En medio de la creciente presión global por la situación en la Franja de Gaza, Francia, Reino Unido y Canadá -tres grandes potencias del Grupo de los Siete-, anunciaron su intención de reconocer el Estado de Palestina durante la 80ª sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre próximo.
Los tres gobiernos dejaron en claro además su reclamo básico de un inmediato alto el fuego, entrega de los rehenes e ingreso de ayuda humanitaria en Gaza.
Pero hubo diferentes matices en su anuncio. El presidente francés Emmanuel Macron reclamó “construir el Estado de Palestina, asegurar su viabilidad y que la desmilitarización de Hamas y el reconocimiento pleno de Israel, contribuyan a la seguridad de todos en Medio Oriente”.
En tanto, el premier británico Keir Starmer utilizó la cuestión del reconocimiento como una advertencia hacia el gobierno de Benjamin Netanyahu, y condicionó su eventual anuncio en septiembre próximo “a que el gobierno de Israel tome medidas sustantivas para poner fin a la terrible situación en Gaza, alcance un alto el fuego, deje claro que no habrá anexión en Cisjordania y se comprometa a un proceso de paz a largo plazo que ofrezca una solución de dos Estados”.
En tanto el premier canadiense Mark Carney fue mucho más específico y dijo que su intención es que la Autoridad Palestina “celebre elecciones generales en 2026 en las que Hamas no pueda participar, y se desmilitarice al Estado palestino”.
Pero ¿cuál es el sentido de “reconocer” un Estado que no existe en los hechos? La decisión implica, entre otras cuestiones, que el Estado de Palestina puede abrir en cada país una representación y contar con un embajador con el mismo status diplomático que cualquier otra nación.
Así ocurrió cuando la Argentina reconoció a Palestina en 2010, y se inauguró la embajada en Riobamba 981, Buenos Aires. La delegación hoy está a cargo del Encargado de Negocios, Riyad Alhalabi.
Los criterios para un “Estado”
En 1933, la Convención de Montevideo, un tratado firmado en la capital uruguaya por 19 países, todos ellos de América, estableció los criterios que debían cumplirse para el reconocimiento de un nuevo Estado.
Aunque fue un acuerdo de naciones americanas, sus criterios fueron incorporados finalmente por toda la comunidad internacional.
Básicamente, las tres condiciones más importantes son “pueblo”, “territorio” y “gobierno”. ¿Existe una población permanente? ¿Ocupa esa población un territorio definido con control de sus fronteras? ¿Tiene un único gobierno reconocido?
En cuanto a la cuestión de “pueblo”, en el caso de Palestina, la comunidad internacional validó su identidad a partir de la década de 1970, y 78 países lo reconocieron como Estado pocos meses después de la declaración de independencia del Consejo Nacional Palestino en noviembre de 1988. Hoy suma un total de 147 reconocimientos.
Pero en lo relativo a “gobierno” y “territorio”, los palestinos jamás ejercieron el control pleno de su tierra, y desde 2007 existe además un gobierno dividido, Al Fatah dirigido por el presidente Mahmoud Abbas en Cisjordania y el grupo terrorista Hamas en la Franja de Gaza.
Pero según la experta libanesa Maryz Younes, presidenta de la Red Internacional para el Estudio de las Sociedades Árabes (Inass), de todas maneras las condiciones se cumplen plenamente.
“La existencia de una entidad bajo ocupación no anula el reconocimiento ni impide la activación de un Estado ya existente; simplemente suspende su status jurídico hasta que se restablezca el ejercicio pleno de su soberanía”, dijo Younes en diálogo telefónico con LA NACION desde Beirut.
“En este caso particular, lo que obstaculiza la condición de Estado no es la ausencia de los criterios para su reconocimiento, sino factores políticos, concretamente, la existencia de una potencia ocupante que impide el ejercicio pleno de aquellos requisitos. Por eso, es responsabilidad de la comunidad internacional activar este reconocimiento en lugar de suspenderlo, como desea la ocupación”, agregó Younes.
En la misma dirección se expresó el exdiputado Diego Guelar, con una vasta trayectoria diplomática como embajador argentino en diferentes países.
“El reconocimiento tiene un importante rol simbólico. Implica apuntar a la paz y a la convivencia de dos naciones. Yo soy judío y ni un solo miembro de nuestra comunidad protestó en 2010 cuando la Argentina reconoció a Palestina. Me pareció entonces un gesto importante desde un país como el nuestro, donde judíos y musulmanes convivimos pacíficamente desde hace generaciones. El reconocimiento significa apostar a que Israel y Palestina pueden vivir juntos y en paz”, dijo Guelar a LA NACION.
¿Cómo sería un gobierno palestino?
De todas formas, ambos expertos coincidieron en que las cuestiones de “gobierno” y control del “territorio” presentan desafíos complicados en este caso.
“El control del territorio de un Estado Palestino no estaría a cargo de un ejército tradicional, pero tendría que tener fuerza suficiente para gestionar los asuntos internos en un contexto excepcional como la ocupación”, señaló Younes. “Y lo que se necesita a cambio es una voluntad política internacional que apoye esta realidad excepcional transitoria”, agregó.
El argentino Guelar profundizó en los factores históricos que llevaron a la actual situación política palestina. “Los acuerdos de Oslo de 1993 apuntaban a consolidar un gobierno con su propia fuerza de seguridad que pudiera controlar su territorio. Pero ese proyecto se interrumpió desde 2007, cuando Hamas tomó el control de Gaza. Y lo que se produce entonces es una ‘extremización’ en ambos lados. Hamas en el poder en Gaza, y en Israel la hegemonía política de Netanyahu, que no quiere saber nada con el reconocimiento de un estado palestino. Y yo miro ahora con horror que muchos digan que reconocer un Estado Palestino significa dar apoyo a Hamas“, dijo Guelar.
De todas maneras, en el actual contexto político europeo, el exdiplomático argentino definió la decisión de Francia y Gran Bretaña “solo como un gesto tranquilizador de conciencias”.
“Frente a una situación tan dramática como la que se vive en Medio Oriente, creer que lo pueden resolver con una ‘declaración de deseos’, muestra la extrema debilidad de una Europa, que es incapaz de arreglar el conflicto que tiene en su propia región, en Ucrania, que tampoco encuentra cómo abordar cuestiones internas complejas, como el problema migratorio o el auge de la extrema derecha”, afirmó Guelar.
En este sentido, si bien valoró la necesidad de reconocer un Estado Palestino, se mostró pesimista sobre una solución duradera al conflicto de Medio Oriente. “El odio se ha acrecentado en ambos bandos. Y hoy no hay ningún líder, como fueron en 1993 Yitzhak Rabin, Shimon Peres y Yasser Arafat, en condiciones de encaminar el proceso de convivencia pacífica”.
Younes miró en cambio con esperanza los pequeños avances en el corto plazo que pueden llevar algo de alivio a la región. “Si bien la escalada actual representa una táctica de máxima presión por parte del gobierno de Netanyahu, la voluntad política internacional puede convertirla en una oportunidad para avanzar en un primer acuerdo negociado sostenible”.
En medio de la creciente presión global por la situación en la Franja de Gaza, Francia, Reino Unido y Canadá -tres grandes potencias del Grupo de los Siete-, anunciaron su intención de reconocer el Estado de Palestina durante la 80ª sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre próximo.
Los tres gobiernos dejaron en claro además su reclamo básico de un inmediato alto el fuego, entrega de los rehenes e ingreso de ayuda humanitaria en Gaza.
Pero hubo diferentes matices en su anuncio. El presidente francés Emmanuel Macron reclamó “construir el Estado de Palestina, asegurar su viabilidad y que la desmilitarización de Hamas y el reconocimiento pleno de Israel, contribuyan a la seguridad de todos en Medio Oriente”.
En tanto, el premier británico Keir Starmer utilizó la cuestión del reconocimiento como una advertencia hacia el gobierno de Benjamin Netanyahu, y condicionó su eventual anuncio en septiembre próximo “a que el gobierno de Israel tome medidas sustantivas para poner fin a la terrible situación en Gaza, alcance un alto el fuego, deje claro que no habrá anexión en Cisjordania y se comprometa a un proceso de paz a largo plazo que ofrezca una solución de dos Estados”.
En tanto el premier canadiense Mark Carney fue mucho más específico y dijo que su intención es que la Autoridad Palestina “celebre elecciones generales en 2026 en las que Hamas no pueda participar, y se desmilitarice al Estado palestino”.
Pero ¿cuál es el sentido de “reconocer” un Estado que no existe en los hechos? La decisión implica, entre otras cuestiones, que el Estado de Palestina puede abrir en cada país una representación y contar con un embajador con el mismo status diplomático que cualquier otra nación.
Así ocurrió cuando la Argentina reconoció a Palestina en 2010, y se inauguró la embajada en Riobamba 981, Buenos Aires. La delegación hoy está a cargo del Encargado de Negocios, Riyad Alhalabi.
Los criterios para un “Estado”
En 1933, la Convención de Montevideo, un tratado firmado en la capital uruguaya por 19 países, todos ellos de América, estableció los criterios que debían cumplirse para el reconocimiento de un nuevo Estado.
Aunque fue un acuerdo de naciones americanas, sus criterios fueron incorporados finalmente por toda la comunidad internacional.
Básicamente, las tres condiciones más importantes son “pueblo”, “territorio” y “gobierno”. ¿Existe una población permanente? ¿Ocupa esa población un territorio definido con control de sus fronteras? ¿Tiene un único gobierno reconocido?
En cuanto a la cuestión de “pueblo”, en el caso de Palestina, la comunidad internacional validó su identidad a partir de la década de 1970, y 78 países lo reconocieron como Estado pocos meses después de la declaración de independencia del Consejo Nacional Palestino en noviembre de 1988. Hoy suma un total de 147 reconocimientos.
Pero en lo relativo a “gobierno” y “territorio”, los palestinos jamás ejercieron el control pleno de su tierra, y desde 2007 existe además un gobierno dividido, Al Fatah dirigido por el presidente Mahmoud Abbas en Cisjordania y el grupo terrorista Hamas en la Franja de Gaza.
Pero según la experta libanesa Maryz Younes, presidenta de la Red Internacional para el Estudio de las Sociedades Árabes (Inass), de todas maneras las condiciones se cumplen plenamente.
“La existencia de una entidad bajo ocupación no anula el reconocimiento ni impide la activación de un Estado ya existente; simplemente suspende su status jurídico hasta que se restablezca el ejercicio pleno de su soberanía”, dijo Younes en diálogo telefónico con LA NACION desde Beirut.
“En este caso particular, lo que obstaculiza la condición de Estado no es la ausencia de los criterios para su reconocimiento, sino factores políticos, concretamente, la existencia de una potencia ocupante que impide el ejercicio pleno de aquellos requisitos. Por eso, es responsabilidad de la comunidad internacional activar este reconocimiento en lugar de suspenderlo, como desea la ocupación”, agregó Younes.
En la misma dirección se expresó el exdiputado Diego Guelar, con una vasta trayectoria diplomática como embajador argentino en diferentes países.
“El reconocimiento tiene un importante rol simbólico. Implica apuntar a la paz y a la convivencia de dos naciones. Yo soy judío y ni un solo miembro de nuestra comunidad protestó en 2010 cuando la Argentina reconoció a Palestina. Me pareció entonces un gesto importante desde un país como el nuestro, donde judíos y musulmanes convivimos pacíficamente desde hace generaciones. El reconocimiento significa apostar a que Israel y Palestina pueden vivir juntos y en paz”, dijo Guelar a LA NACION.
¿Cómo sería un gobierno palestino?
De todas formas, ambos expertos coincidieron en que las cuestiones de “gobierno” y control del “territorio” presentan desafíos complicados en este caso.
“El control del territorio de un Estado Palestino no estaría a cargo de un ejército tradicional, pero tendría que tener fuerza suficiente para gestionar los asuntos internos en un contexto excepcional como la ocupación”, señaló Younes. “Y lo que se necesita a cambio es una voluntad política internacional que apoye esta realidad excepcional transitoria”, agregó.
El argentino Guelar profundizó en los factores históricos que llevaron a la actual situación política palestina. “Los acuerdos de Oslo de 1993 apuntaban a consolidar un gobierno con su propia fuerza de seguridad que pudiera controlar su territorio. Pero ese proyecto se interrumpió desde 2007, cuando Hamas tomó el control de Gaza. Y lo que se produce entonces es una ‘extremización’ en ambos lados. Hamas en el poder en Gaza, y en Israel la hegemonía política de Netanyahu, que no quiere saber nada con el reconocimiento de un estado palestino. Y yo miro ahora con horror que muchos digan que reconocer un Estado Palestino significa dar apoyo a Hamas“, dijo Guelar.
De todas maneras, en el actual contexto político europeo, el exdiplomático argentino definió la decisión de Francia y Gran Bretaña “solo como un gesto tranquilizador de conciencias”.
“Frente a una situación tan dramática como la que se vive en Medio Oriente, creer que lo pueden resolver con una ‘declaración de deseos’, muestra la extrema debilidad de una Europa, que es incapaz de arreglar el conflicto que tiene en su propia región, en Ucrania, que tampoco encuentra cómo abordar cuestiones internas complejas, como el problema migratorio o el auge de la extrema derecha”, afirmó Guelar.
En este sentido, si bien valoró la necesidad de reconocer un Estado Palestino, se mostró pesimista sobre una solución duradera al conflicto de Medio Oriente. “El odio se ha acrecentado en ambos bandos. Y hoy no hay ningún líder, como fueron en 1993 Yitzhak Rabin, Shimon Peres y Yasser Arafat, en condiciones de encaminar el proceso de convivencia pacífica”.
Younes miró en cambio con esperanza los pequeños avances en el corto plazo que pueden llevar algo de alivio a la región. “Si bien la escalada actual representa una táctica de máxima presión por parte del gobierno de Netanyahu, la voluntad política internacional puede convertirla en una oportunidad para avanzar en un primer acuerdo negociado sostenible”.
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