“Valiente”, “divertido”, “iconoclasta”, “proustiano”, “genial”, fueron algunos de los epítetos que usaron para describirlo los amigos y discípulos del escritor, filósofo y profesor Juan José Sebreli en la Legislatura porteña, donde se lo veló este viernes a partir de las 18. En una ironía del destino que él hubiera captado, el autor de Los deseos imaginarios del peronismo fue velado en el Salón Presidente Perón, en la planta baja del Palacio Legislativo. Sebreli, autor de una obra inigualable, falleció este viernes a los 93 años.
“Fue mi mentor desde que lo conocí, en 2002, cuando presentó Crítica de las ideas políticas argentinas″, dijo a LA NACION el analista y ensayista Álvaro Zicarelli que al llegar saludó al escritor Marcelo Gioffré y al jurista y profesor Daniel Sabsay. “Marcelo fue como un hijo para Juan José”, comentó Sabsay, amigo y vecino del autor El asedio a la modernidad. Gioffré, designado albacea por Sebreli, estuvo acompañado por su hija Magdalena en la despedida.
También se acercaron a la Legislatura porteña las escritoras Alina Diaconú, Cristina Mucci y Josefina Delgado, el exministro de Cultura Pablo Avelluto y su pareja, la directora y guionista Carolina Azzi, codirectora con Pablo Racioppi de El Olimpo vacío, recomendable documental biográfico sobre Sebreli. Racioppi recordó anécdotas con Sebreli mientras filmaban la película.
Avelluto lamentó que con la muerte del escritor y filósofo concluía el sueño que tenía de publicar un libro de Sebreli sobre su relación con el cine. “Hace más de un año los invitamos a él y a Mirtha Legrand a comer a casa, para que vieran juntos La vendedora de fantasías, dirigida por Daniel Tinayre y protagonizada por Mirtha, y la comentaran; fue divertidísimo y Mirtha quedó asombrada de los datos que tenía Juan José”, recordó Avelluto.
Gioffré, que se ocupará de ahora en más de gestionar la obra de Sebreli, anticipó que había quedado casi terminado el libro sobre liberalismo que escribían juntos y que tenía en su poder un valioso inédito: el diario de viaje por China que Sebreli escribió en 1964, cuando visitó ese país junto con el escritor Bernardo Kordon y su esposa, Marina López, y el cineasta Fernando Birri. “Veremos si a los editores les interesa”, dijo Gioffré. El editor de Penguin Random House, Roberto Montes, asistió al velatorio.
El diputado Fernando Iglesias se acercó a la Legislatura. “Fue mi maestro y mi amigo, y es la figura intelectual de mayor relevancia de las últimas décadas de la Argentina -dijo a LA NACION-. Por su originalidad y por su valentía, en un país donde estos atributos no abundan. Hay dos libros de él que tienen más de treinta años, absolutamente vigentes y anticipatorios del debate de estos tiempos. En Los deseos imaginarios del peronismo, de 1983, Sebreli pone en blanco sobre negro la irracionalidad del principal responsable de la decadencia argentina: el peronismo. En El asedio a la modernidad, de 1991, describe perfectamente el avance del relativismo cultural, cuyos hijos sufrimos hoy: el wokismo, el nacionalismo populista, el feminismo sectario, la admiración de los intelectuales occidentales por culturas enemigas de la libertad y la democracia. Tremenda demostración de la potencia de su pensamiento, la realidad argentina y la mundial se debaten hoy en las páginas escritas por Sebreli”.
También se despidieron de Sebreli el actor Luis Brandoni (”Vengo a despedir a un gran personaje de la cultura argentina, a un hombre valiente”, dijo); el director del Archivo General de la Nación, Emilio Perina; el profesor Fernando Pedrosa; la pareja conformada por el diplomático Maximiliano Gregorio-Cernadas y la periodista y gestora cultural Cecilia Scalisi; la periodista Silvia Mercado, el violinista y activista cubano Luis Alberto Mariño, el periodista y editor Jorge Sigal y el abogado y escritor Julio César Crivelli.
Crivelli, que preside la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes, reveló que Sebreli había legado al museo más importante del país el hermoso retrato pintado por Guillermo Roux. La biblioteca del “maestro Sebreli” (que efectivamente fue maestro de escuela por varios años) quedará en una institución argentina, adelantó Gioffré.
El administrador de los bienes de Sebreli, Juan Carlos Balduzzi, remarcó la importancia del Premio Nacional a la trayectoria que el escritor recibió en 2018, y que consiste en cinco jubilaciones mínimas, para afrontar los gastos que tuvo en los últimos años. “Y la presencia de Marcelo”, enfatizó. Atendían a Sebreli tres cuidadores por día.
El historiador Horacio Tarcus despide a Sebreli
El director del Centro de Investigación y Documentación de Cultura de Izquierdas (CeDInCI), el historiador Horacio Tarcus, se formó con Sebreli en los cursos privados y “semiclandestinos” que el filósofo daba en su departamento durante la dictadura. A continuación, compartimos un escrito dedicado al autor de Escritos sobre escritos, ciudades bajo ciudades.
“Es una pena que Juan José Sebreli no haya replicado el relato ‘El otro’ de Jorge Luis Borges, poniendo a dialogar en un banco de una plaza de Buenos Aires al joven autor de Buenos Aires, vida cotidiana y alienación (1964) con el Sebreli anciano que acaba de fallecer. Él también podría haber desplegado toda una serie de paradojas derivadas de este encuentro imaginario.
Juan José Sebreli en la re-inauguración del CeDInCI, 7 de abril de 2022, con Horacio Tarcus. pic.twitter.com/qfAG8bPfcw
— Gerardo Yomal (@GerardoYomal) November 1, 2024
Quien conozca a Sebreli solo por sus últimos libros, su radical oposición al aislamiento domiciliario durante la pandemia (la ‘infectadura’) y su apoyo a Milei durante el último ballotage, quedaría estupefacto con la lectura de la mayor parte de su obra. Desde su primer libro, hoy olvidado, Historia argentina y conciencia de clase (1957) hasta Apogeo y ocaso de los Anchorena (1972), pasando por Martínez Estrada, una rebelión inútil (1960), Sebreli consagró media docena de obras a desmontar los mitos fundacionales del liberalismo argentino. Por entonces, Jean-Paul Sartre estaba en el centro de su constelación intelectual. Tercer Mundo, mito burgués (1975) fue una obra teórica notable, deudora de las tesis juveniles del marxista húngaro Georg Lukács. Tanto Fútbol y masas (1981) como Los deseos imaginarios del peronismo (1983) encontraron inspiración en las tesis del marxista alemán Theodor W. Adorno.
Ninguna de estas obras, ni siquiera las más desvaídas de los últimos años, prefiguran un acercamiento a las ideas de Javier Milei. Su apoyo en diciembre pasado responde más su voluntad casi compulsiva por épateur le bourgeois, por sorprender, por aparecer regularmente en los medios desafiando lo establecido. Sebreli se inventó a sí mismo como el eterno opositor. Una suerte de demonio socrático lo llevaba a superarse a sí mismo una y otra vez. Fue peronista en la revista Contorno y ‘contornista’ en la revista Sur, activista gay en un mundo homofóbico, izquierdista en el seno de la élite liberal, crítico del populismo y del foquismo dentro la izquierda, demócrata frente a la dictadura, liberal frente a la democracia y conservador frente al liberalismo. Sin embargo, el antiintelectualismo que campea en el discurso oficial siempre le fue ajeno, en las sucesivas etapas de su vida. Fue un crítico implacable del estatismo, pero nunca fue un idólatra del mercado. Es cierto que atacó los particularismos y los nacionalismos en nombre de los valores universalistas, pero al mismo tiempo conoció y amó cada rincón singular de Buenos Aires, lamentando la pérdida de identidad cultural de las ciudades contemporáneas manifiesta en la cultura consumista e igualadora del shopping”.
“Valiente”, “divertido”, “iconoclasta”, “proustiano”, “genial”, fueron algunos de los epítetos que usaron para describirlo los amigos y discípulos del escritor, filósofo y profesor Juan José Sebreli en la Legislatura porteña, donde se lo veló este viernes a partir de las 18. En una ironía del destino que él hubiera captado, el autor de Los deseos imaginarios del peronismo fue velado en el Salón Presidente Perón, en la planta baja del Palacio Legislativo. Sebreli, autor de una obra inigualable, falleció este viernes a los 93 años.
“Fue mi mentor desde que lo conocí, en 2002, cuando presentó Crítica de las ideas políticas argentinas″, dijo a LA NACION el analista y ensayista Álvaro Zicarelli que al llegar saludó al escritor Marcelo Gioffré y al jurista y profesor Daniel Sabsay. “Marcelo fue como un hijo para Juan José”, comentó Sabsay, amigo y vecino del autor El asedio a la modernidad. Gioffré, designado albacea por Sebreli, estuvo acompañado por su hija Magdalena en la despedida.
También se acercaron a la Legislatura porteña las escritoras Alina Diaconú, Cristina Mucci y Josefina Delgado, el exministro de Cultura Pablo Avelluto y su pareja, la directora y guionista Carolina Azzi, codirectora con Pablo Racioppi de El Olimpo vacío, recomendable documental biográfico sobre Sebreli. Racioppi recordó anécdotas con Sebreli mientras filmaban la película.
Avelluto lamentó que con la muerte del escritor y filósofo concluía el sueño que tenía de publicar un libro de Sebreli sobre su relación con el cine. “Hace más de un año los invitamos a él y a Mirtha Legrand a comer a casa, para que vieran juntos La vendedora de fantasías, dirigida por Daniel Tinayre y protagonizada por Mirtha, y la comentaran; fue divertidísimo y Mirtha quedó asombrada de los datos que tenía Juan José”, recordó Avelluto.
Gioffré, que se ocupará de ahora en más de gestionar la obra de Sebreli, anticipó que había quedado casi terminado el libro sobre liberalismo que escribían juntos y que tenía en su poder un valioso inédito: el diario de viaje por China que Sebreli escribió en 1964, cuando visitó ese país junto con el escritor Bernardo Kordon y su esposa, Marina López, y el cineasta Fernando Birri. “Veremos si a los editores les interesa”, dijo Gioffré. El editor de Penguin Random House, Roberto Montes, asistió al velatorio.
El diputado Fernando Iglesias se acercó a la Legislatura. “Fue mi maestro y mi amigo, y es la figura intelectual de mayor relevancia de las últimas décadas de la Argentina -dijo a LA NACION-. Por su originalidad y por su valentía, en un país donde estos atributos no abundan. Hay dos libros de él que tienen más de treinta años, absolutamente vigentes y anticipatorios del debate de estos tiempos. En Los deseos imaginarios del peronismo, de 1983, Sebreli pone en blanco sobre negro la irracionalidad del principal responsable de la decadencia argentina: el peronismo. En El asedio a la modernidad, de 1991, describe perfectamente el avance del relativismo cultural, cuyos hijos sufrimos hoy: el wokismo, el nacionalismo populista, el feminismo sectario, la admiración de los intelectuales occidentales por culturas enemigas de la libertad y la democracia. Tremenda demostración de la potencia de su pensamiento, la realidad argentina y la mundial se debaten hoy en las páginas escritas por Sebreli”.
También se despidieron de Sebreli el actor Luis Brandoni (”Vengo a despedir a un gran personaje de la cultura argentina, a un hombre valiente”, dijo); el director del Archivo General de la Nación, Emilio Perina; el profesor Fernando Pedrosa; la pareja conformada por el diplomático Maximiliano Gregorio-Cernadas y la periodista y gestora cultural Cecilia Scalisi; la periodista Silvia Mercado, el violinista y activista cubano Luis Alberto Mariño, el periodista y editor Jorge Sigal y el abogado y escritor Julio César Crivelli.
Crivelli, que preside la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes, reveló que Sebreli había legado al museo más importante del país el hermoso retrato pintado por Guillermo Roux. La biblioteca del “maestro Sebreli” (que efectivamente fue maestro de escuela por varios años) quedará en una institución argentina, adelantó Gioffré.
El administrador de los bienes de Sebreli, Juan Carlos Balduzzi, remarcó la importancia del Premio Nacional a la trayectoria que el escritor recibió en 2018, y que consiste en cinco jubilaciones mínimas, para afrontar los gastos que tuvo en los últimos años. “Y la presencia de Marcelo”, enfatizó. Atendían a Sebreli tres cuidadores por día.
El historiador Horacio Tarcus despide a Sebreli
El director del Centro de Investigación y Documentación de Cultura de Izquierdas (CeDInCI), el historiador Horacio Tarcus, se formó con Sebreli en los cursos privados y “semiclandestinos” que el filósofo daba en su departamento durante la dictadura. A continuación, compartimos un escrito dedicado al autor de Escritos sobre escritos, ciudades bajo ciudades.
“Es una pena que Juan José Sebreli no haya replicado el relato ‘El otro’ de Jorge Luis Borges, poniendo a dialogar en un banco de una plaza de Buenos Aires al joven autor de Buenos Aires, vida cotidiana y alienación (1964) con el Sebreli anciano que acaba de fallecer. Él también podría haber desplegado toda una serie de paradojas derivadas de este encuentro imaginario.
Juan José Sebreli en la re-inauguración del CeDInCI, 7 de abril de 2022, con Horacio Tarcus. pic.twitter.com/qfAG8bPfcw
— Gerardo Yomal (@GerardoYomal) November 1, 2024
Quien conozca a Sebreli solo por sus últimos libros, su radical oposición al aislamiento domiciliario durante la pandemia (la ‘infectadura’) y su apoyo a Milei durante el último ballotage, quedaría estupefacto con la lectura de la mayor parte de su obra. Desde su primer libro, hoy olvidado, Historia argentina y conciencia de clase (1957) hasta Apogeo y ocaso de los Anchorena (1972), pasando por Martínez Estrada, una rebelión inútil (1960), Sebreli consagró media docena de obras a desmontar los mitos fundacionales del liberalismo argentino. Por entonces, Jean-Paul Sartre estaba en el centro de su constelación intelectual. Tercer Mundo, mito burgués (1975) fue una obra teórica notable, deudora de las tesis juveniles del marxista húngaro Georg Lukács. Tanto Fútbol y masas (1981) como Los deseos imaginarios del peronismo (1983) encontraron inspiración en las tesis del marxista alemán Theodor W. Adorno.
Ninguna de estas obras, ni siquiera las más desvaídas de los últimos años, prefiguran un acercamiento a las ideas de Javier Milei. Su apoyo en diciembre pasado responde más su voluntad casi compulsiva por épateur le bourgeois, por sorprender, por aparecer regularmente en los medios desafiando lo establecido. Sebreli se inventó a sí mismo como el eterno opositor. Una suerte de demonio socrático lo llevaba a superarse a sí mismo una y otra vez. Fue peronista en la revista Contorno y ‘contornista’ en la revista Sur, activista gay en un mundo homofóbico, izquierdista en el seno de la élite liberal, crítico del populismo y del foquismo dentro la izquierda, demócrata frente a la dictadura, liberal frente a la democracia y conservador frente al liberalismo. Sin embargo, el antiintelectualismo que campea en el discurso oficial siempre le fue ajeno, en las sucesivas etapas de su vida. Fue un crítico implacable del estatismo, pero nunca fue un idólatra del mercado. Es cierto que atacó los particularismos y los nacionalismos en nombre de los valores universalistas, pero al mismo tiempo conoció y amó cada rincón singular de Buenos Aires, lamentando la pérdida de identidad cultural de las ciudades contemporáneas manifiesta en la cultura consumista e igualadora del shopping”.
Intelectuales, políticos, periodistas, escritoras, cineastas y discípulos despidieron al escritor y filósofo; “Fue un crítico implacable del estatismo, pero nunca fue un idólatra del mercado”, dijo el historiador Horacio Tarcus Read More