San Cayetano: “No podemos desentendernos de los que sufren”, el fuerte reclamo de García Cuerva a Milei y Jorge Macri

Como cada año, este 7 de agosto se celebró una misa especial por el día de San Cayetano, en el santuario homónimo, en el barrio porteño de Liniers. Cientos de fieles esperaron en fila desde el miércoles para recibir la bendición y escuchar las misas, en especial la homilía que brindó monseñor Jorge García Cuerva, que reiteró los reclamos por los más vulnerables y, en consonancia con la fecha, por los trabajadores.

“El pan no se niega y el trabajo no se mendiga. Pan y trabajo no es una consigna, es el grito de una madre con la heladera vacía; es el suspiro de un padre que se guarda las lágrimas; es una oración que ya no dice en voz alta para no quebrarse del todo”, proclamó el arzobispo de Buenos Aires.

Este año tiene un contexto particular tras la caída del empleo y el ajuste económico. San Cayetano es, para la religión católica, cuidador y defensor de los pobres y de los enfermos, y el patrono del pan y del trabajo. Por eso, varios movimientos sociales, gremios y sectores de la Iglesia impulsaron para la tarde una marcha que partirá desde Liniers hasta la Plaza de Mayo contra del gobierno de Javier Milei.

A las 8, antes de que las columnas empezaran su recorrido, García Cuerva realizó la bendición de herramientas. “Pan y trabajo no es una consigna, es el grito de una madre con la heladera vacía; es el suspiro de un padre que se guarda las lágrimas; es una oración que ya no dice en voz alta para no quebrarse del todo. Hoy no pedimos fuegos artificiales, pedimos lo esencial, lo justo, lo humano, un trabajo que no duela, una mesa que no saltee ninguna comida, un sueldo que no se gaste en los primeros tres días, un día libre que no sea por estar enfermo, un poco de paz, un poco de alegría sin culpa”, expresó.

Una frase que se repitió fue “Nadie se salva solo”, en diversas misas a lo largo de la mañana que recordaron las palabras del fallecido papa Francisco, como otra pata de la postura sociopolítica que viene expresando el sector, con el pedido de hermandad y unión social. El lema en la celebración de San Cayetano es, en concreto, “Paz, Pan, Tierra, Techo y Trabajo”

Mientras se esperaban las palabras del arzobispo en la misa central de las 11, un grupo de jóvenes repartía pan a la gente que hacía fila. Había dos: la rápida y la lenta. La primera, para entrar al santuario, dar la vuelta y salir; la segunda, para pasar a tocar la imagen del santo. Varios curas y seminaristas bendecían a pequeños grupos cada pocos metros y las estampitas de San Cayetano que los feligreses recibían en el santuario.

El discurso de García Cuerva –y de la Iglesia en general- posee alusiones políticas desde hace tiempo y hoy no fue la excepción. Se refirió a discapacitados, jubilados, recicladores, violencia verbal y hasta inflación. La gente aplaudía y vitoreaba.

A las 11 empezó la misa. Los peregrinos del santuario, como también les llaman a los fieles, ocuparon rápido la calzada, con una fuerte preponderancia de adultos mayores. García Cuerva abrió al triple grito de “Viva San Cayetano”, y la triple respuesta de la multitud: “Viva”.

A la vez, pidió: “Por todo nuestro país, por nuestros hermanos que no consiguen trabajo, por los que vienen hoy a agradecer por el trabajo, por todas las intenciones de cada uno de ustedes”.

Narró la parábola de un hijo menor que vuelve a la casa del padre, “casa de reconciliación”, a un padre que perdona. El pedido: que San Cayetano haga de esta patria una casa de reconciliación. “Le rogamos a nuestro santo patrono que podamos recapacitar como ese hijo de la parábola, salir del chiquero de las descalificaciones y del odio, ponernos de pie y animarnos a dar el paso hacia la reconciliación entre los argentinos”, leyó.

Volvió a recordar a Jorge Bergoglio y sus palabras en contra del aislamiento social: “Cultura del encuentro, sí […], eso es lo que nos falta a nosotros como país. Encontrarnos, sentirnos cerca unos de otros, sentarnos a una misma mesa para pensar juntos, para generar consensos, para dialogar, para llorar nuestros fracasos sin estar siempre buscando culpables por lo que está mal”.

“El trabajo dignifica” fue otra frase propulsora del fuerte discurso que brindó y en el repetido pedido por “todos, todos, todos” los trabajadores, se refirió también al anuncio del gobierno porteño, liderado por Jorge Macri, contra las personas que manipulan los contenedores.

“Pedimos una vez más a San Cayetano por todos los trabajadores de nuestra Patria, por todos, por todos, porque como Iglesia valoramos todas las formas de trabajo, el empleo formal, los emprendimientos familiares, la economía popular, el reciclado, las changas. Toda actividad que con esfuerzo lleva dignamente el pan a la mesa merece ser reconocida, acompañada y protegida”, afirmó.

Y agregó: “Somos custodios y guardianes de la vida de los demás, de los más pobres, de los más débiles, de los ancianos que siguen esperando una jubilación digna. Somos custodios de los discapacitados y de todos los enfermos. No podemos desentendernos de los que sufren. No podemos desentendernos de los que revuelven los tachos de basura buscando algo para comer, que no lo hacen porque les gusta, lo hacen por necesidad”.

Pidió que la Argentina se reconcilie, que deje de haber descalificaciones, discursos de odio, palabras que lastiman. Citó al papa León XIV, quien suele enfatizar en la importancia que tienen las formas de comunicar. En una semana en donde parte del foco también estuvo puesto en la cantidad de insultos del presidente: “Debemos decir no a la guerra de las palabras y de las imágenes.[…] que podamos dialogar, que podamos encontrarnos para buscar soluciones a los problemas que aquejan a nuestro pueblo, que se revalorice el trabajo. […] Como nos decía el recordado y querido Francisco, lo que te da dignidad es ganar el pan, y si nosotros no damos a nuestra gente la capacidad de ganar el pan, eso se llama injusticia social”.

Habló, por último, de la inflación como “el impuesto de los pobres” y le pidió a San Cayetano que ayude, así como bajó esta, a bajar los niveles de agresión, de indiferencia, de individualismo, de crueldad.

Como cada año, este 7 de agosto se celebró una misa especial por el día de San Cayetano, en el santuario homónimo, en el barrio porteño de Liniers. Cientos de fieles esperaron en fila desde el miércoles para recibir la bendición y escuchar las misas, en especial la homilía que brindó monseñor Jorge García Cuerva, que reiteró los reclamos por los más vulnerables y, en consonancia con la fecha, por los trabajadores.

“El pan no se niega y el trabajo no se mendiga. Pan y trabajo no es una consigna, es el grito de una madre con la heladera vacía; es el suspiro de un padre que se guarda las lágrimas; es una oración que ya no dice en voz alta para no quebrarse del todo”, proclamó el arzobispo de Buenos Aires.

Este año tiene un contexto particular tras la caída del empleo y el ajuste económico. San Cayetano es, para la religión católica, cuidador y defensor de los pobres y de los enfermos, y el patrono del pan y del trabajo. Por eso, varios movimientos sociales, gremios y sectores de la Iglesia impulsaron para la tarde una marcha que partirá desde Liniers hasta la Plaza de Mayo contra del gobierno de Javier Milei.

A las 8, antes de que las columnas empezaran su recorrido, García Cuerva realizó la bendición de herramientas. “Pan y trabajo no es una consigna, es el grito de una madre con la heladera vacía; es el suspiro de un padre que se guarda las lágrimas; es una oración que ya no dice en voz alta para no quebrarse del todo. Hoy no pedimos fuegos artificiales, pedimos lo esencial, lo justo, lo humano, un trabajo que no duela, una mesa que no saltee ninguna comida, un sueldo que no se gaste en los primeros tres días, un día libre que no sea por estar enfermo, un poco de paz, un poco de alegría sin culpa”, expresó.

Una frase que se repitió fue “Nadie se salva solo”, en diversas misas a lo largo de la mañana que recordaron las palabras del fallecido papa Francisco, como otra pata de la postura sociopolítica que viene expresando el sector, con el pedido de hermandad y unión social. El lema en la celebración de San Cayetano es, en concreto, “Paz, Pan, Tierra, Techo y Trabajo”

Mientras se esperaban las palabras del arzobispo en la misa central de las 11, un grupo de jóvenes repartía pan a la gente que hacía fila. Había dos: la rápida y la lenta. La primera, para entrar al santuario, dar la vuelta y salir; la segunda, para pasar a tocar la imagen del santo. Varios curas y seminaristas bendecían a pequeños grupos cada pocos metros y las estampitas de San Cayetano que los feligreses recibían en el santuario.

El discurso de García Cuerva –y de la Iglesia en general- posee alusiones políticas desde hace tiempo y hoy no fue la excepción. Se refirió a discapacitados, jubilados, recicladores, violencia verbal y hasta inflación. La gente aplaudía y vitoreaba.

A las 11 empezó la misa. Los peregrinos del santuario, como también les llaman a los fieles, ocuparon rápido la calzada, con una fuerte preponderancia de adultos mayores. García Cuerva abrió al triple grito de “Viva San Cayetano”, y la triple respuesta de la multitud: “Viva”.

A la vez, pidió: “Por todo nuestro país, por nuestros hermanos que no consiguen trabajo, por los que vienen hoy a agradecer por el trabajo, por todas las intenciones de cada uno de ustedes”.

Narró la parábola de un hijo menor que vuelve a la casa del padre, “casa de reconciliación”, a un padre que perdona. El pedido: que San Cayetano haga de esta patria una casa de reconciliación. “Le rogamos a nuestro santo patrono que podamos recapacitar como ese hijo de la parábola, salir del chiquero de las descalificaciones y del odio, ponernos de pie y animarnos a dar el paso hacia la reconciliación entre los argentinos”, leyó.

Volvió a recordar a Jorge Bergoglio y sus palabras en contra del aislamiento social: “Cultura del encuentro, sí […], eso es lo que nos falta a nosotros como país. Encontrarnos, sentirnos cerca unos de otros, sentarnos a una misma mesa para pensar juntos, para generar consensos, para dialogar, para llorar nuestros fracasos sin estar siempre buscando culpables por lo que está mal”.

“El trabajo dignifica” fue otra frase propulsora del fuerte discurso que brindó y en el repetido pedido por “todos, todos, todos” los trabajadores, se refirió también al anuncio del gobierno porteño, liderado por Jorge Macri, contra las personas que manipulan los contenedores.

“Pedimos una vez más a San Cayetano por todos los trabajadores de nuestra Patria, por todos, por todos, porque como Iglesia valoramos todas las formas de trabajo, el empleo formal, los emprendimientos familiares, la economía popular, el reciclado, las changas. Toda actividad que con esfuerzo lleva dignamente el pan a la mesa merece ser reconocida, acompañada y protegida”, afirmó.

Y agregó: “Somos custodios y guardianes de la vida de los demás, de los más pobres, de los más débiles, de los ancianos que siguen esperando una jubilación digna. Somos custodios de los discapacitados y de todos los enfermos. No podemos desentendernos de los que sufren. No podemos desentendernos de los que revuelven los tachos de basura buscando algo para comer, que no lo hacen porque les gusta, lo hacen por necesidad”.

Pidió que la Argentina se reconcilie, que deje de haber descalificaciones, discursos de odio, palabras que lastiman. Citó al papa León XIV, quien suele enfatizar en la importancia que tienen las formas de comunicar. En una semana en donde parte del foco también estuvo puesto en la cantidad de insultos del presidente: “Debemos decir no a la guerra de las palabras y de las imágenes.[…] que podamos dialogar, que podamos encontrarnos para buscar soluciones a los problemas que aquejan a nuestro pueblo, que se revalorice el trabajo. […] Como nos decía el recordado y querido Francisco, lo que te da dignidad es ganar el pan, y si nosotros no damos a nuestra gente la capacidad de ganar el pan, eso se llama injusticia social”.

Habló, por último, de la inflación como “el impuesto de los pobres” y le pidió a San Cayetano que ayude, así como bajó esta, a bajar los niveles de agresión, de indiferencia, de individualismo, de crueldad.

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