Pobreza: pese a la aparición de algunas señales positivas, no hay indicios de recuperación en el corto plazo, según los especialistas

La medición de la Encuesta Permanentes de Hogares (EPC) del Indec, que este jueves arrojó una pobreza del 52,9% y una indigencia del 18,1%, dejó flotando una inquietud: ¿Es posible recuperar el terreno perdido de los últimos seis meses en un plazo más o menos similar?

Los especialistas consultados por LA NACION concuerdan en que los datos todavía están alcanzados por las nubes negras de los primeros meses de gestión; un tramo superado, según enseñan algunos de los síntomas moderadamente positivos detectados. Sin embargo, el optimismo se agota allí: en el corto plazo, ninguno de ellos vislumbra un retroceso significativo en el crecimiento de los más de 11 puntos de pobreza respecto a la última medición del organismo (41,7 a 52,9%).

La narrativa de Milei sufre el desgaste de una realidad indomable

El economista e investigador del Conicet Jorge Paz proyectó una simulación, con cierta vocación por la recuperación, en la que los salarios corren acompasados con la inflación.

“La pobreza baja un poquitito, pero nada”, dice sobre su estudio. “Si se conserva el poder adquisitivo de las transferencias y los salarios van, más o menos, al ritmo del aumento de los precios, puede ser que baje un poquitito más pero nada, te van a bajar dos puntos”, suma, y concluye: “Vas a necesitar un crecimiento mucho más fuerte, mucho más vigoroso para poder generar esa baja de la pobreza de los niveles en los que está ahora”.

Leopoldo Tornarolli, un economista que hizo de la pobreza su objeto de investigación dentro del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas), ve solo en lontananza una mejoría. Calcula como necesarios entre 18 y 24 meses para hacer retroceder los niveles de pobreza hacia el 40%, un orden históricamente alto de por sí.

“Para volver a eso, posiblemente necesites que salga todo bien de acá a 2025, y quizás a mediados de 2026, y por ahí puedas estar otra vez ya en el 40. Lo que necesitás es recuperar la caída del producto, que este año va a ser de unos 4 puntos”, afirma, y advierte: “42% es el valor máximo que tuvo la pobreza durante la pandemia, cuando la economía estaba prácticamente detenida”.

Ubicar la pobreza en torno al 30%, imagina, ni siquiera debería ser una opción para el presidente Javier Milei –al menos en un primer mandato– si quiere dejar a resguardo el equilibrio macro que persigue como meta principal.

Además, en ese sendero de optimismo, Tornarolli señala como probable que la distribución del ingreso devenga todavía más desigual que la de finales de 2023. “Eso te juega en contra, cuando vos tenés crecimiento, si la desigualdad es más alta, la pobreza baja menos que si la desigualdad es más baja, y en principio vas a tener una economía con un nivel de desigualdad un poco más alto que hace un par de años atrás. En ese sentido no transferís tan directamente el crecimiento en reducción de pobreza”, añade.

Martín González Rosada, director de la Maestría en Econometría en la Universidad Torcuato Di Tella, observa algunos signos levemente positivos en la recuperación de un salario que, aunque todavía sin competir, empieza a correr la carrera contra la inflación. Proyecta posible que la pobreza retroceda y se instale por debajo del 50% si la tendencia actual se prolonga, pero descree que los once puntos (de 41,7 a 52,9%) puedan recuperarse en los meses que siguen.

“Con la información que tenemos hasta finales del tercer trimestre del año se ve que los ingresos de las familias están creciendo a un ritmo aún menor al crecimiento de la Canasta Básica Total (CBT). Aún así se empiezan a acercar lentamente al crecimiento de la CBT debido a la caída en la inflación y al crecimiento de los mismos”, explica el también investigador del Centro de Investigación en Finanzas (CIF).

“Si esta situación se repite durante el cuarto trimestre del año, y es probable que sea así, la tasa de pobreza del segundo semestre debiera estar un poco por debajo del 50%, pero es muy poco probable que se recuperen los 11 puntos porcentuales de aumento que hubo entre el segundo semestre de 2023 y el primero de 2024″, apunta y agrega hacia adelante: “Para sostener la incipiente disminución de la pobreza durante el segundo semestre del año y acercarnos paulatinamente a una tasa de pobreza del 25%, se necesita que la economía empiece a crecer de forma sostenida durante al menos 10 años a un ritmo del 3% que genere empleos en el sector formal de la economía”.

Con matices, los expertos difieren cuando posan la lupa en el interior del semestre medido por el organismo público. Para Paz, la pobreza hizo cumbre en el primer trimestre y todavía no emprendió el camino de vuelta. En cambio, tanto para González Rosada como para Tornarolli hubo una leve mejoría con respecto a los primeros meses.

“El 52,9% de pobreza del primer semestre es un promedio de 55% de pobreza en el primer trimestre del año, impactado fuertemente por la aceleración de la inflación y la caída de los ingresos reales, y un 51% en el segundo trimestre, cuando la disminución de la inflación hizo que la canasta básica total (CBT) con la que se mide la pobreza aumentara a un ritmo menor y la recuperación parcial de los ingresos hizo caer la brecha”, señala González Rosada.

Tornarolli coincide, pero advierte: “De cualquier modo, ahí podés tener un poco de ruido porque usamos una muestra más pequeña que es la del trimestre y no la del semestre y entonces quizás no sea tan representativo”.

Problemas de registro

Pese a rescatar el valor de los datos del Indec como herramienta, Paz y Tornarolli descreen de su capacidad para brindar una foto nítida del fenómeno. Destacan que la medición, cuyos criterios son fijos en el tiempo, es exitosa si se quiere conocer cómo evoluciona la pobreza. No obstante, exhiben reparos con algunos de sus instrumentos metodológicos.

Como en toda encuesta, el eje central es aquello que los consultados dicen, en este caso, los ingresos que aseguran percibir. Y la estadística indica que los consultados tienden a minimizar sus ingresos, según señalan distintos especialistas. Como consecuencia, para Paz los datos no arrojan un cuadro preciso.

“No está bien medida. Hay una sobreestimación clara de la pobreza”, sentencia Paz, que se inclina a confiar en los datos que entrega la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). “Calculo que la pobreza debe estar entre el 30 y el 35%″, añade.

“Sí confío mucho en la línea de indigencia”, matiza, en referencia a los más de 18 puntos que arrojó el Indec sobre la extrema pobreza. “La distancia que hay de la línea de indigencia a la línea de pobreza es muy alta (18,1% a 52,9%). Llamativamente alta. Hay un problema técnico”, define.

Aunque concuerda, Tornarolli es más moderado. “Lo que uno tiene que hacer es tener una forma de medir que sea consistente, y no podemos decir que el subreporte haya crecido”, sostiene.

“La pobreza puede que esté sobreestimada, pero esto no quiere decir que Indec mida mal o que sea un error en la medición de la pobreza. Quiero decir, en todas las encuestas de hogares, no sólo en la de Argentina, sabemos que hay algún subreporte de ingresos de los hogares”, precisa.

El especialista señala que el desfasaje de un mes –se reportan los ingresos del pasado mes– en un contexto de alta inflación no contribuye al rigor. Entre los elementos que cree convenientes incorporar para ajustar la medición, destaca la renta implícita de la vivienda: “Ahora, en la medición da lo mismo ser propietario o no”, ejemplifica.

La medición de la Encuesta Permanentes de Hogares (EPC) del Indec, que este jueves arrojó una pobreza del 52,9% y una indigencia del 18,1%, dejó flotando una inquietud: ¿Es posible recuperar el terreno perdido de los últimos seis meses en un plazo más o menos similar?

Los especialistas consultados por LA NACION concuerdan en que los datos todavía están alcanzados por las nubes negras de los primeros meses de gestión; un tramo superado, según enseñan algunos de los síntomas moderadamente positivos detectados. Sin embargo, el optimismo se agota allí: en el corto plazo, ninguno de ellos vislumbra un retroceso significativo en el crecimiento de los más de 11 puntos de pobreza respecto a la última medición del organismo (41,7 a 52,9%).

La narrativa de Milei sufre el desgaste de una realidad indomable

El economista e investigador del Conicet Jorge Paz proyectó una simulación, con cierta vocación por la recuperación, en la que los salarios corren acompasados con la inflación.

“La pobreza baja un poquitito, pero nada”, dice sobre su estudio. “Si se conserva el poder adquisitivo de las transferencias y los salarios van, más o menos, al ritmo del aumento de los precios, puede ser que baje un poquitito más pero nada, te van a bajar dos puntos”, suma, y concluye: “Vas a necesitar un crecimiento mucho más fuerte, mucho más vigoroso para poder generar esa baja de la pobreza de los niveles en los que está ahora”.

Leopoldo Tornarolli, un economista que hizo de la pobreza su objeto de investigación dentro del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas), ve solo en lontananza una mejoría. Calcula como necesarios entre 18 y 24 meses para hacer retroceder los niveles de pobreza hacia el 40%, un orden históricamente alto de por sí.

“Para volver a eso, posiblemente necesites que salga todo bien de acá a 2025, y quizás a mediados de 2026, y por ahí puedas estar otra vez ya en el 40. Lo que necesitás es recuperar la caída del producto, que este año va a ser de unos 4 puntos”, afirma, y advierte: “42% es el valor máximo que tuvo la pobreza durante la pandemia, cuando la economía estaba prácticamente detenida”.

Ubicar la pobreza en torno al 30%, imagina, ni siquiera debería ser una opción para el presidente Javier Milei –al menos en un primer mandato– si quiere dejar a resguardo el equilibrio macro que persigue como meta principal.

Además, en ese sendero de optimismo, Tornarolli señala como probable que la distribución del ingreso devenga todavía más desigual que la de finales de 2023. “Eso te juega en contra, cuando vos tenés crecimiento, si la desigualdad es más alta, la pobreza baja menos que si la desigualdad es más baja, y en principio vas a tener una economía con un nivel de desigualdad un poco más alto que hace un par de años atrás. En ese sentido no transferís tan directamente el crecimiento en reducción de pobreza”, añade.

Martín González Rosada, director de la Maestría en Econometría en la Universidad Torcuato Di Tella, observa algunos signos levemente positivos en la recuperación de un salario que, aunque todavía sin competir, empieza a correr la carrera contra la inflación. Proyecta posible que la pobreza retroceda y se instale por debajo del 50% si la tendencia actual se prolonga, pero descree que los once puntos (de 41,7 a 52,9%) puedan recuperarse en los meses que siguen.

“Con la información que tenemos hasta finales del tercer trimestre del año se ve que los ingresos de las familias están creciendo a un ritmo aún menor al crecimiento de la Canasta Básica Total (CBT). Aún así se empiezan a acercar lentamente al crecimiento de la CBT debido a la caída en la inflación y al crecimiento de los mismos”, explica el también investigador del Centro de Investigación en Finanzas (CIF).

“Si esta situación se repite durante el cuarto trimestre del año, y es probable que sea así, la tasa de pobreza del segundo semestre debiera estar un poco por debajo del 50%, pero es muy poco probable que se recuperen los 11 puntos porcentuales de aumento que hubo entre el segundo semestre de 2023 y el primero de 2024″, apunta y agrega hacia adelante: “Para sostener la incipiente disminución de la pobreza durante el segundo semestre del año y acercarnos paulatinamente a una tasa de pobreza del 25%, se necesita que la economía empiece a crecer de forma sostenida durante al menos 10 años a un ritmo del 3% que genere empleos en el sector formal de la economía”.

Con matices, los expertos difieren cuando posan la lupa en el interior del semestre medido por el organismo público. Para Paz, la pobreza hizo cumbre en el primer trimestre y todavía no emprendió el camino de vuelta. En cambio, tanto para González Rosada como para Tornarolli hubo una leve mejoría con respecto a los primeros meses.

“El 52,9% de pobreza del primer semestre es un promedio de 55% de pobreza en el primer trimestre del año, impactado fuertemente por la aceleración de la inflación y la caída de los ingresos reales, y un 51% en el segundo trimestre, cuando la disminución de la inflación hizo que la canasta básica total (CBT) con la que se mide la pobreza aumentara a un ritmo menor y la recuperación parcial de los ingresos hizo caer la brecha”, señala González Rosada.

Tornarolli coincide, pero advierte: “De cualquier modo, ahí podés tener un poco de ruido porque usamos una muestra más pequeña que es la del trimestre y no la del semestre y entonces quizás no sea tan representativo”.

Problemas de registro

Pese a rescatar el valor de los datos del Indec como herramienta, Paz y Tornarolli descreen de su capacidad para brindar una foto nítida del fenómeno. Destacan que la medición, cuyos criterios son fijos en el tiempo, es exitosa si se quiere conocer cómo evoluciona la pobreza. No obstante, exhiben reparos con algunos de sus instrumentos metodológicos.

Como en toda encuesta, el eje central es aquello que los consultados dicen, en este caso, los ingresos que aseguran percibir. Y la estadística indica que los consultados tienden a minimizar sus ingresos, según señalan distintos especialistas. Como consecuencia, para Paz los datos no arrojan un cuadro preciso.

“No está bien medida. Hay una sobreestimación clara de la pobreza”, sentencia Paz, que se inclina a confiar en los datos que entrega la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). “Calculo que la pobreza debe estar entre el 30 y el 35%″, añade.

“Sí confío mucho en la línea de indigencia”, matiza, en referencia a los más de 18 puntos que arrojó el Indec sobre la extrema pobreza. “La distancia que hay de la línea de indigencia a la línea de pobreza es muy alta (18,1% a 52,9%). Llamativamente alta. Hay un problema técnico”, define.

Aunque concuerda, Tornarolli es más moderado. “Lo que uno tiene que hacer es tener una forma de medir que sea consistente, y no podemos decir que el subreporte haya crecido”, sostiene.

“La pobreza puede que esté sobreestimada, pero esto no quiere decir que Indec mida mal o que sea un error en la medición de la pobreza. Quiero decir, en todas las encuestas de hogares, no sólo en la de Argentina, sabemos que hay algún subreporte de ingresos de los hogares”, precisa.

El especialista señala que el desfasaje de un mes –se reportan los ingresos del pasado mes– en un contexto de alta inflación no contribuye al rigor. Entre los elementos que cree convenientes incorporar para ajustar la medición, destaca la renta implícita de la vivienda: “Ahora, en la medición da lo mismo ser propietario o no”, ejemplifica.

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