La secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kristi Noem, confirmó que su departamento y el Servicio Secreto examinan una publicación del exdirector del FBI James Comey que, según diversos funcionarios republicanos, podría interpretarse como una amenaza al presidente Donald Trump. “Significa asesinato”, arremetió el presidente.
La foto de la discordia de James Comey: números, símbolos y una supuesta amenaza a Trump
El conflicto comenzó cuando James Comey publicó en su cuenta de Instagram una imagen de conchas marinas acomodadas en la arena que, según varios usuarios, formaban los números “86 47”.
Según explicaron desde Associated Press, la interpretación que hicieron varios republicanos —entre ellos Noem y Donald Trump Jr.— fue que Comey utilizó un código que llama a la violencia. La cifra 86, en la jerga estadounidense, puede significar “eliminar” o “deshacerse de”, y el número 47 fue vinculado con Donald Trump, por ser el 47° presidente del país norteamericano.
Comey eliminó la publicación luego de que estallara la polémica. En un mensaje posterior aclaró que no se había percatado de que algunos interpretaban esos números como incitaciones violentas, aunque reconoció que suponía que era un mensaje político. “Me opongo a la violencia de cualquier tipo, así que eliminé la publicación”, enfatizó.
Por su parte, Trump arremetió en una entrevista programada para este viernes por la noche en Fox News: “Si eres el director del FBI y no sabes lo que eso significaba, eso significaba asesinato”.
Aun así, desde la Casa Blanca se planteó que el mensaje puede haber sido una señal para enemigos de Estados Unidos. James Blair, uno de los principales asesores del Ejecutivo, escribió en X que la imagen era “un llamado de alerta de Jim Comey a terroristas y regímenes hostiles para matar al presidente de Estados Unidos mientras viaja por Oriente Medio”.
La controversia también fue abordada por el actual director del FBI, Kash Patel, quien indicó que estaba al tanto del contenido y en contacto con el Servicio Secreto.
Quién es James Comey, un abogado con una carrera imponente en el sistema judicial
James Brien Comey nació el 14 de diciembre de 1960 en Yonkers, Nueva York. Criado en una familia de origen irlandés, creció en la ciudad de Allendale, Nueva Jersey. Se graduó en química y religión en el College of William & Mary, y obtuvo su título de abogado en la Universidad de Chicago en 1985. Desde temprano, eligió el camino del servicio público, según indicaron en Britannica.
Durante sus primeros años como fiscal, Comey actuó como asistente del fiscal federal para el distrito sur de Nueva York, bajo la conducción de Rudolph Giuliani, y más tarde se desempeñó en la misma función en Virginia Oriental. Sus capacidades lo llevaron a ascender rápidamente dentro del Departamento de Justicia.
En 2002, asumió como fiscal federal del Distrito Sur de Nueva York, donde lideró investigaciones de alto perfil, incluida la que concluyó con la condena por fraude de la empresaria Martha Stewart. En diciembre de 2003, George W. Bush lo nombró vicefiscal general, el segundo cargo más importante dentro del Departamento de Justicia.
Durante un breve período en 2004, fungió como fiscal general interino, momento en el que protagonizó un hecho que marcaría su reputación: se negó a firmar la renovación de un programa de espionaje doméstico impulsado por la Casa Blanca mientras su superior, John Ashcroft, estaba hospitalizado. Este acto fue celebrado por muchos sectores progresistas y lo posicionó como una figura independiente dentro de la administración.
James Comey: su paso por el sector privado y el regreso al gobierno con Barack Obama
Tras su paso por el Departamento de Justicia, Comey dejó el sector público en 2005 y trabajó como asesor legal principal en Lockheed Martin, la mayor contratista de defensa de Estados Unidos. Posteriormente, entre 2010 y 2013, se desempeñó como consejero general del fondo de inversión Bridgewater Associates.
Pero su nombre volvió a sonar con fuerza en 2013, cuando el entonces presidente Barack Obama lo eligió para suceder a Robert Mueller al frente del FBI. El Senado aprobó su designación sin dificultades y el 4 de septiembre de ese año asumió el cargo para un mandato de diez años.
Durante su gestión, Comey enfrentó una serie de decisiones difíciles, entre ellas la investigación del uso de un servidor de correo electrónico privado por parte de Hillary Clinton durante su etapa como secretaria de Estado. En una conferencia de prensa en julio de 2016, afirmó que la excandidata a presidente había actuado con imprudencia, aunque no encontró fundamentos para acusarla penalmente.
No obstante, el 28 de octubre —a solo 11 días de las elecciones presidenciales— envió una carta al Congreso donde informó la reapertura de la causa por la aparición de nuevos correos electrónicos. El anuncio, inusual por el marco temporal, fue interpretado como un golpe decisivo a la campaña de Clinton.
James Comey vs. Donald Trump: un despido abrupto
Tras la primera victoria presidencial de Donald Trump, Comey continuó al frente del FBI. Sin embargo, el vínculo entre ambos se tensó rápidamente. A comienzos de 2017, confirmó ante el Congreso que su agencia investigaba posibles conexiones entre asesores de la campaña del mandatario y funcionarios rusos.
En mayo de ese mismo año, Comey testificó en el Senado y expresó su incomodidad por haber podido influir en el resultado electoral. “Me sentí levemente con náuseas”, afirmó en alusión a la carta que reactivó la causa contra Clinton.
También mencionó que Trump le había pedido “lealtad” en una reunión privada y que el presidente lo había presionado para abandonar la investigación contra el asesor de seguridad nacional, Michael Flynn.
Pocos días después, el 9 de mayo de 2017, Trump lo despidió al alegar una recomendación del Departamento de Justicia debido a su manejo del caso Clinton. No obstante, el propio mandatario reconoció posteriormente que la investigación sobre Rusia influyó en su decisión.
La secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kristi Noem, confirmó que su departamento y el Servicio Secreto examinan una publicación del exdirector del FBI James Comey que, según diversos funcionarios republicanos, podría interpretarse como una amenaza al presidente Donald Trump. “Significa asesinato”, arremetió el presidente.
La foto de la discordia de James Comey: números, símbolos y una supuesta amenaza a Trump
El conflicto comenzó cuando James Comey publicó en su cuenta de Instagram una imagen de conchas marinas acomodadas en la arena que, según varios usuarios, formaban los números “86 47”.
Según explicaron desde Associated Press, la interpretación que hicieron varios republicanos —entre ellos Noem y Donald Trump Jr.— fue que Comey utilizó un código que llama a la violencia. La cifra 86, en la jerga estadounidense, puede significar “eliminar” o “deshacerse de”, y el número 47 fue vinculado con Donald Trump, por ser el 47° presidente del país norteamericano.
Comey eliminó la publicación luego de que estallara la polémica. En un mensaje posterior aclaró que no se había percatado de que algunos interpretaban esos números como incitaciones violentas, aunque reconoció que suponía que era un mensaje político. “Me opongo a la violencia de cualquier tipo, así que eliminé la publicación”, enfatizó.
Por su parte, Trump arremetió en una entrevista programada para este viernes por la noche en Fox News: “Si eres el director del FBI y no sabes lo que eso significaba, eso significaba asesinato”.
Aun así, desde la Casa Blanca se planteó que el mensaje puede haber sido una señal para enemigos de Estados Unidos. James Blair, uno de los principales asesores del Ejecutivo, escribió en X que la imagen era “un llamado de alerta de Jim Comey a terroristas y regímenes hostiles para matar al presidente de Estados Unidos mientras viaja por Oriente Medio”.
La controversia también fue abordada por el actual director del FBI, Kash Patel, quien indicó que estaba al tanto del contenido y en contacto con el Servicio Secreto.
Quién es James Comey, un abogado con una carrera imponente en el sistema judicial
James Brien Comey nació el 14 de diciembre de 1960 en Yonkers, Nueva York. Criado en una familia de origen irlandés, creció en la ciudad de Allendale, Nueva Jersey. Se graduó en química y religión en el College of William & Mary, y obtuvo su título de abogado en la Universidad de Chicago en 1985. Desde temprano, eligió el camino del servicio público, según indicaron en Britannica.
Durante sus primeros años como fiscal, Comey actuó como asistente del fiscal federal para el distrito sur de Nueva York, bajo la conducción de Rudolph Giuliani, y más tarde se desempeñó en la misma función en Virginia Oriental. Sus capacidades lo llevaron a ascender rápidamente dentro del Departamento de Justicia.
En 2002, asumió como fiscal federal del Distrito Sur de Nueva York, donde lideró investigaciones de alto perfil, incluida la que concluyó con la condena por fraude de la empresaria Martha Stewart. En diciembre de 2003, George W. Bush lo nombró vicefiscal general, el segundo cargo más importante dentro del Departamento de Justicia.
Durante un breve período en 2004, fungió como fiscal general interino, momento en el que protagonizó un hecho que marcaría su reputación: se negó a firmar la renovación de un programa de espionaje doméstico impulsado por la Casa Blanca mientras su superior, John Ashcroft, estaba hospitalizado. Este acto fue celebrado por muchos sectores progresistas y lo posicionó como una figura independiente dentro de la administración.
James Comey: su paso por el sector privado y el regreso al gobierno con Barack Obama
Tras su paso por el Departamento de Justicia, Comey dejó el sector público en 2005 y trabajó como asesor legal principal en Lockheed Martin, la mayor contratista de defensa de Estados Unidos. Posteriormente, entre 2010 y 2013, se desempeñó como consejero general del fondo de inversión Bridgewater Associates.
Pero su nombre volvió a sonar con fuerza en 2013, cuando el entonces presidente Barack Obama lo eligió para suceder a Robert Mueller al frente del FBI. El Senado aprobó su designación sin dificultades y el 4 de septiembre de ese año asumió el cargo para un mandato de diez años.
Durante su gestión, Comey enfrentó una serie de decisiones difíciles, entre ellas la investigación del uso de un servidor de correo electrónico privado por parte de Hillary Clinton durante su etapa como secretaria de Estado. En una conferencia de prensa en julio de 2016, afirmó que la excandidata a presidente había actuado con imprudencia, aunque no encontró fundamentos para acusarla penalmente.
No obstante, el 28 de octubre —a solo 11 días de las elecciones presidenciales— envió una carta al Congreso donde informó la reapertura de la causa por la aparición de nuevos correos electrónicos. El anuncio, inusual por el marco temporal, fue interpretado como un golpe decisivo a la campaña de Clinton.
James Comey vs. Donald Trump: un despido abrupto
Tras la primera victoria presidencial de Donald Trump, Comey continuó al frente del FBI. Sin embargo, el vínculo entre ambos se tensó rápidamente. A comienzos de 2017, confirmó ante el Congreso que su agencia investigaba posibles conexiones entre asesores de la campaña del mandatario y funcionarios rusos.
En mayo de ese mismo año, Comey testificó en el Senado y expresó su incomodidad por haber podido influir en el resultado electoral. “Me sentí levemente con náuseas”, afirmó en alusión a la carta que reactivó la causa contra Clinton.
También mencionó que Trump le había pedido “lealtad” en una reunión privada y que el presidente lo había presionado para abandonar la investigación contra el asesor de seguridad nacional, Michael Flynn.
Pocos días después, el 9 de mayo de 2017, Trump lo despidió al alegar una recomendación del Departamento de Justicia debido a su manejo del caso Clinton. No obstante, el propio mandatario reconoció posteriormente que la investigación sobre Rusia influyó en su decisión.
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