Cómo saber cuándo tiene que dejar de manejar tu papá y qué decirle para que no se enoje

A Sherrie Waugh le gan gritado, insultado y llorado en el transcurso de su trabajo administrando exámenes de manejo. Por lo general, estas reacciones extremas ocurren cuando se ve obligada a dar un veredicto perturbador: es hora de soltar las llaves del auto.

Waugh, especialista certificada en rehabilitación de conducción de The Brain Center, un consultorio privado de neuropsicología en Indiana, Estados Unidos, a menudo trabaja con conductores mayores, sometiéndolos a una evaluación que mide aspectos como las habilidades visuales, el tiempo de reacción y la velocidad de procesamiento.

“Me tocó un caballero que tenía demencia temprana y que se me puso a llorar en el asiento”, contó la experta al New York Times. “Su esposa también estaba en el auto y también empezó a llorar. Y al final todos estábamos llorando. Porque es muy difícil”.

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Las conversaciones sobre cuándo una persona mayor (o alguien cuyas circunstancias físicas o mentales hacen que conducir un vehículo sea peligroso) deben dejar el volante son, a menudo, angustiantes. Pueden alterar el sentido de independencia e identidad del conductor y aumentar las responsabilidades que asumen muchos cuidadores familiares.

“Es una pérdida muy importante para las personas mayores”, dijo Lauren Massimo, profesora asistente en Penn Nursing. “Me lo han descrito como deshumanizante”.

Sin embargo, los expertos aseguran que es crucial poder plantear las inquietudes tan pronto como surjan. “Hay formas de hacer que la conversación sobre las llaves del auto sea menos dolorosa para los conductores mayores y sus seres queridos”.

1. Observar bien el problema

“Antes de pedirle a su pareja o a sus padres que dejen de conducir, investigue”, señalan los expertos. Waugh, por ejemplo, está sorprendida por la cantidad de cuidadores que ve que expresan su preocupación por los conductores mayores con los que en realidad no han conducido recientemente.

“Si necesitan comprar algo en el supermercado, súbanse al auto”, dijo la especialista, que recomienda tomar nota: ¿Les faltan semáforos o señales de seguridad? ¿Tienen dificultades para mantener el límite de velocidad o permanecer en su carril? ¿Se están confundiendo acerca de las direcciones, especialmente en rutas familiares? Todas estas son señales de que sus habilidades para conducir pueden estar disminuyendo.

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“Y tenga cuidado con la discriminación por edad”, agrega, “especialmente al pensar en cómo abordar la conversación”.

“En realidad, no se trata de su edad”, dijo Marvell Adams Jr., director ejecutivo de la organización sin fines de lucro Caregiver Action Network. “Se trata de cambios en sus capacidades, que le pueden pasar a cualquiera”.

Adams sugirió esta táctica inicial para una charla: “‘Che, sabés que me di cuenta de que parece que tus neumáticos están golpeados. ¿Estás pisando la vereda con más frecuencia?’”. Su propia madre tomó la decisión de dejar de conducir, dijo, después de pisar el acelerador en lugar del freno.

2. Atribuir la decisión a otra persona

La conversación sobre la conducción es una de las partes más difíciles del trabajo de Massimo como proveedor de atención médica que trabaja con pacientes con enfermedades neurodegenerativas, dijo. Pero está feliz de aliviar esa carga a los cuidadores.

“Convierta al proveedor en el malo”, sugirió. Muchos de los clientes de Waugh acuden a ella a través de referencias de médicos de atención primaria, neurólogos u oftalmólogos, aunque los familiares también se acercan directamente. Cobra 175 dólares por una evaluación clínica de 90 minutos y 200 dólares por una evaluación en calle, tarifas que reconoció que podrían ser prohibitivas para algunas familias. Todavía no logró que un seguro reembolse a sus clientes, pero, dicen los expertos, las evaluaciones de conducción profesionales pueden ofrecer objetividad y claridad.

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Waugh vio recientemente a un cliente mayor que solía enseñar educación vial y se molestó porque su esposa y su médico le habían instado a dejar de conducir. Durante la evaluación, tuvo dificultades para terminar las pruebas de memoria a corto plazo, incluido un laberinto sencillo y un ejercicio de conteo. Cuando Waugh le mostró sus resultados, finalmente comprendió que representaba un riesgo para su seguridad y la de los demás en la autopista.

3. Tener soluciones listas y dejar espacio a las emociones

Aunque dejar de conducir rara vez es fácil, servicios como las aplicaciones de entrega de comestibles y de viajes compartidos pueden disminuir las molestias y ofrecer autonomía e independencia continuas, afirmó Adams.

“Elabore un plan sobre cómo ayudará a un conductor jubilado a desplazarse”, explicó. Además de las aplicaciones para compartir viajes, los expertos también mencionaron el transporte público y los vehículos compartidos, así como amigos y familiares que podrían ofrecer viajes.

“Considere también estrategias de reducción de riesgos”, sugirió Adams. “Tal vez su pareja o sus padres puedan conducir con seguridad durante el día, pero no de noche ni en la ruta”, agregó.

“Aunque los conductores mayores y sus familiares se resistan a hacerlo, mire hacia el futuro. Haga que esto sea parte de la conversación desde el principio”, dijo Cheryl Greenberg, quien asesora a personas mayores y sus familias sobre transiciones y planificación de la vida en Carolina del Norte. “Ya sabes, ‘tienes 60 años y conduces muy bien, pero mamá, ¿qué harías si llegara el momento y te sintieras menos cómoda y menos capaz?’”

Todos los expertos dijeron que era importante dejar espacio para las grandes emociones en torno a estas conversaciones. “Sea empático”, concluyó Greenberg. “No entres y digas ‘Bueno, a partir de hoy ya no podés manejar’. Escuchá y hacé preguntas que puedan ayudarles a centrarse en el proceso”.

A Sherrie Waugh le gan gritado, insultado y llorado en el transcurso de su trabajo administrando exámenes de manejo. Por lo general, estas reacciones extremas ocurren cuando se ve obligada a dar un veredicto perturbador: es hora de soltar las llaves del auto.

Waugh, especialista certificada en rehabilitación de conducción de The Brain Center, un consultorio privado de neuropsicología en Indiana, Estados Unidos, a menudo trabaja con conductores mayores, sometiéndolos a una evaluación que mide aspectos como las habilidades visuales, el tiempo de reacción y la velocidad de procesamiento.

“Me tocó un caballero que tenía demencia temprana y que se me puso a llorar en el asiento”, contó la experta al New York Times. “Su esposa también estaba en el auto y también empezó a llorar. Y al final todos estábamos llorando. Porque es muy difícil”.

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Las conversaciones sobre cuándo una persona mayor (o alguien cuyas circunstancias físicas o mentales hacen que conducir un vehículo sea peligroso) deben dejar el volante son, a menudo, angustiantes. Pueden alterar el sentido de independencia e identidad del conductor y aumentar las responsabilidades que asumen muchos cuidadores familiares.

“Es una pérdida muy importante para las personas mayores”, dijo Lauren Massimo, profesora asistente en Penn Nursing. “Me lo han descrito como deshumanizante”.

Sin embargo, los expertos aseguran que es crucial poder plantear las inquietudes tan pronto como surjan. “Hay formas de hacer que la conversación sobre las llaves del auto sea menos dolorosa para los conductores mayores y sus seres queridos”.

1. Observar bien el problema

“Antes de pedirle a su pareja o a sus padres que dejen de conducir, investigue”, señalan los expertos. Waugh, por ejemplo, está sorprendida por la cantidad de cuidadores que ve que expresan su preocupación por los conductores mayores con los que en realidad no han conducido recientemente.

“Si necesitan comprar algo en el supermercado, súbanse al auto”, dijo la especialista, que recomienda tomar nota: ¿Les faltan semáforos o señales de seguridad? ¿Tienen dificultades para mantener el límite de velocidad o permanecer en su carril? ¿Se están confundiendo acerca de las direcciones, especialmente en rutas familiares? Todas estas son señales de que sus habilidades para conducir pueden estar disminuyendo.

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“Y tenga cuidado con la discriminación por edad”, agrega, “especialmente al pensar en cómo abordar la conversación”.

“En realidad, no se trata de su edad”, dijo Marvell Adams Jr., director ejecutivo de la organización sin fines de lucro Caregiver Action Network. “Se trata de cambios en sus capacidades, que le pueden pasar a cualquiera”.

Adams sugirió esta táctica inicial para una charla: “‘Che, sabés que me di cuenta de que parece que tus neumáticos están golpeados. ¿Estás pisando la vereda con más frecuencia?’”. Su propia madre tomó la decisión de dejar de conducir, dijo, después de pisar el acelerador en lugar del freno.

2. Atribuir la decisión a otra persona

La conversación sobre la conducción es una de las partes más difíciles del trabajo de Massimo como proveedor de atención médica que trabaja con pacientes con enfermedades neurodegenerativas, dijo. Pero está feliz de aliviar esa carga a los cuidadores.

“Convierta al proveedor en el malo”, sugirió. Muchos de los clientes de Waugh acuden a ella a través de referencias de médicos de atención primaria, neurólogos u oftalmólogos, aunque los familiares también se acercan directamente. Cobra 175 dólares por una evaluación clínica de 90 minutos y 200 dólares por una evaluación en calle, tarifas que reconoció que podrían ser prohibitivas para algunas familias. Todavía no logró que un seguro reembolse a sus clientes, pero, dicen los expertos, las evaluaciones de conducción profesionales pueden ofrecer objetividad y claridad.

La pick up que lleva cuatro meses con los precios congelados

Waugh vio recientemente a un cliente mayor que solía enseñar educación vial y se molestó porque su esposa y su médico le habían instado a dejar de conducir. Durante la evaluación, tuvo dificultades para terminar las pruebas de memoria a corto plazo, incluido un laberinto sencillo y un ejercicio de conteo. Cuando Waugh le mostró sus resultados, finalmente comprendió que representaba un riesgo para su seguridad y la de los demás en la autopista.

3. Tener soluciones listas y dejar espacio a las emociones

Aunque dejar de conducir rara vez es fácil, servicios como las aplicaciones de entrega de comestibles y de viajes compartidos pueden disminuir las molestias y ofrecer autonomía e independencia continuas, afirmó Adams.

“Elabore un plan sobre cómo ayudará a un conductor jubilado a desplazarse”, explicó. Además de las aplicaciones para compartir viajes, los expertos también mencionaron el transporte público y los vehículos compartidos, así como amigos y familiares que podrían ofrecer viajes.

“Considere también estrategias de reducción de riesgos”, sugirió Adams. “Tal vez su pareja o sus padres puedan conducir con seguridad durante el día, pero no de noche ni en la ruta”, agregó.

“Aunque los conductores mayores y sus familiares se resistan a hacerlo, mire hacia el futuro. Haga que esto sea parte de la conversación desde el principio”, dijo Cheryl Greenberg, quien asesora a personas mayores y sus familias sobre transiciones y planificación de la vida en Carolina del Norte. “Ya sabes, ‘tienes 60 años y conduces muy bien, pero mamá, ¿qué harías si llegara el momento y te sintieras menos cómoda y menos capaz?’”

Todos los expertos dijeron que era importante dejar espacio para las grandes emociones en torno a estas conversaciones. “Sea empático”, concluyó Greenberg. “No entres y digas ‘Bueno, a partir de hoy ya no podés manejar’. Escuchá y hacé preguntas que puedan ayudarles a centrarse en el proceso”.

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