras haber ascendido recientemente a la primera división noruega, por primera vez desde 2003, el club comenzó a ganar visibilidad en redes sociales gracias a una estrategia simple y eficaz: premiar al jugador del partido con productos típicos de la zona. Huevos de granja, frutillas, harina, leche, leña o pan casero son algunos de los insólitos obsequios que se entregaron a lo largo del año, siempre aportados por comercios y productores locales.

En Noruega, este tipo de prácticas no es nueva: responde al perfil rural de muchas regiones, donde el fútbol actúa como vitrina para agricultores y ganaderos, auténtico motor económico del lugar. La iniciativa despertó simpatía entre los hinchas, proyección para los patrocinadores y, sobre todo, una forma original de celebrar la identidad local con humor.

La última fecha como locales, a pesar de la derrota, los noruegos decidieron darle 40 paquetes de avena, 100 huevos y 20 litros de leche, a la figura del equipo —por descontar el partido 3-1—, el noruego Lasse Qvigstad.

Ahora, ese espíritu empieza a replicarse también en Dinamarca. La imagen de Soulas posando con las papas fue replicada por distintos medios deportivos. En ese contexto, el defensor francés remarcó que fue “una iniciativa del sponsor”, como detallaron después en el comunicado, pero también aceptado por el club.

En un fútbol profesional cada vez más globalizado y condicionado por contratos millonarios, esta campaña escandinava propone una mirada opuesta: volver a lo básico, a lo local, con una dosis de simpatía y sin perder eficacia comunicacional. El resultado es inmediato, con imágenes virales, interacción en redes y un relato fresco en torno a lo que pasa dentro y fuera de la cancha.

“Los compañeros lo tomaron con humor. Y creo que los hinchas también”, resumió Soulas. La pregunta ahora la dejan los propios organizadores: “Todo salió perfecto. Entonces, ¿qué deberíamos llevar la próxima vez que patrocinemos un partido?”.

Otros casos del fútbol internacional

Más allá de esta tendencia escandinava, que se apoya en tradiciones rurales y en la identidad local de clubes con fuerte arraigo comunitario, el fútbol global también ha dejado escenas singulares en las que el patrocinio comercial fue el protagonista, muchas veces con resultados inesperados o desconcertantes.

Sin ir más lejos, el último fin de semana, Gonzalo Montiel fue elegido figura del partido entre River y San Martín de Tucumán por los 16avos de final de la Copa Argentina. ¿El premio? Un set de herramientas Hamilton.

Según medio partidarios, el campeón del mundo decidió quedarse con el insólito premio otorgado por la AFA, y lejos de regalárselo a alguien, ya lo tiene en su casa, listo para utilizarlo ante cualquier necesidad.

No es un caso aislado. Si nos remontamos unos años atrás, el arquero Franco Armani fue coronado como el mejor jugador de uno de los clásicos recordados y bisagras del ciclo de Marcelo Gallardo frente a Boca, por Burger King, dentro de la Supercopa Argentina de 2018.

Ese mismo año, el capitán de Mamelodi Sundowns, Hlompho Kekana, recibió 5 GB de datos móviles cuando fue MVP en la Premier sudafricana; es más, el galardón fue una tarjeta SIM celular gigante, que representaba ese bono de cortesía del sponsor de la liga.

Tan solo un año después, en la temporada 2019/20, el noruego Martin Ødegaard, entonces en la Real Sociedad, fue premiado con un gran pescado —una merluza— por su participación en un evento con aficionados. La imagen se volvió viral y resume bien el impacto de este tipo de campañas publicitarias: premios que poco tienen que ver con lo deportivo, pero mucho con el recuerdo.

 Nacida en Noruega, la iniciativa se transformó en una campaña que mezcla humor, arraigo local y repercusión internacional  Read More