“Pensamos una casa ideal para la rutina de nuestra familia, que en el uso interno resultara cómoda, con cada espacio aprovechado al máximo y siempre disponible para los amigos”. Así resumen Alejandro Sesto –desarrollador inmobiliario– y Florencia Illodo –broker y decoradora– el proyecto de vivienda que diseñaron y construyeron en Nordelta para ellos y sus tres hijas.
Nos centramos en que, por fuera, la casa se viera diferente de las otras. Los paneles de chapa trapezoidal le dan un toque distintivo, en contraste con el hormigón y el entorno verde.
Alejandro Sesto y Florencia Illodo, dueños de casa
Confortable y atractiva
Tras más de 20 años viviendo en la zona y acostumbrados a crear y buscar casas para otras familias, esta vez se enfocaron en lo que ellos mismos deseaban: practicidad, comodidad y puertas abiertas, una fórmula que disfrutan desde hace más de una década.
Toda la planta baja está rodeada de vegetación, cuya presencia se potenció con plantas de gran porte en el interior y en la galería.
Vista natural
Los ventanales de piso a techo, que toman todo el ancho posible del ambiente, conectan por completo el living y la galería al punto de funcionar como un gran espacio de estar.
A continuación de la cocina ubicaron la parrilla, con un espacio que hace de comedor, quincho y galería, perfecto para disfrutar todo el año.
Para el jardín trasero eligieron un paisajismo relacionado al clima más árido; por ello le dieron un papel central al olivo, plantado en un macetero revestido de lapacho.
La mejor decisión
“La cocina abierta se siente muy amplia. Tuvimos la idea de cerrarla con algo liviano, como un panel de vidrio repartido o algún ritmo de columnas. Pero no fue así y estamos muy contentos”.
En el espacio se combinan distintos materiales y texturas: una barra con frente de hormigón y tapa de Silestone, extractor cúbico (Llanos Acero), alacenas de melamina y un entelado de arpillera en el comedor.
Un S.U.M. muy usado
En la planta alta, apenas salir de la escalera, aparece un sector abierto que equiparon muy bien: “Este es uno de los espacios que más se usa: ahí miramos la tele, las chicas estudian o se juntan con amigas. Podríamos decir que es un ambiente ‘híbrido’, por los muchos usos que permite”.
En un principio, en la escalera habían instalado una baranda baja de vidrio, pero fue una de las cosas que cambiaron con los años. Ahora, el cerramiento es de piso a techo, de hierro y vidrio repartido. Para repetir el lenguaje, la pared del living tiene “perfiles” pintados.
A lo largo del pasillo, de 1,60 metros de ancho, se van abriendo los espacios privados: detrás de la primera puerta está la oficina de Alejandro, luego vienen los cuartos de las chicas, y por último la master suite.
Twist propio
Para suavizar la suite con código visual propio, revistieron la pared con paneles de bordes rehundidos, entelados en rafia negra. “Además, como el techo quedaba muy alto, pusimos listones de petiribí y de ahí colgamos lámparas a distinta altura”.
En el caso de la cama se eligió un modelo “tatami” apoyado al piso con respaldo y mesas de luz a medida incorporados de petiribí.
El balcón de la suite principal termina de forma original, con un jardín vertical y columnas de placas de Superboard. Después, maceteros de los que cuelgan más plantas.
Espejo
“Lo más buscado en Nordelta es la vista al agua. Como este es un lote interno, hicimos que la mayor parte de la casa diera a la pileta, que hicimos bien grande y clásica”, cuentan.
“Si mañana nos cansamos de la chapa, podemos cambiar la estética de la casa apenas modificando esos paneles”, explican sobre lo que se convirtió en el sello visual de la vivienda.
“Pensamos una casa ideal para la rutina de nuestra familia, que en el uso interno resultara cómoda, con cada espacio aprovechado al máximo y siempre disponible para los amigos”. Así resumen Alejandro Sesto –desarrollador inmobiliario– y Florencia Illodo –broker y decoradora– el proyecto de vivienda que diseñaron y construyeron en Nordelta para ellos y sus tres hijas.
Nos centramos en que, por fuera, la casa se viera diferente de las otras. Los paneles de chapa trapezoidal le dan un toque distintivo, en contraste con el hormigón y el entorno verde.
Alejandro Sesto y Florencia Illodo, dueños de casa
Confortable y atractiva
Tras más de 20 años viviendo en la zona y acostumbrados a crear y buscar casas para otras familias, esta vez se enfocaron en lo que ellos mismos deseaban: practicidad, comodidad y puertas abiertas, una fórmula que disfrutan desde hace más de una década.
Toda la planta baja está rodeada de vegetación, cuya presencia se potenció con plantas de gran porte en el interior y en la galería.
Vista natural
Los ventanales de piso a techo, que toman todo el ancho posible del ambiente, conectan por completo el living y la galería al punto de funcionar como un gran espacio de estar.
A continuación de la cocina ubicaron la parrilla, con un espacio que hace de comedor, quincho y galería, perfecto para disfrutar todo el año.
Para el jardín trasero eligieron un paisajismo relacionado al clima más árido; por ello le dieron un papel central al olivo, plantado en un macetero revestido de lapacho.
La mejor decisión
“La cocina abierta se siente muy amplia. Tuvimos la idea de cerrarla con algo liviano, como un panel de vidrio repartido o algún ritmo de columnas. Pero no fue así y estamos muy contentos”.
En el espacio se combinan distintos materiales y texturas: una barra con frente de hormigón y tapa de Silestone, extractor cúbico (Llanos Acero), alacenas de melamina y un entelado de arpillera en el comedor.
Un S.U.M. muy usado
En la planta alta, apenas salir de la escalera, aparece un sector abierto que equiparon muy bien: “Este es uno de los espacios que más se usa: ahí miramos la tele, las chicas estudian o se juntan con amigas. Podríamos decir que es un ambiente ‘híbrido’, por los muchos usos que permite”.
En un principio, en la escalera habían instalado una baranda baja de vidrio, pero fue una de las cosas que cambiaron con los años. Ahora, el cerramiento es de piso a techo, de hierro y vidrio repartido. Para repetir el lenguaje, la pared del living tiene “perfiles” pintados.
A lo largo del pasillo, de 1,60 metros de ancho, se van abriendo los espacios privados: detrás de la primera puerta está la oficina de Alejandro, luego vienen los cuartos de las chicas, y por último la master suite.
Twist propio
Para suavizar la suite con código visual propio, revistieron la pared con paneles de bordes rehundidos, entelados en rafia negra. “Además, como el techo quedaba muy alto, pusimos listones de petiribí y de ahí colgamos lámparas a distinta altura”.
En el caso de la cama se eligió un modelo “tatami” apoyado al piso con respaldo y mesas de luz a medida incorporados de petiribí.
El balcón de la suite principal termina de forma original, con un jardín vertical y columnas de placas de Superboard. Después, maceteros de los que cuelgan más plantas.
Espejo
“Lo más buscado en Nordelta es la vista al agua. Como este es un lote interno, hicimos que la mayor parte de la casa diera a la pileta, que hicimos bien grande y clásica”, cuentan.
“Si mañana nos cansamos de la chapa, podemos cambiar la estética de la casa apenas modificando esos paneles”, explican sobre lo que se convirtió en el sello visual de la vivienda.
Una familia de cinco integrantes construyó una vivienda con espacios perfectos para su rutina. Read More