El mercado de arte está en crisis, las galerías se quejan, acá y en todas partes, por una meseta de ventas que no cesa. Algunos bajan la cortina, otros cambian de estrategia, las ferias registran éxodos y los museos deben rediseñar su agenda. La Tate Modern, que fue la cereza del postre en el siglo XXI, “está aburrida”, los diarios británicos la llaman un “mausoleo cívico” , ya no genera el frenesí loco de la inauguración de la exusina convertida en un mega museo por los suizos Herzog y DeMeuron, cuando Vicente Teodoli curador valenciano impuso en el bar la tortilla con jamón ibérico. Allí mismo donde Olafur Eliasson hizo llorar de emoción al público mirando una puesta de sol en la Turbine Hall.
Ya nada es lo que era. Hay señales de saturación, acelerada por la pandemia y el pánico de siempre a la recesión. El vaso mitad vacío o mitad lleno, según el cristal con el que que se mire.
Arte & moda, los dividendos de una alianza que es furor
En los ’90, los yenes nipones batieron todas las marcas de precios con el Retrato de Gachet pagado US$82,3 millones en 1990 . En 2004 Picasso rompió la mala racha al subastar el divino Muchacho con pipa en US$104 millones. El cuadro soñado, época rosa, belleza pura. Ahora es la jequesa de Qatar, hermana del emir, la que marca el ritmo de las ventas de arte, agita el mercado y pone los dólares del gas en tremendas inversiones de arte. La joven y guapa Al Mayassa bint Al Thani es la nueva jugadora: trae ilusión y dólares. Literalmente. Ganó fama y centimetraje mediático cuando compró Jugadores de cartas, de Cezanne en US$250 millones. Primer paso. En 20 años hizo de Doha una capital de arte contemporáneo con un museo fascinante diseñado por el francés Jean Nouvel, inspirado en la rosa del desierto. Hay que verlo. Corta la respiración.
Hasta hace unos días se vio allí Latinoamericanos la muestra con 170 cuadros de Malba, impulsada por Teresa Bulgheroni, influyente empresaria, coleccionista y vicepresidente del Malba. Con su burka negra y un perfil discreto, la jequesa se prepara para recibir en febrero 2026 la primera edición de Art Basel Doha. Profecía cumplida; el relojito suizo del arte se quedará con todo. Ya tiene Miami Beach, Paris, Basel Suiza , Hong Kong y ahora Doha.
En medio de este pánico recesivo Miami tendrá récord de 285 galerías de 44 países y la Argentina estará presente con Ruth Benzacar, Rolf, Barro, Isla Flotante, Pasto y W. No es poco. Bien hechos los deberes para conquistar un mercado boyante, dominado por los ricos cubanos, colombianos, venezolanos, mexicanos, neoyorquinos y europeos, que huyen del frío para brindar con daiquiris y bailar bachata.
La jequesa Al Mayassa compra Hirst, Warhol, Olafur Eliasson, Richard Serra y es una genial anfitriona. La crisis del mercado pospandemia será un punto de inflexión y los qataris pueden ganar la batalla: dominan el gas en el Golfo Pérsico. Economía y arte van de la mano. Desde los Medicis hasta hoy. Los galeristas de Paris se achican; arteBA tiene una prueba de fuego, y está claro que la franja de obras de US$50 a 100.000 hace agua. Es más fácil vender un récord de 10 millones de euros, como la Birkin Bag de Hermés que una buena pintura. Se paga el marketing, la leyenda y la sonrisa de Jane. Esa jeneusse dorée no tiene precio.
El mercado de arte está en crisis, las galerías se quejan, acá y en todas partes, por una meseta de ventas que no cesa. Algunos bajan la cortina, otros cambian de estrategia, las ferias registran éxodos y los museos deben rediseñar su agenda. La Tate Modern, que fue la cereza del postre en el siglo XXI, “está aburrida”, los diarios británicos la llaman un “mausoleo cívico” , ya no genera el frenesí loco de la inauguración de la exusina convertida en un mega museo por los suizos Herzog y DeMeuron, cuando Vicente Teodoli curador valenciano impuso en el bar la tortilla con jamón ibérico. Allí mismo donde Olafur Eliasson hizo llorar de emoción al público mirando una puesta de sol en la Turbine Hall.
Ya nada es lo que era. Hay señales de saturación, acelerada por la pandemia y el pánico de siempre a la recesión. El vaso mitad vacío o mitad lleno, según el cristal con el que que se mire.
Arte & moda, los dividendos de una alianza que es furor
En los ’90, los yenes nipones batieron todas las marcas de precios con el Retrato de Gachet pagado US$82,3 millones en 1990 . En 2004 Picasso rompió la mala racha al subastar el divino Muchacho con pipa en US$104 millones. El cuadro soñado, época rosa, belleza pura. Ahora es la jequesa de Qatar, hermana del emir, la que marca el ritmo de las ventas de arte, agita el mercado y pone los dólares del gas en tremendas inversiones de arte. La joven y guapa Al Mayassa bint Al Thani es la nueva jugadora: trae ilusión y dólares. Literalmente. Ganó fama y centimetraje mediático cuando compró Jugadores de cartas, de Cezanne en US$250 millones. Primer paso. En 20 años hizo de Doha una capital de arte contemporáneo con un museo fascinante diseñado por el francés Jean Nouvel, inspirado en la rosa del desierto. Hay que verlo. Corta la respiración.
Hasta hace unos días se vio allí Latinoamericanos la muestra con 170 cuadros de Malba, impulsada por Teresa Bulgheroni, influyente empresaria, coleccionista y vicepresidente del Malba. Con su burka negra y un perfil discreto, la jequesa se prepara para recibir en febrero 2026 la primera edición de Art Basel Doha. Profecía cumplida; el relojito suizo del arte se quedará con todo. Ya tiene Miami Beach, Paris, Basel Suiza , Hong Kong y ahora Doha.
En medio de este pánico recesivo Miami tendrá récord de 285 galerías de 44 países y la Argentina estará presente con Ruth Benzacar, Rolf, Barro, Isla Flotante, Pasto y W. No es poco. Bien hechos los deberes para conquistar un mercado boyante, dominado por los ricos cubanos, colombianos, venezolanos, mexicanos, neoyorquinos y europeos, que huyen del frío para brindar con daiquiris y bailar bachata.
La jequesa Al Mayassa compra Hirst, Warhol, Olafur Eliasson, Richard Serra y es una genial anfitriona. La crisis del mercado pospandemia será un punto de inflexión y los qataris pueden ganar la batalla: dominan el gas en el Golfo Pérsico. Economía y arte van de la mano. Desde los Medicis hasta hoy. Los galeristas de Paris se achican; arteBA tiene una prueba de fuego, y está claro que la franja de obras de US$50 a 100.000 hace agua. Es más fácil vender un récord de 10 millones de euros, como la Birkin Bag de Hermés que una buena pintura. Se paga el marketing, la leyenda y la sonrisa de Jane. Esa jeneusse dorée no tiene precio.
Desde Londres a Doha, los magnates reescriben las reglas de un mercado golpeado por la pandemia pero sostenido por fortunas dispuestas a pagar cifras récord Read More