“Van a pagar lo que hicieron”. Perpetua para Loko, el capo narco que quería emular a los brutales carteles brasileños

“Esto recién comienza. Van a pagar todo lo que hicieron. Tírenme 100, 200 o 300 años, no me importa. El peor error de ustedes es no haberme matado todas las veces que intentaron. Ahora se van a arrepentir de haber nacido porque no tienen idea lo que tengo preparado para ustedes”, desafiaba a jueces y fiscales desde la cárcel de Ezeiza Néstor Rojas, conocido por los apodos de Loko o Negro, un sindicado capo narco que operaba desde Misiones y que se jactaba de liderar el Primer Comando de Frontera (PCF). Él pretendía emular a los brutales carteles de Brasil. Ayer fue condenado a la pena de prisión perpetua.

Las amenazas de un capo narco

La sentencia fue decidida ayer por el Tribunal Oral Federal (TOF) de Posadas, integrado por los jueces Víctor Alonso, Enrique Bosch y Fermín Cerolini. En el debate, el Ministerio Público estuvo representado por la fiscal federal Vivian Barbosa y Martín Uriona, auxiliar fiscal de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar).

Además de Rojas, Pablo Campos, un lugarteniente del capo narco, fue condenado a la pena de ocho años de cárcel.

“La prueba colectada permite sostener, sin lugar a dudas, la existencia de una organización criminal dedicada al tráfico ilícito estupefacientes, con ramificaciones en el Paraguay y Brasil, que respondía jerárquicamente a Rojas, apodado Negro, quien dirigía y financiaba las actividades desde un establecimiento penitenciario de máxima seguridad, en el que estaba detenido por otros graves delitos”, sostuvo Uriona en el alegato donde el Ministerio Público Fiscal solicitó la pena de prisión perpetua para Rojas y una condena de nueve de cárcel para Campos.

A Rojas lo condenaron por un homicidio vinculado con el almacenamiento de 2000 kilos de marihuana y las actividades criminales que llevó adelante el capo narco desde la cárcel.

Negro o Loko, nacido en Misiones, se jactaba de liderar desde el penal de Ezeiza el PCF. El recluso argumentaba en sus llamadas telefónicas, intervenidas por orden de la Justicia, que el PCF era un brazo de la megaorganización criminal brasileña Primer Comando Capital (PCC), algo de lo que nunca hubo certeza.

“Díganles a esos jueces que esto recién comienza, que van a pagar todos los que hicieron todos, uno por uno. Cuando vean, graben bien y ustedes saben lo que les estoy diciendo: la sigla PCF, graben bien, porque la van a marcar para toda la vida, el resto de su corta vida”, advirtió en una llamada registrada en octubre de 2020.

Según un dictamen del fiscal federal Diego Iglesias, funcionario que conduce la Procunar y que participó de la investigación, Rojas tenía la voluntad de hacer conocer la organización criminal que lideraría como PCF “quizá con la intención de generar en el resto de los integrantes el sentimiento de identificación y pertenencia que caracteriza a los grupos narcocriminales brasileños PCC y Comando Vermelho, como también generar temor en la sociedad en su conjunto y, principalmente, en las autoridades policiales que deben investigarla y las judiciales que deben juzgarla”.

En el universo de Rojas aparecieron vínculos directos con la organización brasileña Bala Na Cara, aliada del PCC en el sur de ese país, que en Misiones protagonizó una incursión que provocó preocupación en la Argentina. En agosto de 2018 miembros de esta organización intentaron copar la cárcel misionera de Oberá para rescatar a Vanderlei “Vando” Lopes y a su hermano Rudinei, detenidos el 29 de diciembre de 2017 en el paraje El Soberbio, fronterizo con Brasil, con un arsenal de fusiles FAL, municiones de alto poder y explosivos plásticos.

Desde el penal de Ezeiza, Loko no solo lanzaba amenazas a magistrados y a los propios miembros de su banda que no cumplen con sus designios, sino que da órdenes a sus socios en Paraguay para pasar grandes cargamentos de cocaína y marihuana para venderlos a sus contactos brasileños. Intentó comprar armas largas automáticas, como ser fusiles AR15, y hasta le ofrecieron un lanzamisiles. “Todo va para Río de Janeiro”, le contó en una conversación a un intermediario que supuestamente había contactado a un exmilitar que le conseguía cinco AR15 y una escopeta Ithaka por 10.000 dólares.

El juicio comenzó en mayo pasado. Rojas siguió las audiencias desde la cárcel de máxima seguridad de Marcos Paz, donde está alojado. Es considerado un preso de alto riesgo. Para evitar que sus “socios” intentaran un plan de rescate, el Ministerio Público Fiscal solicitó que se evitara su trasladado a Posadas y que participara del debate a distancia.

En su alegato, Uriona afirmó: “Que, esa empresa criminal, se autodenominó como PCF e intentó posicionarse en el país como una derivación del PPC , imitando su simbología y cultura popular. Que, además, se valió de distintas formas de violencia e intimidación contra propios y terceros que pudieran poner en riesgo el negocio criminal, y que esto funcionó como un método o forma de llevar a cabo las actividades de tráfico ilícito de drogas. Rojas y Campos no solo ya estaban detenidos por graves delitos, sino que, además, orquestaron y concretaron otros, de igual o mayor gravedad, desde un establecimiento penitenciario de máxima seguridad”.

“Esto recién comienza. Van a pagar todo lo que hicieron. Tírenme 100, 200 o 300 años, no me importa. El peor error de ustedes es no haberme matado todas las veces que intentaron. Ahora se van a arrepentir de haber nacido porque no tienen idea lo que tengo preparado para ustedes”, desafiaba a jueces y fiscales desde la cárcel de Ezeiza Néstor Rojas, conocido por los apodos de Loko o Negro, un sindicado capo narco que operaba desde Misiones y que se jactaba de liderar el Primer Comando de Frontera (PCF). Él pretendía emular a los brutales carteles de Brasil. Ayer fue condenado a la pena de prisión perpetua.

Las amenazas de un capo narco

La sentencia fue decidida ayer por el Tribunal Oral Federal (TOF) de Posadas, integrado por los jueces Víctor Alonso, Enrique Bosch y Fermín Cerolini. En el debate, el Ministerio Público estuvo representado por la fiscal federal Vivian Barbosa y Martín Uriona, auxiliar fiscal de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar).

Además de Rojas, Pablo Campos, un lugarteniente del capo narco, fue condenado a la pena de ocho años de cárcel.

“La prueba colectada permite sostener, sin lugar a dudas, la existencia de una organización criminal dedicada al tráfico ilícito estupefacientes, con ramificaciones en el Paraguay y Brasil, que respondía jerárquicamente a Rojas, apodado Negro, quien dirigía y financiaba las actividades desde un establecimiento penitenciario de máxima seguridad, en el que estaba detenido por otros graves delitos”, sostuvo Uriona en el alegato donde el Ministerio Público Fiscal solicitó la pena de prisión perpetua para Rojas y una condena de nueve de cárcel para Campos.

A Rojas lo condenaron por un homicidio vinculado con el almacenamiento de 2000 kilos de marihuana y las actividades criminales que llevó adelante el capo narco desde la cárcel.

Negro o Loko, nacido en Misiones, se jactaba de liderar desde el penal de Ezeiza el PCF. El recluso argumentaba en sus llamadas telefónicas, intervenidas por orden de la Justicia, que el PCF era un brazo de la megaorganización criminal brasileña Primer Comando Capital (PCC), algo de lo que nunca hubo certeza.

“Díganles a esos jueces que esto recién comienza, que van a pagar todos los que hicieron todos, uno por uno. Cuando vean, graben bien y ustedes saben lo que les estoy diciendo: la sigla PCF, graben bien, porque la van a marcar para toda la vida, el resto de su corta vida”, advirtió en una llamada registrada en octubre de 2020.

Según un dictamen del fiscal federal Diego Iglesias, funcionario que conduce la Procunar y que participó de la investigación, Rojas tenía la voluntad de hacer conocer la organización criminal que lideraría como PCF “quizá con la intención de generar en el resto de los integrantes el sentimiento de identificación y pertenencia que caracteriza a los grupos narcocriminales brasileños PCC y Comando Vermelho, como también generar temor en la sociedad en su conjunto y, principalmente, en las autoridades policiales que deben investigarla y las judiciales que deben juzgarla”.

En el universo de Rojas aparecieron vínculos directos con la organización brasileña Bala Na Cara, aliada del PCC en el sur de ese país, que en Misiones protagonizó una incursión que provocó preocupación en la Argentina. En agosto de 2018 miembros de esta organización intentaron copar la cárcel misionera de Oberá para rescatar a Vanderlei “Vando” Lopes y a su hermano Rudinei, detenidos el 29 de diciembre de 2017 en el paraje El Soberbio, fronterizo con Brasil, con un arsenal de fusiles FAL, municiones de alto poder y explosivos plásticos.

Desde el penal de Ezeiza, Loko no solo lanzaba amenazas a magistrados y a los propios miembros de su banda que no cumplen con sus designios, sino que da órdenes a sus socios en Paraguay para pasar grandes cargamentos de cocaína y marihuana para venderlos a sus contactos brasileños. Intentó comprar armas largas automáticas, como ser fusiles AR15, y hasta le ofrecieron un lanzamisiles. “Todo va para Río de Janeiro”, le contó en una conversación a un intermediario que supuestamente había contactado a un exmilitar que le conseguía cinco AR15 y una escopeta Ithaka por 10.000 dólares.

El juicio comenzó en mayo pasado. Rojas siguió las audiencias desde la cárcel de máxima seguridad de Marcos Paz, donde está alojado. Es considerado un preso de alto riesgo. Para evitar que sus “socios” intentaran un plan de rescate, el Ministerio Público Fiscal solicitó que se evitara su trasladado a Posadas y que participara del debate a distancia.

En su alegato, Uriona afirmó: “Que, esa empresa criminal, se autodenominó como PCF e intentó posicionarse en el país como una derivación del PPC , imitando su simbología y cultura popular. Que, además, se valió de distintas formas de violencia e intimidación contra propios y terceros que pudieran poner en riesgo el negocio criminal, y que esto funcionó como un método o forma de llevar a cabo las actividades de tráfico ilícito de drogas. Rojas y Campos no solo ya estaban detenidos por graves delitos, sino que, además, orquestaron y concretaron otros, de igual o mayor gravedad, desde un establecimiento penitenciario de máxima seguridad”.

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