“Me importa menos lo provincial, contengamos el frente nacional”. Guillermo Francos lo habló con Javier Milei al inicio de la semana. El jefe de Gabinete le anticipó al Presidente el ojo de huracán que se pronosticaba en el Senado, con una batería de proyectos opositores con impacto fiscal. Francos recomendó trabajar en un cordón político que evitara una crisis de gobernabilidad. Y Milei, que ignora completamente la rosca chiquita, coincidió en la idea de compensar con política lo que el Gobierno jamás pagará con billetera. Ordenó estudiar bien la conveniencia de los acuerdos provinciales caso a caso e instruyó priorizar “el frente nacional”.
Francos, entonces, activó el teléfono. Habló, entre otros, con el gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo, que está abierto a hacer un acuerdo electoral con La Libertad Avanza (LLA) en su provincia. El mendocino no pide demasiado: solo que no le borren de la boleta su sello provincial. Pese a la buena voluntad del jefe de Gabinete, llegó la fatídica previa del 9 de Julio. Y se hizo evidente que el grueso de los gobernadores le haría el vacío a Milei en el acto patrio. Esa noche, algo cambió en Olivos.
En rigor, la Casa Rosada había hecho una invitación fría vía mail a los gobernadores para que participaran con el Presidente de una nueva vigilia en la Casa de Tucumán. Hace un año, en ese mismo lugar, se había tomado la foto del “Pacto de Mayo” de Javier y Karina Milei con 18 gobernadores, probablemente la postal política más nutrida de la era libertaria. Aquel día estuvieron los mandatarios de Pro y la UCR, pero también varios peronistas (por ejemplo, el santiagueño Gerardo Zamora) y figuras que hoy están enemistados con los Milei, como el jefe de gobierno porteño, Jorge Macri. Este año, en cambio, aceptaron el convite no más de cuatro gobernadores. Las “fuerzas del cielo” enviaron la niebla, el Gobierno suspendió el viaje a Tucumán y se evitó la foto escuálida.
Milei, entonces, cambió de planes en la víspera de feriado e invitó a cenar a Luis Caputo a Olivos. En la soledad de la quinta presidencial, el martes, el Presidente y su ministro de Economía -el primer “talibán” del gabinete- trazaron escenarios, alimentaron teorías conspirativas y dieron rienda suelta a sus instintos “plus ultra”. Ambos se convencieron de que el sistema político quiere “destruir al Gobierno” y que todos los gobernadores “son parte del problema” porque “solo piensan en la de ellos”. Los dos diseñaron una hoja de ruta riesgosa, que incluye no aplicar las leyes que emanen del Congreso, resistir a base de vetos y judicializaciones, soportar eventuales meses de “volatilidad” y apostar todo a la elección de medio término para resetear la gestión y volver a empezar.
Una importante figura del Gobierno lo resumió así: “El nuevo escenario es que una victoria en octubre es lo que va a volver a ordenar todo”. En 48 horas, Milei pasó de la conducción preventiva a acelerar a fondo en un camino de curvas y contracurvas.
Tras la noche negra en el Senado (se sancionaron seis proyectos opositores por unanimidad), el Presidente dijo en la Bolsa de Comercio, con los ojos bien abiertos: “Adivinen qué… voy a vetar todo”. Habló de los “degenerados fiscales” del Congreso que votaron un aumento para los jubilados y de devolver impuestos “a los argentinos de bien”. En su nuevo deporte de riesgo, el Gobierno ahora necesita sostener en Diputados (la Cámara alta está perdida) el veto del proyecto previsional, el de mayor impacto fiscal. La matemática ya se puso en marcha en el oficialismo: se necesita un piso de 72 diputados “héroes” -en el cálculo más optimista- para conseguir el tercio salvador.
Cuando hubo media sanción en Diputados, a principios de junio, el proyecto que aumenta jubilaciones obtuvo 142 votos afirmativos y 67 votos. Los libertarios tienen que ir a buscar a quienes se abstuvieron o se ausentaron. Si bien en política cualquier especulación lineal es poco efectiva, un pantallazo de los diputados que están en ese grupo muestra el valor del “toma y daca” que Milei y el ala “karinista” tanto denuestan. ¿A quién van a convencer? ¿A los “radicales peluca” que están quedando afuera de los armados en Misiones y Tucumán? ¿A los destratados del MID? ¿O a Pamela Verasay, la diputada de Cornejo que se abstuvo mientras su jefe político espera el acuerdo electoral en Mendoza? Los Menem dicen “difícil” cuando se les pregunta por el pacto cuyano.
La misión no es imposible, pero requiere muñeca política en un entorno hostil. Con una particularidad: el titular de Diputados, Martín Menem, es a su vez armador nacional de LLA y en las negociaciones que encara junto a su primo lejano, “Lule” Menem, hasta ahora hizo escasas concesiones. Basta con ver cómo apoyaron la ley de jubilaciones los tres senadores que responden al gobernador, Gustavo Valdés, un buen alumno de la Casa Rosada que a último minuto vio naufragar su acuerdo con los libertarios en Corrientes. Más curioso aún es el caso del senador Luis Juez: confidente de Milei y habitual comensal de los bifes que sirven en Olivos, el cordobés todavía no logró que los celosos libertarios de su provincia le dieran un lugar. Votó a favor del proyecto previsional, según dijo, por una cuestión de principios.
Frente interno
El Gobierno encara este momento de vértigo, además, con un escenario de fuerte descomposición interna en la cúpula libertaria. Santiago Caputo y los Menem hasta hace poco discutían, pero ahora no se hablan. El lunes hubo reunión de mesa político-parlamentaria y el asesor estrella de Milei no fue. Hay quienes dicen que con “Lule” están bloqueados en WhatsApp. No sería raro: los libertarios tienen el “adiós para siempre” fácil. Basta con repasar la anécdota que contó Karina cuando un streamer dijo “eso” en alusión a Conan, el perro que acompañó a Milei al canal Neura hace unos diez días. La hermana presidencial recordó: “Vino una persona y me dijo [en alusión a uno de los perros de los Milei] ‘¿Dónde querés poner esa cosa?’. Yo le dije ‘vos estás afuera de esta reunión y no trabajás más conmigo’. Lo echamos. Nunca más volvió”.
Si, a modo táctico, Caputo se corrió de las negociaciones parlamentarias, los Menem lo excluyeron del cierre de listas. Quieren reducir al asesor a su rol original de “gurú” y recortar su influencia. “Santiago no va a participar de los cierres pero va a estar en lo comunicacional de la campaña”, sueltan en el campamento karinista. En el Salón Parravicini circula un mate grabado con la inscripción “Ministerio de Trolls”. Un rol a años luz de los albores de la gestión mileísta, cuando todo el sistema entendía que hablar con Caputo era como hablar con Milei.
Con su declaración de guerra al resto del mundo, Milei bajó el martillo a favor del ala dura del Gobierno que encarnan Karina y los Menem: son los que prefieren el repliegue violeta puro antes de sumar aliados. “No queremos chuparle las medias a nadie por una ruta nacional”, sintetizó, elocuente, un exégeta de ese ala. Francos y Caputo, que vienen advirtiendo por los riesgos en la gobernabilidad, deberán adaptarse. “Santiago es, ante todo, soldado. Si Javier quiere pelear, va a pintarse la cara”, dijo alguien que conoce bien el vínculo del Presidente con su asesor.
Con este escenario, se abren incógnitas para los jóvenes-militantes de Las Fuerzas del Cielo, conducidos por Daniel Parisini (Gordo Dan) y Agustín Romo. Ellos, además de pura sangre, son caputistas. En el cierre de listas de la provincia de Buenos Aires, que vence en una semana, pretenden tener un candidato a legislador provincial por cada sección electoral. Es decir, ocho representantes nuevos en la Legislatura. Los Menem quieren darles la mitad. Los tuitstars todavía confían en que Milei saldrá a bendecirlos.
El Presidente, en tanto, sigue delegando en Santiago Caputo un pack importante de áreas de gestión. Esta semana explicó por qué frecuentemente se olvida de mencionar a los ministros Mariano Cúneo Libarona (Justicia) y a Mario Lugones (Salud). “Yo de salud y derecho no se nada”, se excusó. Son dos carteras que maneja, de punta a punta, el asesor presidencial. El jefe de Estado también cerró filas con su asesor estrella por el caso del vuelo del avión privado del empresario Leonardo Scatturice.
“Conozco el nombre, pero si pasa por acá no sé ni quién es”, dijo Milei sobre Scatturice, pese a que el empresario es un enlace clave del Gobierno con el trumpismo y tiene influencia en múltiples áreas: desde el mundo aeronáutico -compró Fly Bondi y tendría la mira puesta en la Empresa Argentina de Navegación Aérea (EANA)- hasta ARCA, la UIF y la SIDE. Milei no lo reconocería por la calle porque el vínculo con Scatturice es otra de las “facultades delegadas” en Caputo.
Cuando en marzo Carlos Pagni en LN+ habló del jet de Scatturice y reveló el vuelo privado que llegó de Miami con la pasajera Laura Belén Arrieta y las valijas que ingresaron sin control por un salvoconducto de la Aduana, la Casa Rosada reaccionó enseguida. Manuel Adorni dijo que Arrieta únicamente ingresó una valija y un carry on y acusó al periodismo de inventar una historia “fácticamente imposible”.
En aquel momento, el Gobierno hizo la defensa oficial antes de que avanzara el sumario administrativo, casi a ciegas: según pudo reconstruir LA NACION, recién una semana después de la desmentida de Adorni, en la Casa Rosada vieron los videos de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) que exhibían a Arrieta y los dos pilotos con diez bultos que salieron de Aeroparque sin pasar por los escáneres. El Gobierno siguió defendiendo en caso, pero tuvo que abundar en explicaciones que no había dado.
Son solo algunas de las postales curiosas que se observan en la administración mileísta, que está optando por replegarse y resistir, a la espera del apoyo popular. Quizás ese caparazón explique por qué Milei dio la orden a la Casa Militar de que la prensa no pueda verlo cuando entra o sale de la Casa Rosada o cuando acude a algún evento. Hay cada vez más vallas, biombos y corralitos para fotógrafos y cronistas. Quizás explique también por qué esta semana Adorni cambió la conferencia de prensa por el nuevo “Fake, siete ocho”, un programa de streaming oficial donde, en lugar de dar explicaciones por las decisiones de gobierno, apunta contra periodistas. Quizás sirva, en tanto, para entender por qué Alejandro Fantino, uno de los líderes de opinión favoritos de Milei, reveló un off the record con el ministro de Economía en Neura, un comentario que fue recortado y viralizado y que obligó a una reacción de urgencia de la Casa Rosada para evitar coletazos en la credibilidad del plan económico.
Es, en definitiva, la gestión de un Presidente que, esperando un plebiscito en las urnas, se enrolla sobre sí mismo. Como un erizo mientras declara, día a día, a nuevos mandriles enemigos.
“Me importa menos lo provincial, contengamos el frente nacional”. Guillermo Francos lo habló con Javier Milei al inicio de la semana. El jefe de Gabinete le anticipó al Presidente el ojo de huracán que se pronosticaba en el Senado, con una batería de proyectos opositores con impacto fiscal. Francos recomendó trabajar en un cordón político que evitara una crisis de gobernabilidad. Y Milei, que ignora completamente la rosca chiquita, coincidió en la idea de compensar con política lo que el Gobierno jamás pagará con billetera. Ordenó estudiar bien la conveniencia de los acuerdos provinciales caso a caso e instruyó priorizar “el frente nacional”.
Francos, entonces, activó el teléfono. Habló, entre otros, con el gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo, que está abierto a hacer un acuerdo electoral con La Libertad Avanza (LLA) en su provincia. El mendocino no pide demasiado: solo que no le borren de la boleta su sello provincial. Pese a la buena voluntad del jefe de Gabinete, llegó la fatídica previa del 9 de Julio. Y se hizo evidente que el grueso de los gobernadores le haría el vacío a Milei en el acto patrio. Esa noche, algo cambió en Olivos.
En rigor, la Casa Rosada había hecho una invitación fría vía mail a los gobernadores para que participaran con el Presidente de una nueva vigilia en la Casa de Tucumán. Hace un año, en ese mismo lugar, se había tomado la foto del “Pacto de Mayo” de Javier y Karina Milei con 18 gobernadores, probablemente la postal política más nutrida de la era libertaria. Aquel día estuvieron los mandatarios de Pro y la UCR, pero también varios peronistas (por ejemplo, el santiagueño Gerardo Zamora) y figuras que hoy están enemistados con los Milei, como el jefe de gobierno porteño, Jorge Macri. Este año, en cambio, aceptaron el convite no más de cuatro gobernadores. Las “fuerzas del cielo” enviaron la niebla, el Gobierno suspendió el viaje a Tucumán y se evitó la foto escuálida.
Milei, entonces, cambió de planes en la víspera de feriado e invitó a cenar a Luis Caputo a Olivos. En la soledad de la quinta presidencial, el martes, el Presidente y su ministro de Economía -el primer “talibán” del gabinete- trazaron escenarios, alimentaron teorías conspirativas y dieron rienda suelta a sus instintos “plus ultra”. Ambos se convencieron de que el sistema político quiere “destruir al Gobierno” y que todos los gobernadores “son parte del problema” porque “solo piensan en la de ellos”. Los dos diseñaron una hoja de ruta riesgosa, que incluye no aplicar las leyes que emanen del Congreso, resistir a base de vetos y judicializaciones, soportar eventuales meses de “volatilidad” y apostar todo a la elección de medio término para resetear la gestión y volver a empezar.
Una importante figura del Gobierno lo resumió así: “El nuevo escenario es que una victoria en octubre es lo que va a volver a ordenar todo”. En 48 horas, Milei pasó de la conducción preventiva a acelerar a fondo en un camino de curvas y contracurvas.
Tras la noche negra en el Senado (se sancionaron seis proyectos opositores por unanimidad), el Presidente dijo en la Bolsa de Comercio, con los ojos bien abiertos: “Adivinen qué… voy a vetar todo”. Habló de los “degenerados fiscales” del Congreso que votaron un aumento para los jubilados y de devolver impuestos “a los argentinos de bien”. En su nuevo deporte de riesgo, el Gobierno ahora necesita sostener en Diputados (la Cámara alta está perdida) el veto del proyecto previsional, el de mayor impacto fiscal. La matemática ya se puso en marcha en el oficialismo: se necesita un piso de 72 diputados “héroes” -en el cálculo más optimista- para conseguir el tercio salvador.
Cuando hubo media sanción en Diputados, a principios de junio, el proyecto que aumenta jubilaciones obtuvo 142 votos afirmativos y 67 votos. Los libertarios tienen que ir a buscar a quienes se abstuvieron o se ausentaron. Si bien en política cualquier especulación lineal es poco efectiva, un pantallazo de los diputados que están en ese grupo muestra el valor del “toma y daca” que Milei y el ala “karinista” tanto denuestan. ¿A quién van a convencer? ¿A los “radicales peluca” que están quedando afuera de los armados en Misiones y Tucumán? ¿A los destratados del MID? ¿O a Pamela Verasay, la diputada de Cornejo que se abstuvo mientras su jefe político espera el acuerdo electoral en Mendoza? Los Menem dicen “difícil” cuando se les pregunta por el pacto cuyano.
La misión no es imposible, pero requiere muñeca política en un entorno hostil. Con una particularidad: el titular de Diputados, Martín Menem, es a su vez armador nacional de LLA y en las negociaciones que encara junto a su primo lejano, “Lule” Menem, hasta ahora hizo escasas concesiones. Basta con ver cómo apoyaron la ley de jubilaciones los tres senadores que responden al gobernador, Gustavo Valdés, un buen alumno de la Casa Rosada que a último minuto vio naufragar su acuerdo con los libertarios en Corrientes. Más curioso aún es el caso del senador Luis Juez: confidente de Milei y habitual comensal de los bifes que sirven en Olivos, el cordobés todavía no logró que los celosos libertarios de su provincia le dieran un lugar. Votó a favor del proyecto previsional, según dijo, por una cuestión de principios.
Frente interno
El Gobierno encara este momento de vértigo, además, con un escenario de fuerte descomposición interna en la cúpula libertaria. Santiago Caputo y los Menem hasta hace poco discutían, pero ahora no se hablan. El lunes hubo reunión de mesa político-parlamentaria y el asesor estrella de Milei no fue. Hay quienes dicen que con “Lule” están bloqueados en WhatsApp. No sería raro: los libertarios tienen el “adiós para siempre” fácil. Basta con repasar la anécdota que contó Karina cuando un streamer dijo “eso” en alusión a Conan, el perro que acompañó a Milei al canal Neura hace unos diez días. La hermana presidencial recordó: “Vino una persona y me dijo [en alusión a uno de los perros de los Milei] ‘¿Dónde querés poner esa cosa?’. Yo le dije ‘vos estás afuera de esta reunión y no trabajás más conmigo’. Lo echamos. Nunca más volvió”.
Si, a modo táctico, Caputo se corrió de las negociaciones parlamentarias, los Menem lo excluyeron del cierre de listas. Quieren reducir al asesor a su rol original de “gurú” y recortar su influencia. “Santiago no va a participar de los cierres pero va a estar en lo comunicacional de la campaña”, sueltan en el campamento karinista. En el Salón Parravicini circula un mate grabado con la inscripción “Ministerio de Trolls”. Un rol a años luz de los albores de la gestión mileísta, cuando todo el sistema entendía que hablar con Caputo era como hablar con Milei.
Con su declaración de guerra al resto del mundo, Milei bajó el martillo a favor del ala dura del Gobierno que encarnan Karina y los Menem: son los que prefieren el repliegue violeta puro antes de sumar aliados. “No queremos chuparle las medias a nadie por una ruta nacional”, sintetizó, elocuente, un exégeta de ese ala. Francos y Caputo, que vienen advirtiendo por los riesgos en la gobernabilidad, deberán adaptarse. “Santiago es, ante todo, soldado. Si Javier quiere pelear, va a pintarse la cara”, dijo alguien que conoce bien el vínculo del Presidente con su asesor.
Con este escenario, se abren incógnitas para los jóvenes-militantes de Las Fuerzas del Cielo, conducidos por Daniel Parisini (Gordo Dan) y Agustín Romo. Ellos, además de pura sangre, son caputistas. En el cierre de listas de la provincia de Buenos Aires, que vence en una semana, pretenden tener un candidato a legislador provincial por cada sección electoral. Es decir, ocho representantes nuevos en la Legislatura. Los Menem quieren darles la mitad. Los tuitstars todavía confían en que Milei saldrá a bendecirlos.
El Presidente, en tanto, sigue delegando en Santiago Caputo un pack importante de áreas de gestión. Esta semana explicó por qué frecuentemente se olvida de mencionar a los ministros Mariano Cúneo Libarona (Justicia) y a Mario Lugones (Salud). “Yo de salud y derecho no se nada”, se excusó. Son dos carteras que maneja, de punta a punta, el asesor presidencial. El jefe de Estado también cerró filas con su asesor estrella por el caso del vuelo del avión privado del empresario Leonardo Scatturice.
“Conozco el nombre, pero si pasa por acá no sé ni quién es”, dijo Milei sobre Scatturice, pese a que el empresario es un enlace clave del Gobierno con el trumpismo y tiene influencia en múltiples áreas: desde el mundo aeronáutico -compró Fly Bondi y tendría la mira puesta en la Empresa Argentina de Navegación Aérea (EANA)- hasta ARCA, la UIF y la SIDE. Milei no lo reconocería por la calle porque el vínculo con Scatturice es otra de las “facultades delegadas” en Caputo.
Cuando en marzo Carlos Pagni en LN+ habló del jet de Scatturice y reveló el vuelo privado que llegó de Miami con la pasajera Laura Belén Arrieta y las valijas que ingresaron sin control por un salvoconducto de la Aduana, la Casa Rosada reaccionó enseguida. Manuel Adorni dijo que Arrieta únicamente ingresó una valija y un carry on y acusó al periodismo de inventar una historia “fácticamente imposible”.
En aquel momento, el Gobierno hizo la defensa oficial antes de que avanzara el sumario administrativo, casi a ciegas: según pudo reconstruir LA NACION, recién una semana después de la desmentida de Adorni, en la Casa Rosada vieron los videos de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) que exhibían a Arrieta y los dos pilotos con diez bultos que salieron de Aeroparque sin pasar por los escáneres. El Gobierno siguió defendiendo en caso, pero tuvo que abundar en explicaciones que no había dado.
Son solo algunas de las postales curiosas que se observan en la administración mileísta, que está optando por replegarse y resistir, a la espera del apoyo popular. Quizás ese caparazón explique por qué Milei dio la orden a la Casa Militar de que la prensa no pueda verlo cuando entra o sale de la Casa Rosada o cuando acude a algún evento. Hay cada vez más vallas, biombos y corralitos para fotógrafos y cronistas. Quizás explique también por qué esta semana Adorni cambió la conferencia de prensa por el nuevo “Fake, siete ocho”, un programa de streaming oficial donde, en lugar de dar explicaciones por las decisiones de gobierno, apunta contra periodistas. Quizás sirva, en tanto, para entender por qué Alejandro Fantino, uno de los líderes de opinión favoritos de Milei, reveló un off the record con el ministro de Economía en Neura, un comentario que fue recortado y viralizado y que obligó a una reacción de urgencia de la Casa Rosada para evitar coletazos en la credibilidad del plan económico.
Es, en definitiva, la gestión de un Presidente que, esperando un plebiscito en las urnas, se enrolla sobre sí mismo. Como un erizo mientras declara, día a día, a nuevos mandriles enemigos.
En la víspera del 9 de Julio, algo cambió en Olivos; el plan hasta las elecciones y el hielo entre los Menem y Caputo; el impacto del caso del avión Read More