Exorcismo: El Ritual (The Ritual, Estados Unidos/2025). Dirección: David Midell. Guion: David Midell, Enrico Natale. Fotografía: Adam Biddle. Edición: Enrico Natale. Elenco: Al Pacino, Dan Stevens, Ashley Greene, Abigail Cowen, Patricia Heaton, María Camila Giraldo, Patrick Fabian. Calificación: Apta para mayores de 13 años. Distribuidora: BF Paris. Duración: 98’. Nuestra opinión: regular.
Una placa anuncia que los hechos que vamos a ver sucedieron hace tiempo, en 1928, en la región de Iowa, en los Estados Unidos. Lo que sigue es, entonces, una “historia real”. Y es que eso que hoy se proclama como “real” en el cine, en ocasiones no es más que una coartada de validación para lo más absurdo, lo más increíble. Sin embargo, nada es demasiado increíble en Exorcismo: El Ritual, una película que intenta sumarse a las filas del “terror satánico”, consolidado desde los años 60 y 70 por películas emblemáticas como El bebé de Rosemary, El exorcista o La profecía, dedicadas a explorar las respuestas religiosas a una incertidumbre existencial que cada tanto se hace intolerable.
En esta versión “documentada” sobre un suceso ya trajinado en el saber popular (el supuesto exorcismo de Emma Schmidt), la intención está menos en el sobresalto o el golpe de efecto, sino en la resistente pregunta sobre el origen de un mal inexplicable: ¿se halla en lo sobrenatural o en lo humano?
Esa pregunta asedia al padre Joseph Steiger (Dan Stevens) en los días posteriores al suicidio de su hermano, muerte que su religión condena. La culpa y la incertidumbre se entremezclan con la misa y el respaldo de sus fieles. Un aviso del obispado termina de agravar su pesadumbre: su iglesia ha sido elegida para celebrar un exorcismo. La destinataria es Emma Schmidt (Abigail Cowen), una joven que hace tiempo padece una afección severa y ni la medicina ni la incipiente psicología parecen darle respuesta. La primera reacción del sacerdote será la resistencia: se niega a aceptar una práctica que considera medieval y exige la asistencia de médicos y profesionales de la salud. Pero en la Iglesia mandan otros y pronto llega el padre Theophilus Riesinger (Al Pacino), un capuchino ortodoxo dispuesto a cumplir con su cometido.
Lo que le interesa a la película, en la dramatización de ese largo proceso de exorcismo, son los interrogantes que asedian al cura anfitrión, a la orden de monjas que habita en la iglesia, y ponen en jaque esa frontera precaria entre el peso de la fe y el deber de la conciencia.
Su interés es genuino y por ello es difícil encuadrarla en el terror contemporáneo, sino en un drama religioso algo avejentado que asume esporádicos elementos de impacto visual (varios, como las siluetas demoníacas, bastante austeras). De hecho, la disputa mayor se da en el interior del propio Steiger, para quien el padre Theophilus representa una imagen de la Iglesia de la que se quiere emancipar. Sin embargo, frente a esa orfandad no sabe cómo construir su fortaleza y menos su liderazgo frente a una comunidad ahora perturbada. El deterioro de la salud de Emma, la crisis de algunas monjas y sus insistentes pesadillas van en esa dirección, ahogar su menguante resistencia ante el peso del dogma más arcaico.
Ahora bien, en esa línea es discutible la puesta en escena elegida por el director David Midell, con una cámara en mano nerviosa, que va y viene sobre los personajes, torpe en algunos encuadres, sin un verdadero crescendo dramático en su camino a la resolución. El agotamiento de la idea y la repetición ceremonial sin variación quitan potencia a los interrogantes que en el comienzo atraían nuestra atención. Y, por último, la excesiva solemnidad de las actuaciones y la deficiencia en crear una atmósfera opresiva no logran sostener la seriedad pretendida y consiguen rozar peligrosamente el límite de la parodia. Eso sí, es admirable ver a Pacino encorvado como un monje fanático pronunciando sus iracundos monólogos como las profecías de un tiempo de teatralidad irreversible.
Exorcismo: El Ritual (The Ritual, Estados Unidos/2025). Dirección: David Midell. Guion: David Midell, Enrico Natale. Fotografía: Adam Biddle. Edición: Enrico Natale. Elenco: Al Pacino, Dan Stevens, Ashley Greene, Abigail Cowen, Patricia Heaton, María Camila Giraldo, Patrick Fabian. Calificación: Apta para mayores de 13 años. Distribuidora: BF Paris. Duración: 98’. Nuestra opinión: regular.
Una placa anuncia que los hechos que vamos a ver sucedieron hace tiempo, en 1928, en la región de Iowa, en los Estados Unidos. Lo que sigue es, entonces, una “historia real”. Y es que eso que hoy se proclama como “real” en el cine, en ocasiones no es más que una coartada de validación para lo más absurdo, lo más increíble. Sin embargo, nada es demasiado increíble en Exorcismo: El Ritual, una película que intenta sumarse a las filas del “terror satánico”, consolidado desde los años 60 y 70 por películas emblemáticas como El bebé de Rosemary, El exorcista o La profecía, dedicadas a explorar las respuestas religiosas a una incertidumbre existencial que cada tanto se hace intolerable.
En esta versión “documentada” sobre un suceso ya trajinado en el saber popular (el supuesto exorcismo de Emma Schmidt), la intención está menos en el sobresalto o el golpe de efecto, sino en la resistente pregunta sobre el origen de un mal inexplicable: ¿se halla en lo sobrenatural o en lo humano?
Esa pregunta asedia al padre Joseph Steiger (Dan Stevens) en los días posteriores al suicidio de su hermano, muerte que su religión condena. La culpa y la incertidumbre se entremezclan con la misa y el respaldo de sus fieles. Un aviso del obispado termina de agravar su pesadumbre: su iglesia ha sido elegida para celebrar un exorcismo. La destinataria es Emma Schmidt (Abigail Cowen), una joven que hace tiempo padece una afección severa y ni la medicina ni la incipiente psicología parecen darle respuesta. La primera reacción del sacerdote será la resistencia: se niega a aceptar una práctica que considera medieval y exige la asistencia de médicos y profesionales de la salud. Pero en la Iglesia mandan otros y pronto llega el padre Theophilus Riesinger (Al Pacino), un capuchino ortodoxo dispuesto a cumplir con su cometido.
Lo que le interesa a la película, en la dramatización de ese largo proceso de exorcismo, son los interrogantes que asedian al cura anfitrión, a la orden de monjas que habita en la iglesia, y ponen en jaque esa frontera precaria entre el peso de la fe y el deber de la conciencia.
Su interés es genuino y por ello es difícil encuadrarla en el terror contemporáneo, sino en un drama religioso algo avejentado que asume esporádicos elementos de impacto visual (varios, como las siluetas demoníacas, bastante austeras). De hecho, la disputa mayor se da en el interior del propio Steiger, para quien el padre Theophilus representa una imagen de la Iglesia de la que se quiere emancipar. Sin embargo, frente a esa orfandad no sabe cómo construir su fortaleza y menos su liderazgo frente a una comunidad ahora perturbada. El deterioro de la salud de Emma, la crisis de algunas monjas y sus insistentes pesadillas van en esa dirección, ahogar su menguante resistencia ante el peso del dogma más arcaico.
Ahora bien, en esa línea es discutible la puesta en escena elegida por el director David Midell, con una cámara en mano nerviosa, que va y viene sobre los personajes, torpe en algunos encuadres, sin un verdadero crescendo dramático en su camino a la resolución. El agotamiento de la idea y la repetición ceremonial sin variación quitan potencia a los interrogantes que en el comienzo atraían nuestra atención. Y, por último, la excesiva solemnidad de las actuaciones y la deficiencia en crear una atmósfera opresiva no logran sostener la seriedad pretendida y consiguen rozar peligrosamente el límite de la parodia. Eso sí, es admirable ver a Pacino encorvado como un monje fanático pronunciando sus iracundos monólogos como las profecías de un tiempo de teatralidad irreversible.
El subgénero que tuvo su apogeo en los 60 y los 70 con El bebé de Rosemary, La profecía y El exorcista, reaparece en esta obra dirigida por David Midell Read More