El 25 de julio pasado, Joaquín Guzmán López e Ismael “El Mayo” Zambada, dos jefes del narcotráfico mexicano, volaron en jet privado desde México a Estados Unidos. Fue allí, en un aeropuerto privado en El Paso, Texas, donde un comando del FBI aguardaba para arrestarlos.
La aprehensión de Zambada destapó todo tipo de hipótesis sobre si el máximo líder del cartel de Sinaloa se había entregado tras un acuerdo con las autoridades del vecino país. Sin embargo, en una carta firmada por el propio narcotraficante, este aseguró que fue engañado, secuestrado y llevado contra su voluntad a los Estados Unidos.
Según la misiva, quien planificó el secuestro fue Joaquín Guzmán López, hijo de el “Chapo” Guzmán, que se encontraba negociando su detención con las autoridades estadounidenses y que aprovechó un presunto descuido de Zambada para traicionarlo. La Administración de Control de Drogas (DEA) venía ofreciendo 15 millones de dólares para quien diera información sobre su paradero.
“El Mayo” Zambada es cofundador y presunto líder actual del cartel de Sinaloa por lo que su detención es un golpe al corazón de la organización criminal, una de las más violentas y poderosas del mundo, entre las principales traficantes de fentanilo, el opioide sintético que se ha convertido en una de las drogas más lucrativas y que más muertes por sobredosis causa en Estados Unidos.
Hace pocos días, Zambada se presentó en una corte en Nueva York para conocer los 17 cargos que se le imputan, entre los que se destacan narcotráfico, pertenencia a una empresa criminal, lavado de activos, conspiración para asesinato y posesión de armas. Acompañado por su equipo legal contestó varias preguntas del juez y se declaró no culpable de todos los cargos.
La próxima audiencia está programada para el próximo 31 de octubre, según adelantó el Departamento de Justicia de Estados Unidos. La fiscalía afirmó en un escrito que los delitos que se le imputan ameritan la pena de muerte o cadena perpetua, así como varias sentencias adicionales de decenas de años de prisión por más de una decena de cargos por narcotráfico.
La detención de Zambada y de uno de los hijos del Chapo Guzmán es considerada una de las mayores victorias de las agencias estadounidenses contra los carteles del narcotráfico. El jefe del FBI declaró que Zambada y López habían eludido a las fuerzas del orden durante décadas y que ahora se enfrentarán a la Justicia en Estados Unidos.
Las bandas del narcotráfico no sólo pelean a sangre y fuego por el control de un negocio que no deja de dar cuantiosas utilidades ni por rutas privilegiadas; también buscan espacios en las estructuras del poder. Por ello, son una amenaza para la sociedad y las instituciones, así como para el desarrollo económico y social, por lo que deben redoblarse los esfuerzos para combatir, con todas las fuerzas del Estado, sus devastadores efectos para limitarlos a su mínima expresión.
El 25 de julio pasado, Joaquín Guzmán López e Ismael “El Mayo” Zambada, dos jefes del narcotráfico mexicano, volaron en jet privado desde México a Estados Unidos. Fue allí, en un aeropuerto privado en El Paso, Texas, donde un comando del FBI aguardaba para arrestarlos.
La aprehensión de Zambada destapó todo tipo de hipótesis sobre si el máximo líder del cartel de Sinaloa se había entregado tras un acuerdo con las autoridades del vecino país. Sin embargo, en una carta firmada por el propio narcotraficante, este aseguró que fue engañado, secuestrado y llevado contra su voluntad a los Estados Unidos.
Según la misiva, quien planificó el secuestro fue Joaquín Guzmán López, hijo de el “Chapo” Guzmán, que se encontraba negociando su detención con las autoridades estadounidenses y que aprovechó un presunto descuido de Zambada para traicionarlo. La Administración de Control de Drogas (DEA) venía ofreciendo 15 millones de dólares para quien diera información sobre su paradero.
“El Mayo” Zambada es cofundador y presunto líder actual del cartel de Sinaloa por lo que su detención es un golpe al corazón de la organización criminal, una de las más violentas y poderosas del mundo, entre las principales traficantes de fentanilo, el opioide sintético que se ha convertido en una de las drogas más lucrativas y que más muertes por sobredosis causa en Estados Unidos.
Hace pocos días, Zambada se presentó en una corte en Nueva York para conocer los 17 cargos que se le imputan, entre los que se destacan narcotráfico, pertenencia a una empresa criminal, lavado de activos, conspiración para asesinato y posesión de armas. Acompañado por su equipo legal contestó varias preguntas del juez y se declaró no culpable de todos los cargos.
La próxima audiencia está programada para el próximo 31 de octubre, según adelantó el Departamento de Justicia de Estados Unidos. La fiscalía afirmó en un escrito que los delitos que se le imputan ameritan la pena de muerte o cadena perpetua, así como varias sentencias adicionales de decenas de años de prisión por más de una decena de cargos por narcotráfico.
La detención de Zambada y de uno de los hijos del Chapo Guzmán es considerada una de las mayores victorias de las agencias estadounidenses contra los carteles del narcotráfico. El jefe del FBI declaró que Zambada y López habían eludido a las fuerzas del orden durante décadas y que ahora se enfrentarán a la Justicia en Estados Unidos.
Las bandas del narcotráfico no sólo pelean a sangre y fuego por el control de un negocio que no deja de dar cuantiosas utilidades ni por rutas privilegiadas; también buscan espacios en las estructuras del poder. Por ello, son una amenaza para la sociedad y las instituciones, así como para el desarrollo económico y social, por lo que deben redoblarse los esfuerzos para combatir, con todas las fuerzas del Estado, sus devastadores efectos para limitarlos a su mínima expresión.
El 25 de julio pasado, Joaquín Guzmán López e Ismael “El Mayo” Zambada, dos jefes del narcotráfico mexicano, volaron en jet privado desde México a Estados Unidos. Fue allí, en un aeropuerto privado en El Paso, Texas, donde un comando del FBI aguardaba para arrestarlos.La aprehensión de Zambada destapó todo tipo de hipótesis sobre si el máximo líder del cartel de Sinaloa se había entregado tras un acuerdo con las autoridades del vecino país. Sin embargo, en una carta firmada por el propio narcotraficante, este aseguró que fue engañado, secuestrado y llevado contra su voluntad a los Estados Unidos.Según la misiva, quien planificó el secuestro fue Joaquín Guzmán López, hijo de el “Chapo” Guzmán, que se encontraba negociando su detención con las autoridades estadounidenses y que aprovechó un presunto descuido de Zambada para traicionarlo. La Administración de Control de Drogas (DEA) venía ofreciendo 15 millones de dólares para quien diera información sobre su paradero.“El Mayo” Zambada es cofundador y presunto líder actual del cartel de Sinaloa por lo que su detención es un golpe al corazón de la organización criminal, una de las más violentas y poderosas del mundo, entre las principales traficantes de fentanilo, el opioide sintético que se ha convertido en una de las drogas más lucrativas y que más muertes por sobredosis causa en Estados Unidos.Hace pocos días, Zambada se presentó en una corte en Nueva York para conocer los 17 cargos que se le imputan, entre los que se destacan narcotráfico, pertenencia a una empresa criminal, lavado de activos, conspiración para asesinato y posesión de armas. Acompañado por su equipo legal contestó varias preguntas del juez y se declaró no culpable de todos los cargos.La próxima audiencia está programada para el próximo 31 de octubre, según adelantó el Departamento de Justicia de Estados Unidos. La fiscalía afirmó en un escrito que los delitos que se le imputan ameritan la pena de muerte o cadena perpetua, así como varias sentencias adicionales de decenas de años de prisión por más de una decena de cargos por narcotráfico.La detención de Zambada y de uno de los hijos del Chapo Guzmán es considerada una de las mayores victorias de las agencias estadounidenses contra los carteles del narcotráfico. El jefe del FBI declaró que Zambada y López habían eludido a las fuerzas del orden durante décadas y que ahora se enfrentarán a la Justicia en Estados Unidos.Las bandas del narcotráfico no sólo pelean a sangre y fuego por el control de un negocio que no deja de dar cuantiosas utilidades ni por rutas privilegiadas; también buscan espacios en las estructuras del poder. Por ello, son una amenaza para la sociedad y las instituciones, así como para el desarrollo económico y social, por lo que deben redoblarse los esfuerzos para combatir, con todas las fuerzas del Estado, sus devastadores efectos para limitarlos a su mínima expresión. Read More