Las grandes compañías celebran que la Argentina crece, pero alertan sobre la debilidad del peso

Es una verdad largamente asumida en el ámbito empresario a nivel mundial. Casi todas las grandes corporaciones, acostumbradas a hacer una comunicación profesional, en ocasiones edulcorada, políticamente correcta o tendiente a defender sus intereses específicos, deben pasar por un espacio donde sólo pueden decir la verdad más cruda de manera frontal.

Se trata de los documentos que envían a la denominada Securities and Exchange Commission, más conocida como SEC, el organismo que controla a las compañías que cotizan en la Bolsa norteamericana.

Hay casos históricos elocuentes. Muchas firmas han llegado a reconocer ante sus autoridades que pagaron coimas a funcionarios públicos para quedarse con determinados negocios. Lo hacen con el objetivo de que el organismo regulador acepte “sólo” ponerles una multa por su mala práctica, pero les permita seguir cotizando en esa codiciada plaza.

La Argentina tiene también ejemplos de esa obligación de decir la verdad al regulador norteamericano. Un gran ejemplo es lo que pasó en 2012, cuando se estatizó YPF. Axel Kicillof y Julio De Vido, los interventores de la empresa designados por Cristina Kirchner, debieron informarle a la SEC los riesgos que corría la petrolera que conducían por el solo hecho de hacer negocios en el país que ellos mismos gobernaban.

A esa arena de regulaciones y compulsión a la “verdad” fue a buscar LA NACION qué es lo que piensan las grandes corporaciones a nivel mundial con actividad en la Argentina sobre el gobierno del presidente Javier Milei.

El sondeo involucra los testimonios de estas corporaciones en diversos documentos, conocidos como 10-K y 20-F, remitidos al organismo regulador por empresas como Coca-Cola, PepsiCo, General Motors, Ford, Mondelēz, Stellantis y Volkswagen, entre otras, durante el año pasado y lo que va de 2025.

Se destacan dos hechos. En el lenguaje de los números, casi todas las compañías lamentan que sus negocios se desplomaron en el país en el primer año de gestión de La Libertad Avanza. Señalan, sin embargo, que sus ventas se recuperaron también de manera notable en los primeros meses de 2025.

En las páginas frías donde mandan los números, las grandes multinacionales no le prestan atención a la explosión de liberalismo, el presunto fin del kirchnerismo ni las rencillas cotidianas de la política doméstica. Solo les importa una cosa: la baja de la inflación que alcanzó el proyecto libertario desde que llegó al poder.

Frente a los ojos del mundo, además, la Argentina sigue arrastrando un problema histórico que, previsiblemente, no se disipó a menos de dos años del cambio de mando en la Casa Rosada. Se trata de la devaluación periódica del peso, que ocurrió con fuerza a la llegada de Milei al poder.

Algunas empresas comenzaron a experimentar el crecimiento de sus negocios. Una de ellas es Coca-Cola. El último reporte enviado a la Bolsa de Nueva York, sobre cifras de Femsa -la principal embotelladora de Coca-Cola en el mundo y también en la Argentina- lamenta la caída en las ventas en América Latina, a lo que se agrega una baja de 6% en México. Salvó parcialmente la tendencia el sobresaliente andar de su negocio en la Argentina. Se disparó 14%.

Las cifras del segundo trimestre de 2025 compensan la debacle del año anterior. En el primer año de gestión de Milei, caracterizado por un fuerte ajuste fiscal, inflación en niveles más altos que los actuales y estancamiento de la economía, sus ventas retrocedieron 12% en el país.

La recuperación de la economía este año también se expande por sectores distintos al de la alimentación. La alemana Volkswagen reconoce que la venta de autos nuevos fue muy elevada, pero destaca dos casos en particular. “En Brasil, la cantidad de registros de vehículos nuevos fue notablemente mayor que el año anterior, mientras que el volumen de mercado en Argentina registró un aumento muy fuerte”.

La compañía envió un guiño franco a la nueva política económica. En sus propios términos, sostiene que “en la Argentina, la mejora de las condiciones macroeconómicas” llevó a un aumento muy marcado en la cantidad de contratos de servicios financieros celebrados (créditos).

“El incremento de los ingresos netos en Sudamérica durante el primer semestre de 2025, en comparación con igual período de 2024, se explicó por mayores volúmenes, impulsados principalmente por Argentina, aunque este efecto fue ampliamente compensado por el impacto negativo del tipo de cambio del real brasileño y el peso argentino”, agrega.

Stellantis es una gigante automotriz que fabrica las marcas Fiat, Peugeot, Jeep y Citroën, entre otras. Produce las dos primeras en el país. Dice cosas similares sobre la Argentina.

El año pasado, sus ventas cayeron 8,1%, mientras que Brasil creció. Pero se recuperaron con fuerza en este semestre. “El aumento de los ingresos netos en Sudamérica durante los seis meses finalizados el 30 de junio de 2025, en comparación con el mismo período de 2024, se debió a un incremento en los volúmenes, impulsado principalmente por la Argentina”, remarca en sus resultados del primer semestre.

El caso de PepsiCo es comparable en un punto con el de su competidora, Coca-Cola. Sobre su negocio en América Latina en el primer año de gestión de Milei, explica que su volumen de ventas en la región “cayó un 2%, reflejando principalmente bajas de dos dígitos en Perú y la Argentina, parcialmente compensadas por un crecimiento de un dígito bajo en Brasil”. No hay todavía cifras sobre 2025.

Mondelēz, dedicada a la fabricación y venta de alimentos, alerta con vehemencia sobre los riesgos asociados a la operación en mercados emergentes como la Argentina.

La dueña de marcas como Oreo, Milka, Toblerone, Trident, Halls y Cadbury, de hecho, pone de ejemplo al país. “Por caso —sostiene en una de sus comunicaciones a la SEC—, en diciembre de 2023, el peso argentino se devaluó significativamente por encima de los niveles históricos. En consecuencia, las modificaciones en los tipos de cambio que utilizamos para convertir nuestros resultados a dólares estadounidenses con fines de información financiera o para transacciones que involucran múltiples monedas podrían afectar de manera significativa y negativa la demanda futura de nuestros productos, nuestra situación financiera, los resultados de operación, los flujos de efectivo y el precio de nuestras acciones, así como nuestras relaciones con clientes, proveedores y empleados, tanto a corto como a largo plazo”.

Lamenta que la fortaleza del dólar en relación con la mayoría de las monedas, incluyendo “el peso argentino, el rublo ruso, el real brasileño, la libra egipcia, la lira turca, el yuan chino y el naira nigeriano” haya impactado en sus ganancias expresadas en la divisa norteamericana.

La empresa también aclara que la Argentina, Turquía, Egipto y Nigeria se consideran economías altamente inflacionarias. Son los problemas nacionales que vienen desde la historia y sólo podrán disiparse en muchos años de hacer algo distinto a lo que ocurrió en el pasado.

Desconfianza al peso

La lista de compañías que lamentan la debilidad de la moneda local—más allá de la apreciación parcial del peso durante determinadas épocas del año— es muy extensa.

Alphabet, la dueña de Google, sostiene que “el crecimiento de los ingresos en la región se vio afectado negativamente por los cambios en los tipos de cambio, principalmente debido al fortalecimiento del dólar estadounidense en relación con el peso argentino y el real brasileño”.

Y el gigante del streaming Netflix, explica lo mismo con otras palabras. Dice que “los efectos desfavorables del tipo de cambio en el año 2024 se debieron principalmente a la devaluación del peso argentino en relación con el dólar estadounidense, junto con importantes aumentos de precios en moneda local en esa jurisdicción”.

La Argentina, al menos, no está sola en ese lote de países con dificultades cambiarias. La acompañan en la región, según los términos de Netflix, Brasil y México.

Johnson & Johnson hace dispositivos médicos, productos farmacéuticos y bienes de consumo para el cuidado de la salud. Le dedica un párrafo reciente a los denominados riesgos de inflación y devaluación monetaria.

En ese punto, la empresa sostiene que tiene desafíos para mantener la rentabilidad de sus operaciones en economías que experimentan altas tasas de inflación. “Específicamente, la compañía ha considerado que sus operaciones en la Argentina, Turquía, Venezuela y Egipto están en economías altamente inflacionarias, ya que la tasa de inflación acumulada de los últimos tres años superó el 100%”, dice, y aclara que podría experimentar pérdidas operativas como resultado de una inflación persistente.

Para Stellantis, las dificultades cambiarias impactaron negativamente en los ingresos de la compañía por la debilitación del real brasileño, el peso argentino y la lira turca frente al euro.

La fabricante local de Fiat y Peugeot advierte, también, sobre otra dificultad vigente en el país. Se trata de dinero en efectivo que tiene en sus filiales y puede estar sujeto a restricciones al momento de transferirlo. Menciona en particular a la Argentina, donde tenía un saldo de €680 millones en efectivo y valores al 31 de diciembre de 2024, casi lo mismo que el año anterior. La empresa no especifica en sus resultados si esa situación cambió en 2025.

El caso de Stellantis es paradigmático. Puede funcionar como un recordatorio acerca de la necesidad de levantar del todo el cepo cambiario desde el punto de vista de las empresas que tienen inversiones globales.

Negocios en venta

La mirada de las compañías internacionales sobre la Argentina adquiere nueva relevancia a raíz de los últimos hechos. Según un informe de PwC, en los últimos cinco años, al menos 70 empresas multinacionales decidieron vender sus negocios en el país, cediendo sus activos o transfiriendo operaciones a jugadores locales o regionales.

Entre las salidas más resonantes figuran Falabella, Walmart, la aerolínea Latam, ExxonMobil, HSBC, Telefónica e Itaú. Otras firmas se retiraron del país, pero dejaron sus marcas operando bajo el control de jugadores locales, como ocurrió con Procter & Gamble (P&G), que vendió a Newsan, o Mercedes-Benz, cuya operación de utilitarios y autos fue tomada por Open Cars.

Como contó LA NACION, detrás no hay una única causa, pero se destaca el hecho de revisar su presencia en un mercado que representa una porción reducida de sus ingresos globales, pero exige una dedicación enorme al momento de gestionarlo.

Es una verdad largamente asumida en el ámbito empresario a nivel mundial. Casi todas las grandes corporaciones, acostumbradas a hacer una comunicación profesional, en ocasiones edulcorada, políticamente correcta o tendiente a defender sus intereses específicos, deben pasar por un espacio donde sólo pueden decir la verdad más cruda de manera frontal.

Se trata de los documentos que envían a la denominada Securities and Exchange Commission, más conocida como SEC, el organismo que controla a las compañías que cotizan en la Bolsa norteamericana.

Hay casos históricos elocuentes. Muchas firmas han llegado a reconocer ante sus autoridades que pagaron coimas a funcionarios públicos para quedarse con determinados negocios. Lo hacen con el objetivo de que el organismo regulador acepte “sólo” ponerles una multa por su mala práctica, pero les permita seguir cotizando en esa codiciada plaza.

La Argentina tiene también ejemplos de esa obligación de decir la verdad al regulador norteamericano. Un gran ejemplo es lo que pasó en 2012, cuando se estatizó YPF. Axel Kicillof y Julio De Vido, los interventores de la empresa designados por Cristina Kirchner, debieron informarle a la SEC los riesgos que corría la petrolera que conducían por el solo hecho de hacer negocios en el país que ellos mismos gobernaban.

A esa arena de regulaciones y compulsión a la “verdad” fue a buscar LA NACION qué es lo que piensan las grandes corporaciones a nivel mundial con actividad en la Argentina sobre el gobierno del presidente Javier Milei.

El sondeo involucra los testimonios de estas corporaciones en diversos documentos, conocidos como 10-K y 20-F, remitidos al organismo regulador por empresas como Coca-Cola, PepsiCo, General Motors, Ford, Mondelēz, Stellantis y Volkswagen, entre otras, durante el año pasado y lo que va de 2025.

Se destacan dos hechos. En el lenguaje de los números, casi todas las compañías lamentan que sus negocios se desplomaron en el país en el primer año de gestión de La Libertad Avanza. Señalan, sin embargo, que sus ventas se recuperaron también de manera notable en los primeros meses de 2025.

En las páginas frías donde mandan los números, las grandes multinacionales no le prestan atención a la explosión de liberalismo, el presunto fin del kirchnerismo ni las rencillas cotidianas de la política doméstica. Solo les importa una cosa: la baja de la inflación que alcanzó el proyecto libertario desde que llegó al poder.

Frente a los ojos del mundo, además, la Argentina sigue arrastrando un problema histórico que, previsiblemente, no se disipó a menos de dos años del cambio de mando en la Casa Rosada. Se trata de la devaluación periódica del peso, que ocurrió con fuerza a la llegada de Milei al poder.

Algunas empresas comenzaron a experimentar el crecimiento de sus negocios. Una de ellas es Coca-Cola. El último reporte enviado a la Bolsa de Nueva York, sobre cifras de Femsa -la principal embotelladora de Coca-Cola en el mundo y también en la Argentina- lamenta la caída en las ventas en América Latina, a lo que se agrega una baja de 6% en México. Salvó parcialmente la tendencia el sobresaliente andar de su negocio en la Argentina. Se disparó 14%.

Las cifras del segundo trimestre de 2025 compensan la debacle del año anterior. En el primer año de gestión de Milei, caracterizado por un fuerte ajuste fiscal, inflación en niveles más altos que los actuales y estancamiento de la economía, sus ventas retrocedieron 12% en el país.

La recuperación de la economía este año también se expande por sectores distintos al de la alimentación. La alemana Volkswagen reconoce que la venta de autos nuevos fue muy elevada, pero destaca dos casos en particular. “En Brasil, la cantidad de registros de vehículos nuevos fue notablemente mayor que el año anterior, mientras que el volumen de mercado en Argentina registró un aumento muy fuerte”.

La compañía envió un guiño franco a la nueva política económica. En sus propios términos, sostiene que “en la Argentina, la mejora de las condiciones macroeconómicas” llevó a un aumento muy marcado en la cantidad de contratos de servicios financieros celebrados (créditos).

“El incremento de los ingresos netos en Sudamérica durante el primer semestre de 2025, en comparación con igual período de 2024, se explicó por mayores volúmenes, impulsados principalmente por Argentina, aunque este efecto fue ampliamente compensado por el impacto negativo del tipo de cambio del real brasileño y el peso argentino”, agrega.

Stellantis es una gigante automotriz que fabrica las marcas Fiat, Peugeot, Jeep y Citroën, entre otras. Produce las dos primeras en el país. Dice cosas similares sobre la Argentina.

El año pasado, sus ventas cayeron 8,1%, mientras que Brasil creció. Pero se recuperaron con fuerza en este semestre. “El aumento de los ingresos netos en Sudamérica durante los seis meses finalizados el 30 de junio de 2025, en comparación con el mismo período de 2024, se debió a un incremento en los volúmenes, impulsado principalmente por la Argentina”, remarca en sus resultados del primer semestre.

El caso de PepsiCo es comparable en un punto con el de su competidora, Coca-Cola. Sobre su negocio en América Latina en el primer año de gestión de Milei, explica que su volumen de ventas en la región “cayó un 2%, reflejando principalmente bajas de dos dígitos en Perú y la Argentina, parcialmente compensadas por un crecimiento de un dígito bajo en Brasil”. No hay todavía cifras sobre 2025.

Mondelēz, dedicada a la fabricación y venta de alimentos, alerta con vehemencia sobre los riesgos asociados a la operación en mercados emergentes como la Argentina.

La dueña de marcas como Oreo, Milka, Toblerone, Trident, Halls y Cadbury, de hecho, pone de ejemplo al país. “Por caso —sostiene en una de sus comunicaciones a la SEC—, en diciembre de 2023, el peso argentino se devaluó significativamente por encima de los niveles históricos. En consecuencia, las modificaciones en los tipos de cambio que utilizamos para convertir nuestros resultados a dólares estadounidenses con fines de información financiera o para transacciones que involucran múltiples monedas podrían afectar de manera significativa y negativa la demanda futura de nuestros productos, nuestra situación financiera, los resultados de operación, los flujos de efectivo y el precio de nuestras acciones, así como nuestras relaciones con clientes, proveedores y empleados, tanto a corto como a largo plazo”.

Lamenta que la fortaleza del dólar en relación con la mayoría de las monedas, incluyendo “el peso argentino, el rublo ruso, el real brasileño, la libra egipcia, la lira turca, el yuan chino y el naira nigeriano” haya impactado en sus ganancias expresadas en la divisa norteamericana.

La empresa también aclara que la Argentina, Turquía, Egipto y Nigeria se consideran economías altamente inflacionarias. Son los problemas nacionales que vienen desde la historia y sólo podrán disiparse en muchos años de hacer algo distinto a lo que ocurrió en el pasado.

Desconfianza al peso

La lista de compañías que lamentan la debilidad de la moneda local—más allá de la apreciación parcial del peso durante determinadas épocas del año— es muy extensa.

Alphabet, la dueña de Google, sostiene que “el crecimiento de los ingresos en la región se vio afectado negativamente por los cambios en los tipos de cambio, principalmente debido al fortalecimiento del dólar estadounidense en relación con el peso argentino y el real brasileño”.

Y el gigante del streaming Netflix, explica lo mismo con otras palabras. Dice que “los efectos desfavorables del tipo de cambio en el año 2024 se debieron principalmente a la devaluación del peso argentino en relación con el dólar estadounidense, junto con importantes aumentos de precios en moneda local en esa jurisdicción”.

La Argentina, al menos, no está sola en ese lote de países con dificultades cambiarias. La acompañan en la región, según los términos de Netflix, Brasil y México.

Johnson & Johnson hace dispositivos médicos, productos farmacéuticos y bienes de consumo para el cuidado de la salud. Le dedica un párrafo reciente a los denominados riesgos de inflación y devaluación monetaria.

En ese punto, la empresa sostiene que tiene desafíos para mantener la rentabilidad de sus operaciones en economías que experimentan altas tasas de inflación. “Específicamente, la compañía ha considerado que sus operaciones en la Argentina, Turquía, Venezuela y Egipto están en economías altamente inflacionarias, ya que la tasa de inflación acumulada de los últimos tres años superó el 100%”, dice, y aclara que podría experimentar pérdidas operativas como resultado de una inflación persistente.

Para Stellantis, las dificultades cambiarias impactaron negativamente en los ingresos de la compañía por la debilitación del real brasileño, el peso argentino y la lira turca frente al euro.

La fabricante local de Fiat y Peugeot advierte, también, sobre otra dificultad vigente en el país. Se trata de dinero en efectivo que tiene en sus filiales y puede estar sujeto a restricciones al momento de transferirlo. Menciona en particular a la Argentina, donde tenía un saldo de €680 millones en efectivo y valores al 31 de diciembre de 2024, casi lo mismo que el año anterior. La empresa no especifica en sus resultados si esa situación cambió en 2025.

El caso de Stellantis es paradigmático. Puede funcionar como un recordatorio acerca de la necesidad de levantar del todo el cepo cambiario desde el punto de vista de las empresas que tienen inversiones globales.

Negocios en venta

La mirada de las compañías internacionales sobre la Argentina adquiere nueva relevancia a raíz de los últimos hechos. Según un informe de PwC, en los últimos cinco años, al menos 70 empresas multinacionales decidieron vender sus negocios en el país, cediendo sus activos o transfiriendo operaciones a jugadores locales o regionales.

Entre las salidas más resonantes figuran Falabella, Walmart, la aerolínea Latam, ExxonMobil, HSBC, Telefónica e Itaú. Otras firmas se retiraron del país, pero dejaron sus marcas operando bajo el control de jugadores locales, como ocurrió con Procter & Gamble (P&G), que vendió a Newsan, o Mercedes-Benz, cuya operación de utilitarios y autos fue tomada por Open Cars.

Como contó LA NACION, detrás no hay una única causa, pero se destaca el hecho de revisar su presencia en un mercado que representa una porción reducida de sus ingresos globales, pero exige una dedicación enorme al momento de gestionarlo.

 LA NACION revisó los documentos que las firmas envían a la SEC para conocer su visión sobre la economía del país y la evolución de sus negocios  Read More