La temperatura había bajado luego de la tormenta de la noche anterior. A primera hora de la mañana, Ana Claudia Reynoso llegaba a la terminal de ómnibus de Pinamar para visitar a su pareja. Parecía un día fresco, perfecto para descansar. Pero, mientras estacionaban el auto, vieron un movimiento extraño en el fondo del jardín. Pensaron que quizás eran hojas que habían caído de los árboles. Pero se sorprendieron cuando encontraron dos gatitos bebés recién nacidos, sobre el césped todavía húmedo.
“Buscamos alrededor, no encontramos rastros de la madre. Y cuando pasó un tiempo considerable sin noticias de la gata, decidimos envolverlos en unas toallas y llevarlos a la casa”, recuerda Ana Claudia. Todavía tenían restos de cordón umbilical y placenta.
Sabían que esos primeros minutos serían de vida o muerte para los cachorros. Por eso, los secaron, los acomodaron en una cajita con mantas y una almohadilla con calor y se contactaron con una médica veterinaria que los guio por teléfono para darles los primeros cuidados.
“Les preparamos su bebida con nutrientes especiales para alimentarlos con jeringas según estrictas indicaciones, cada dos horas aproximadamente. Debíamos mantenerlos bien abrigados porque aprendimos que ellos no generan calor. Nos pusimos en contacto con rescatistas de la zona y por redes sociales para buscar a una nodriza. Dado que la mamá los masajea con su lengua e higieniza permanentemente, esos eran los momentos más complicados que debíamos atravesar”.
“Es fundamental que los recién nacidos, tanto gatitos como perritos, permanezcan en un ambiente con una temperatura confortable, ya que hasta las 3 o 4 semanas de vida no pueden regular su temperatura corporal. Durante este período dependen completamente de la madre o de fuentes de calor externas para mantenerse estables, por lo que es clave evitar tanto el frío como el calor extremo”, explica Carlos Vázquez, veterinario de Purina (MP 8192).
El especialista recomienda que los cachorros no estén en contacto directo con el piso. Es ideal colocar mantas, colchones o incluso cartones que los aíslen del suelo, y procurar mantener el ambiente a una temperatura agradable, similar a aquella en la que una persona se sentiría cómoda usando solo una remera. “No controlar adecuadamente la temperatura puede resultar, en casos de frío extremo: esto lo que se conoce como apagamiento del cachorro, un conjunto de alteraciones fisiológicas y metabólicas que pueden ser muy graves”, alerta Vázquez.
Lamentablemente, pese a la dedicación de la pareja, uno de los gatitos no sobrevivió. Vida, la gatita hembra que logró superar esas horas 48 horas críticas, demostró tener mucha fuerza y vitalidad. “El milagro ocurrió cuando nos contactó una rescatista que cuidaba en su casa a una gata cieguita, llamada Zoe. Había parido dos gatitos diez días antes: uno había muerto y quedaba Antonia. Nos sugirió hacer el intento con Vida”.
Así lo hicieron. En cuanto Zoe olfateó a Vida, enseguida la abrazó. “Fue indescriptible la emoción que sentimos en ese momento. Vida permaneció en tránsito con su nodriza hasta que cumplió dos meses y regresó a casa con nosotros”.
Sin embargo, la maldad humana no se hizo esperar. “Antonia, la gatita de pelaje blanco y negro que se había convertido en hermana de leche de Vida, estaba pronta a ser adoptada. Pero, al saber que se trataba de una hembra, la familia interesada simplemente la descartó”, dice Ana Claudia con tristeza.
A pesar de su naturaleza igualmente cariñosa, los gatos de pelaje negro, los de pelaje blanco y negro y los atigrados suelen ser los menos elegidos, lo que resulta en tasas de adopción más bajas en comparación con sus contrapartes de colores más claro. Según la organización PAWS -que desde 1967 rescata, rehabilita y da en adopción a animales en situación de riesgo-, este fenómeno es conocido como “síndrome del gato negro”. Las razones son variadas y complejas, y abarcan desde mitos y supersticiones arraigados (que traen mala suerte) hasta factores más superficiales como la apariencia y la visibilidad.
Ana Claudia no dudó en tomar cartas en el asunto. “La bondadosa y siempre comprometida rescatista solo podía continuar a cargo de mamá Zoe en su casa. Entonces decidimos traer a la hermanita de leche de Vida con nosotros, después de todo ellas se sienten muy unidas, juegan todo el tiempo mientras están despiertas y duermen abrazadas”.
Hoy, Vida y Antonia viven muy felices, tienen sus espacios preferidos dentro de la casa. Juegan con todo lo que encuentran a su paso: les encantan los papeles, tienen mucha habilidad para transformarlos. “Digo que hacen “Origati” (por Origami). Se meten en zapatos y los empujan, juegan a luchar, entrenan defensa y ataque, se enroscan en cualquier sitio. Van descubriendo de a poco el exterior, siempre bajo supervisión. Tienen visitas periódicas a la veterinaria hasta que llegue el momento de esterilizarlas, ya falta poco, este mes cumplen 5 meses”.
Duermen en la cama con el humano dueño de casa, al que sienten como un gato gigante. “Yo vivo más lejos y las veo todos los días por videollamadas, son muy graciosas, por suerte son sanas y están muy bien cuidadas”.
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Si tenés una historia de adopción, rescate, rehabilitación o ayudaste a algún animal en situación de riesgo y querés contar su historia, escribinos a bestiariolanacion@gmail.com
La temperatura había bajado luego de la tormenta de la noche anterior. A primera hora de la mañana, Ana Claudia Reynoso llegaba a la terminal de ómnibus de Pinamar para visitar a su pareja. Parecía un día fresco, perfecto para descansar. Pero, mientras estacionaban el auto, vieron un movimiento extraño en el fondo del jardín. Pensaron que quizás eran hojas que habían caído de los árboles. Pero se sorprendieron cuando encontraron dos gatitos bebés recién nacidos, sobre el césped todavía húmedo.
“Buscamos alrededor, no encontramos rastros de la madre. Y cuando pasó un tiempo considerable sin noticias de la gata, decidimos envolverlos en unas toallas y llevarlos a la casa”, recuerda Ana Claudia. Todavía tenían restos de cordón umbilical y placenta.
Sabían que esos primeros minutos serían de vida o muerte para los cachorros. Por eso, los secaron, los acomodaron en una cajita con mantas y una almohadilla con calor y se contactaron con una médica veterinaria que los guio por teléfono para darles los primeros cuidados.
“Les preparamos su bebida con nutrientes especiales para alimentarlos con jeringas según estrictas indicaciones, cada dos horas aproximadamente. Debíamos mantenerlos bien abrigados porque aprendimos que ellos no generan calor. Nos pusimos en contacto con rescatistas de la zona y por redes sociales para buscar a una nodriza. Dado que la mamá los masajea con su lengua e higieniza permanentemente, esos eran los momentos más complicados que debíamos atravesar”.
“Es fundamental que los recién nacidos, tanto gatitos como perritos, permanezcan en un ambiente con una temperatura confortable, ya que hasta las 3 o 4 semanas de vida no pueden regular su temperatura corporal. Durante este período dependen completamente de la madre o de fuentes de calor externas para mantenerse estables, por lo que es clave evitar tanto el frío como el calor extremo”, explica Carlos Vázquez, veterinario de Purina (MP 8192).
El especialista recomienda que los cachorros no estén en contacto directo con el piso. Es ideal colocar mantas, colchones o incluso cartones que los aíslen del suelo, y procurar mantener el ambiente a una temperatura agradable, similar a aquella en la que una persona se sentiría cómoda usando solo una remera. “No controlar adecuadamente la temperatura puede resultar, en casos de frío extremo: esto lo que se conoce como apagamiento del cachorro, un conjunto de alteraciones fisiológicas y metabólicas que pueden ser muy graves”, alerta Vázquez.
Lamentablemente, pese a la dedicación de la pareja, uno de los gatitos no sobrevivió. Vida, la gatita hembra que logró superar esas horas 48 horas críticas, demostró tener mucha fuerza y vitalidad. “El milagro ocurrió cuando nos contactó una rescatista que cuidaba en su casa a una gata cieguita, llamada Zoe. Había parido dos gatitos diez días antes: uno había muerto y quedaba Antonia. Nos sugirió hacer el intento con Vida”.
Así lo hicieron. En cuanto Zoe olfateó a Vida, enseguida la abrazó. “Fue indescriptible la emoción que sentimos en ese momento. Vida permaneció en tránsito con su nodriza hasta que cumplió dos meses y regresó a casa con nosotros”.
Sin embargo, la maldad humana no se hizo esperar. “Antonia, la gatita de pelaje blanco y negro que se había convertido en hermana de leche de Vida, estaba pronta a ser adoptada. Pero, al saber que se trataba de una hembra, la familia interesada simplemente la descartó”, dice Ana Claudia con tristeza.
A pesar de su naturaleza igualmente cariñosa, los gatos de pelaje negro, los de pelaje blanco y negro y los atigrados suelen ser los menos elegidos, lo que resulta en tasas de adopción más bajas en comparación con sus contrapartes de colores más claro. Según la organización PAWS -que desde 1967 rescata, rehabilita y da en adopción a animales en situación de riesgo-, este fenómeno es conocido como “síndrome del gato negro”. Las razones son variadas y complejas, y abarcan desde mitos y supersticiones arraigados (que traen mala suerte) hasta factores más superficiales como la apariencia y la visibilidad.
Ana Claudia no dudó en tomar cartas en el asunto. “La bondadosa y siempre comprometida rescatista solo podía continuar a cargo de mamá Zoe en su casa. Entonces decidimos traer a la hermanita de leche de Vida con nosotros, después de todo ellas se sienten muy unidas, juegan todo el tiempo mientras están despiertas y duermen abrazadas”.
Hoy, Vida y Antonia viven muy felices, tienen sus espacios preferidos dentro de la casa. Juegan con todo lo que encuentran a su paso: les encantan los papeles, tienen mucha habilidad para transformarlos. “Digo que hacen “Origati” (por Origami). Se meten en zapatos y los empujan, juegan a luchar, entrenan defensa y ataque, se enroscan en cualquier sitio. Van descubriendo de a poco el exterior, siempre bajo supervisión. Tienen visitas periódicas a la veterinaria hasta que llegue el momento de esterilizarlas, ya falta poco, este mes cumplen 5 meses”.
Duermen en la cama con el humano dueño de casa, al que sienten como un gato gigante. “Yo vivo más lejos y las veo todos los días por videollamadas, son muy graciosas, por suerte son sanas y están muy bien cuidadas”.
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Si tenés una historia de adopción, rescate, rehabilitación o ayudaste a algún animal en situación de riesgo y querés contar su historia, escribinos a bestiariolanacion@gmail.com
La temperatura había bajado luego de la tormenta de la noche anterior. A primera hora de la mañana, Ana Claudia Reynoso llegaba a la terminal de ómnibus de Pinamar para visitar a su pareja. Parecía un día fresco, perfecto para descansar. Pero, mientras estacionaban el auto, vieron un movimiento extraño en el fondo del jardín. Pensaron que quizás eran hojas que habían caído de los árboles. Pero se sorprendieron cuando encontraron dos gatitos bebés recién nacidos, sobre el césped todavía húmedo. “Buscamos alrededor, no encontramos rastros de la madre. Y cuando pasó un tiempo considerable sin noticias de la gata, decidimos envolverlos en unas toallas y llevarlos a la casa”, recuerda Ana Claudia. Todavía tenían restos de cordón umbilical y placenta. Lo rescató en un parque y el ave forjó un vínculo especial con alguien inesperado: “Fue imposible ignorarlo”Sabían que esos primeros minutos serían de vida o muerte para los cachorros. Por eso, los secaron, los acomodaron en una cajita con mantas y una almohadilla con calor y se contactaron con una médica veterinaria que los guio por teléfono para darles los primeros cuidados. “Les preparamos su bebida con nutrientes especiales para alimentarlos con jeringas según estrictas indicaciones, cada dos horas aproximadamente. Debíamos mantenerlos bien abrigados porque aprendimos que ellos no generan calor. Nos pusimos en contacto con rescatistas de la zona y por redes sociales para buscar a una nodriza. Dado que la mamá los masajea con su lengua e higieniza permanentemente, esos eran los momentos más complicados que debíamos atravesar”.“Es fundamental que los recién nacidos, tanto gatitos como perritos, permanezcan en un ambiente con una temperatura confortable, ya que hasta las 3 o 4 semanas de vida no pueden regular su temperatura corporal. Durante este período dependen completamente de la madre o de fuentes de calor externas para mantenerse estables, por lo que es clave evitar tanto el frío como el calor extremo”, explica Carlos Vázquez, veterinario de Purina (MP 8192).El especialista recomienda que los cachorros no estén en contacto directo con el piso. Es ideal colocar mantas, colchones o incluso cartones que los aíslen del suelo, y procurar mantener el ambiente a una temperatura agradable, similar a aquella en la que una persona se sentiría cómoda usando solo una remera. “No controlar adecuadamente la temperatura puede resultar, en casos de frío extremo: esto lo que se conoce como apagamiento del cachorro, un conjunto de alteraciones fisiológicas y metabólicas que pueden ser muy graves”, alerta Vázquez.Lamentablemente, pese a la dedicación de la pareja, uno de los gatitos no sobrevivió. Vida, la gatita hembra que logró superar esas horas 48 horas críticas, demostró tener mucha fuerza y vitalidad. “El milagro ocurrió cuando nos contactó una rescatista que cuidaba en su casa a una gata cieguita, llamada Zoe. Había parido dos gatitos diez días antes: uno había muerto y quedaba Antonia. Nos sugirió hacer el intento con Vida”. Así lo hicieron. En cuanto Zoe olfateó a Vida, enseguida la abrazó. “Fue indescriptible la emoción que sentimos en ese momento. Vida permaneció en tránsito con su nodriza hasta que cumplió dos meses y regresó a casa con nosotros”. Sin embargo, la maldad humana no se hizo esperar. “Antonia, la gatita de pelaje blanco y negro que se había convertido en hermana de leche de Vida, estaba pronta a ser adoptada. Pero, al saber que se trataba de una hembra, la familia interesada simplemente la descartó”, dice Ana Claudia con tristeza. A pesar de su naturaleza igualmente cariñosa, los gatos de pelaje negro, los de pelaje blanco y negro y los atigrados suelen ser los menos elegidos, lo que resulta en tasas de adopción más bajas en comparación con sus contrapartes de colores más claro. Según la organización PAWS -que desde 1967 rescata, rehabilita y da en adopción a animales en situación de riesgo-, este fenómeno es conocido como “síndrome del gato negro”. Las razones son variadas y complejas, y abarcan desde mitos y supersticiones arraigados (que traen mala suerte) hasta factores más superficiales como la apariencia y la visibilidad.Ana Claudia no dudó en tomar cartas en el asunto. “La bondadosa y siempre comprometida rescatista solo podía continuar a cargo de mamá Zoe en su casa. Entonces decidimos traer a la hermanita de leche de Vida con nosotros, después de todo ellas se sienten muy unidas, juegan todo el tiempo mientras están despiertas y duermen abrazadas”. Hoy, Vida y Antonia viven muy felices, tienen sus espacios preferidos dentro de la casa. Juegan con todo lo que encuentran a su paso: les encantan los papeles, tienen mucha habilidad para transformarlos. “Digo que hacen “Origati” (por Origami). Se meten en zapatos y los empujan, juegan a luchar, entrenan defensa y ataque, se enroscan en cualquier sitio. Van descubriendo de a poco el exterior, siempre bajo supervisión. Tienen visitas periódicas a la veterinaria hasta que llegue el momento de esterilizarlas, ya falta poco, este mes cumplen 5 meses”. Duermen en la cama con el humano dueño de casa, al que sienten como un gato gigante. “Yo vivo más lejos y las veo todos los días por videollamadas, son muy graciosas, por suerte son sanas y están muy bien cuidadas”.Compartí una historiaSi tenés una historia de adopción, rescate, rehabilitación o ayudaste a algún animal en situación de riesgo y querés contar su historia, escribinos a bestiariolanacion@gmail.com Read More