Sabina Alcarraz, psicóloga, comparte las preguntas que hay que hacerse para fortalecer la autoestima

¿Qué significa quererse a uno mismo? ¿Es mirarse al espejo y aceptarse o implica un trabajo más profundo? ¿Cómo se construye el amor propio? ¿Es un momento de epifanía o un proceso silencioso y persistente, hecho de pequeñas elecciones cotidianas? ¿Dónde reside el valor personal en un mundo que apura y exige un rendimiento 24/7? Para Sabina Alcarraz, psicóloga, conferencista y escritora uruguaya, el camino del amor propio es “sinuoso, sin dudas, pero hermoso, con seguridad”. También requiere de una pausa -o varias- de proactividad para con uno mismo, de curiosidad introspectiva y de coraje para cambiar patrones que no sirven. Todo es en pos de una causa mayor: reconstruir la relación más importante de todas: la que tenemos con nosotros mismos.

Por qué hay personas que cuando las tenés cerca, te ponés mal

Oriunda de Montevideo y especializada en terapia cognitivo conductual, ansiedad, estrés, adicciones y valoración personal, publicó un libro, Decido quererme, en el que traza una hoja de ruta para quienes quieren conectar con su autoestima, algo que “lejos de ser un lujo, es un pilar del bienestar mental”, ofreciendo un recorrido por las distintas áreas de la vida donde el amor propio puede florecer o marchitarse: el cuerpo, los vínculos, el trabajo, las decisiones, los duelos y el diálogo interno. No hace promesas grandilocuentes, sino propuestas realistas. Para ella, amarse es una decisión consciente y necesaria para poder brillar, cosa que -está convencida- todos buscamos.

-¿Cuál fue el disparador para escribir Decido quererme?

-Durante mis 15 años de trayectoria clínica el amor propio fue un denominador común. Un contenido de cabecera en personas de todas las edades, con distintas profesiones y estatus socioeconómicos. Un 98% de mis pacientes, directa o indirectamente, llega a la consulta para trabajar sobre su autoestima. A veces tienen clarísimo que es un tema en el cual quieren indagar; otras, llegan frustrados, sintiéndose incapaces de cumplir con sus objetivos y bastante perdidos. La causa, parcial o totalmente, es siempre la carencia de amor propio.

-¿Hay alguna edad en la que el tema del amor propio se imponga más?

-Hay dos etapas en las que hay grandes cambios en la autoestima: la adolescencia, porque es donde empezamos a forjar nuestra identidad, y nos comparamos con nuestros pares de manera constante; y después de los 40. Especialmente en las mujeres, hay un tema hormonal que afecta la imagen personal e incide fuertemente en cómo nos vinculamos con nosotras mismas.

-En una escala del 1 al 10, ¿qué tan difícil es la decisión de quererse a uno mismo?

-Diría que está un poco por arriba del cinco. Aunque siempre va a depender de cada uno y de su contexto personal, en general no es una decisión fácil. Implica un trabajo de introspección importante. Lejos de ser un switch inmediato, es un proceso que supone tiempo, varias evaluaciones y mucho autoconocimiento. Y vivimos en una era de aceleración y exigencia que conspira contra este tipo de procesos.

-Decís que el autoconocimiento es una de las claves del proceso. ¿Por qué?

-Porque no se puede querer algo que no se conoce; no de una manera sana. Es necesario tener una foto actual nuestra para saber qué foto queremos poder sacar en un futuro. No podemos saber hacia dónde queremos ir sin entender en dónde estamos parados. Para cranear un plan de acción a futuro es indispensable hacer un scan del presente. Porque mientras más nos conocemos, más podemos aceptarnos y querernos.

-¿Qué herramientas recomendás para empezar a conocerse a uno mismo?

-Dedicar 15 minutos diarios para estar con nosotros mismos. Un ratito para darnos un gusto; y si no sabés cuáles son esos gustos, empezar a preguntarte: ‘¿de qué cosas disfruto?’. Podría ser de tomar un café al sol de la mañana, de salir a caminar con tu álbum preferido de fondo, de mirar una serie, pueden ser todas las anteriores o ninguna. Preguntarte si tus gustos son los mismos de hace 10 años o si cambiaron. Preguntarte, también, qué cosas no te gusta hacer, qué actividades te ponen triste o ansioso. Las respuestas las tenés vos, pero tenés que bucear en tu interior para encontrarlas. Tenés que ser proactivo.

-Está muy de moda el journaling. ¿Sos partidaria de hacer un registro escrito de lo que se vive emocionalmente?

-Definitivamente. Yo le llamo “cuaderno de desarrollo personal”. Es clave tener un espacio para plasmar tus emociones y reflexiones que no se mezcle con otras cosas. Y escribir a mano no es lo mismo que tipear en la computadora o en el celular. Se activan otras zonas del cerebro relacionadas con la atención y la concentración.

-A veces se confunde el amor propio con el egocentrismo o con el narcisismo…¿Está mal amarse demasiado?

-Nunca está mal amarse. Aunque se los confunde, el narcisismo y el amor propio no tienen nada que ver. Una persona narcisista es soberbia, altanera, petulante y su ego se eleva bajando el ego del otro, denigrándolo. El trastorno narcisista es una patología que se trabaja clínicamente y está relacionada con la rigidez cognitiva; son pacientes que, en el fondo, carecen de amor propio. El amor propio no tiene que ver ni con el egoísmo ni con creerse mejor que otros, sino con conocerse a uno mismo, con respetarse, cuidarse y saber poner límites. El amor propio tiene que ver con que el valor venga de adentro y no de afuera.

-El amor propio tiene que ver con que el valor venga de adentro y no de afuera: ¿Podés ampliar sobre este concepto?

-La mayoría busca una validación externa, que le digan “qué bien hiciste esto”, “qué linda que sos”…cosas que obviamente suman -porque somos seres sociales y los mimos siempre son lindos-, pero que no deberían definirnos. La aprobación tiene que depender de nosotros mismos y no del entorno.

-Hablás sobre la importancia de tener un diálogo interno positivo… ¿Cómo hace alguien con una autoestima débil para transformar su voz interna negativa?

-El primer paso es detectar que esa voz interna es nociva. Entender que lo que decís reiteradamente, tu mente lo termina creyendo. Si te autocalificás como “una fracasada” constantemente, vas a empezar a comportarte como una. La idea no es empezar decirnos cosas como “sos perfecta” de un día al otro, pero sí empezar a reconocer aspectos positivos y hacer afirmaciones para que ese diálogo interno sea un aliado y no un enemigo.

Para mayores de 50: 3 fuentes de proteína de alta calidad que son fáciles de incorporar a la dieta

-Hablás de que una ruptura amorosa puede ser una oportunidad de crecimiento personal. ¿Por qué?

-Es sabido que una pareja consume tiempo. Por eso, al terminar una relación se abre la oportunidad de redirigir tanto el tiempo como la energía y los recursos liberados hacia el desarrollo del vínculo con uno mismo. Por supuesto, primero hay que atravesar el momento de duelo, porque toda ruptura supone una perdida y aceptar que algo que tenías ya no va a estar. Pero, una vez transitado, volver a habitar ese espacio personal es crucial. No es automático, hay que ser proactivo, realizar movimientos, generar nuevos hábitos y rutinas relacionados con lo que nos gusta y nos hace sentir plenos.

-Entonces… ¿un clavo no saca a otro clavo?

-Absolutamente no. El fin de una relación es, justamente, el momento para estar solos, para conocerte y sanar heridas. Es el momento para reestablecerse y reevaluar desde dónde querés volver a relacionarte con un otro. Es necesario replegarse un poco -que no quiere decir encerrarte en tu casa 24/7- para fortalecerte. De lo contrario, no vas a tener mucho para dar, ni espacio para recibir; y un vínculo se trata de eso.

-¿Cómo identificar que una relación nutre tu amor propio o lo socava?

-Es bastante claro: cuando una pareja te apoya, podés hablarle de un proyecto, de algo que querés hacer y que te entusiasma, y te va a escuchar empáticamente, va a razonar con vos y aportar ideas. Y te vas a sentir elevada, enriquecida. En cambio, una pareja que socava tu amor propio tiende a tirarte abajo, a hacerte sentir que no estás lista o capacitada, te hace dudar de vos misma, te vuelve insegura. Consciente o inconscientemente, te pincha el globo y, en los peores casos, busca denigrarte y pisotearte. A veces el vínculo es tan tóxico que la persona que está adentro no se percata y, cuando termina la relación, empieza a brillar.

-¿Qué fue lo último que hiciste por amor propio?

-Hago muchas cosas en el día a día por amor propio. Probablemente lo último haya sido tomarme un café o meditar un rato en la cama. Son momentos en los que nada muy urgente puede pasar. En general son actos simples, cotidianos.

-Creo que el desarrollo del vínculo con uno mismo pasa por ahí, ¿no?

-Completamente. El amor propio no tiene por qué ser una cosa supermacro y, en general, está en las pequeñas cosas de nuestro día a día que nos habilitan el disfrute personal.

-¿Hay días en los que no te querés?

-Creo que no. Pero sí hay días en los que me siento más frustrada, con menos energía, quizás, más desilusionada, en los que siento que me esfuerzo mucho y recibo poco.

-¿Qué haces con esa versión tuya?

-Primero, lo acepto. Las emociones, positivas y negativas, llegan porque somos humanos. Todos tenemos días buenos y malos. El sentir es cíclico, hay cosas que suben y bajan. Después, trato de racionalizar lo que me pasa, de entender que ese malestar llegó para mostrarme algo. Si me siento desganada después de una interacción social, por ejemplo, quizá tenga que aprender que no quiero juntarme con esas personas. Casi siempre son motivos que desconozco, por eso es un ejercicio constante.

Hay que poder entrar y salir de las emociones rápidamente. Llorar está bien, pero quedarse horas sentada lamentándote y victimizándote no es saludable, no ayuda. Es clave entender que esa emoción va a transcurrir, y transitarla.

-¿Quién te enseñó el amor propio?

-La base viene de mis padres. Siempre viene de nuestros padres. Ellos te enseñan a respetarte y a que te respeten en los inicios de la vida. Y, después, con cada experiencia -como hijos, amigos, alumnos, profesionales- nos vamos formando en el campo del amor propio. Cada frustración y cada alegría son una práctica que podemos capitalizar.

¿Qué significa quererse a uno mismo? ¿Es mirarse al espejo y aceptarse o implica un trabajo más profundo? ¿Cómo se construye el amor propio? ¿Es un momento de epifanía o un proceso silencioso y persistente, hecho de pequeñas elecciones cotidianas? ¿Dónde reside el valor personal en un mundo que apura y exige un rendimiento 24/7? Para Sabina Alcarraz, psicóloga, conferencista y escritora uruguaya, el camino del amor propio es “sinuoso, sin dudas, pero hermoso, con seguridad”. También requiere de una pausa -o varias- de proactividad para con uno mismo, de curiosidad introspectiva y de coraje para cambiar patrones que no sirven. Todo es en pos de una causa mayor: reconstruir la relación más importante de todas: la que tenemos con nosotros mismos.

Por qué hay personas que cuando las tenés cerca, te ponés mal

Oriunda de Montevideo y especializada en terapia cognitivo conductual, ansiedad, estrés, adicciones y valoración personal, publicó un libro, Decido quererme, en el que traza una hoja de ruta para quienes quieren conectar con su autoestima, algo que “lejos de ser un lujo, es un pilar del bienestar mental”, ofreciendo un recorrido por las distintas áreas de la vida donde el amor propio puede florecer o marchitarse: el cuerpo, los vínculos, el trabajo, las decisiones, los duelos y el diálogo interno. No hace promesas grandilocuentes, sino propuestas realistas. Para ella, amarse es una decisión consciente y necesaria para poder brillar, cosa que -está convencida- todos buscamos.

-¿Cuál fue el disparador para escribir Decido quererme?

-Durante mis 15 años de trayectoria clínica el amor propio fue un denominador común. Un contenido de cabecera en personas de todas las edades, con distintas profesiones y estatus socioeconómicos. Un 98% de mis pacientes, directa o indirectamente, llega a la consulta para trabajar sobre su autoestima. A veces tienen clarísimo que es un tema en el cual quieren indagar; otras, llegan frustrados, sintiéndose incapaces de cumplir con sus objetivos y bastante perdidos. La causa, parcial o totalmente, es siempre la carencia de amor propio.

-¿Hay alguna edad en la que el tema del amor propio se imponga más?

-Hay dos etapas en las que hay grandes cambios en la autoestima: la adolescencia, porque es donde empezamos a forjar nuestra identidad, y nos comparamos con nuestros pares de manera constante; y después de los 40. Especialmente en las mujeres, hay un tema hormonal que afecta la imagen personal e incide fuertemente en cómo nos vinculamos con nosotras mismas.

-En una escala del 1 al 10, ¿qué tan difícil es la decisión de quererse a uno mismo?

-Diría que está un poco por arriba del cinco. Aunque siempre va a depender de cada uno y de su contexto personal, en general no es una decisión fácil. Implica un trabajo de introspección importante. Lejos de ser un switch inmediato, es un proceso que supone tiempo, varias evaluaciones y mucho autoconocimiento. Y vivimos en una era de aceleración y exigencia que conspira contra este tipo de procesos.

-Decís que el autoconocimiento es una de las claves del proceso. ¿Por qué?

-Porque no se puede querer algo que no se conoce; no de una manera sana. Es necesario tener una foto actual nuestra para saber qué foto queremos poder sacar en un futuro. No podemos saber hacia dónde queremos ir sin entender en dónde estamos parados. Para cranear un plan de acción a futuro es indispensable hacer un scan del presente. Porque mientras más nos conocemos, más podemos aceptarnos y querernos.

-¿Qué herramientas recomendás para empezar a conocerse a uno mismo?

-Dedicar 15 minutos diarios para estar con nosotros mismos. Un ratito para darnos un gusto; y si no sabés cuáles son esos gustos, empezar a preguntarte: ‘¿de qué cosas disfruto?’. Podría ser de tomar un café al sol de la mañana, de salir a caminar con tu álbum preferido de fondo, de mirar una serie, pueden ser todas las anteriores o ninguna. Preguntarte si tus gustos son los mismos de hace 10 años o si cambiaron. Preguntarte, también, qué cosas no te gusta hacer, qué actividades te ponen triste o ansioso. Las respuestas las tenés vos, pero tenés que bucear en tu interior para encontrarlas. Tenés que ser proactivo.

-Está muy de moda el journaling. ¿Sos partidaria de hacer un registro escrito de lo que se vive emocionalmente?

-Definitivamente. Yo le llamo “cuaderno de desarrollo personal”. Es clave tener un espacio para plasmar tus emociones y reflexiones que no se mezcle con otras cosas. Y escribir a mano no es lo mismo que tipear en la computadora o en el celular. Se activan otras zonas del cerebro relacionadas con la atención y la concentración.

-A veces se confunde el amor propio con el egocentrismo o con el narcisismo…¿Está mal amarse demasiado?

-Nunca está mal amarse. Aunque se los confunde, el narcisismo y el amor propio no tienen nada que ver. Una persona narcisista es soberbia, altanera, petulante y su ego se eleva bajando el ego del otro, denigrándolo. El trastorno narcisista es una patología que se trabaja clínicamente y está relacionada con la rigidez cognitiva; son pacientes que, en el fondo, carecen de amor propio. El amor propio no tiene que ver ni con el egoísmo ni con creerse mejor que otros, sino con conocerse a uno mismo, con respetarse, cuidarse y saber poner límites. El amor propio tiene que ver con que el valor venga de adentro y no de afuera.

-El amor propio tiene que ver con que el valor venga de adentro y no de afuera: ¿Podés ampliar sobre este concepto?

-La mayoría busca una validación externa, que le digan “qué bien hiciste esto”, “qué linda que sos”…cosas que obviamente suman -porque somos seres sociales y los mimos siempre son lindos-, pero que no deberían definirnos. La aprobación tiene que depender de nosotros mismos y no del entorno.

-Hablás sobre la importancia de tener un diálogo interno positivo… ¿Cómo hace alguien con una autoestima débil para transformar su voz interna negativa?

-El primer paso es detectar que esa voz interna es nociva. Entender que lo que decís reiteradamente, tu mente lo termina creyendo. Si te autocalificás como “una fracasada” constantemente, vas a empezar a comportarte como una. La idea no es empezar decirnos cosas como “sos perfecta” de un día al otro, pero sí empezar a reconocer aspectos positivos y hacer afirmaciones para que ese diálogo interno sea un aliado y no un enemigo.

Para mayores de 50: 3 fuentes de proteína de alta calidad que son fáciles de incorporar a la dieta

-Hablás de que una ruptura amorosa puede ser una oportunidad de crecimiento personal. ¿Por qué?

-Es sabido que una pareja consume tiempo. Por eso, al terminar una relación se abre la oportunidad de redirigir tanto el tiempo como la energía y los recursos liberados hacia el desarrollo del vínculo con uno mismo. Por supuesto, primero hay que atravesar el momento de duelo, porque toda ruptura supone una perdida y aceptar que algo que tenías ya no va a estar. Pero, una vez transitado, volver a habitar ese espacio personal es crucial. No es automático, hay que ser proactivo, realizar movimientos, generar nuevos hábitos y rutinas relacionados con lo que nos gusta y nos hace sentir plenos.

-Entonces… ¿un clavo no saca a otro clavo?

-Absolutamente no. El fin de una relación es, justamente, el momento para estar solos, para conocerte y sanar heridas. Es el momento para reestablecerse y reevaluar desde dónde querés volver a relacionarte con un otro. Es necesario replegarse un poco -que no quiere decir encerrarte en tu casa 24/7- para fortalecerte. De lo contrario, no vas a tener mucho para dar, ni espacio para recibir; y un vínculo se trata de eso.

-¿Cómo identificar que una relación nutre tu amor propio o lo socava?

-Es bastante claro: cuando una pareja te apoya, podés hablarle de un proyecto, de algo que querés hacer y que te entusiasma, y te va a escuchar empáticamente, va a razonar con vos y aportar ideas. Y te vas a sentir elevada, enriquecida. En cambio, una pareja que socava tu amor propio tiende a tirarte abajo, a hacerte sentir que no estás lista o capacitada, te hace dudar de vos misma, te vuelve insegura. Consciente o inconscientemente, te pincha el globo y, en los peores casos, busca denigrarte y pisotearte. A veces el vínculo es tan tóxico que la persona que está adentro no se percata y, cuando termina la relación, empieza a brillar.

-¿Qué fue lo último que hiciste por amor propio?

-Hago muchas cosas en el día a día por amor propio. Probablemente lo último haya sido tomarme un café o meditar un rato en la cama. Son momentos en los que nada muy urgente puede pasar. En general son actos simples, cotidianos.

-Creo que el desarrollo del vínculo con uno mismo pasa por ahí, ¿no?

-Completamente. El amor propio no tiene por qué ser una cosa supermacro y, en general, está en las pequeñas cosas de nuestro día a día que nos habilitan el disfrute personal.

-¿Hay días en los que no te querés?

-Creo que no. Pero sí hay días en los que me siento más frustrada, con menos energía, quizás, más desilusionada, en los que siento que me esfuerzo mucho y recibo poco.

-¿Qué haces con esa versión tuya?

-Primero, lo acepto. Las emociones, positivas y negativas, llegan porque somos humanos. Todos tenemos días buenos y malos. El sentir es cíclico, hay cosas que suben y bajan. Después, trato de racionalizar lo que me pasa, de entender que ese malestar llegó para mostrarme algo. Si me siento desganada después de una interacción social, por ejemplo, quizá tenga que aprender que no quiero juntarme con esas personas. Casi siempre son motivos que desconozco, por eso es un ejercicio constante.

Hay que poder entrar y salir de las emociones rápidamente. Llorar está bien, pero quedarse horas sentada lamentándote y victimizándote no es saludable, no ayuda. Es clave entender que esa emoción va a transcurrir, y transitarla.

-¿Quién te enseñó el amor propio?

-La base viene de mis padres. Siempre viene de nuestros padres. Ellos te enseñan a respetarte y a que te respeten en los inicios de la vida. Y, después, con cada experiencia -como hijos, amigos, alumnos, profesionales- nos vamos formando en el campo del amor propio. Cada frustración y cada alegría son una práctica que podemos capitalizar.

 La especialista uruguaya reflexiona sobre el camino del amor propio y da consejos para facilitarlo  Read More