Comienza en Córdoba el juicio por el femicidio de la estudiante de Arquitectura e influencer; el acusado confesó el crimen

CÓRDOBA.– Comenzó el juicio por el femicidio de Catalina Gutiérrez, la joven influencer de 21 años que fue asesinada el 17 de julio pasado por un amigo y compañero de facultad, concentrará la atención mediática esta semana. Desde hoy, el acusado y confeso autor del crimen, Néstor Alejandro Aguilar Soto, enfrentará a los jueces de la Cámara en lo Criminal y Correccional de 11ª Nominación y a un jurado popular.

Aguilar Soto asesinó a Gutiérrez cuando ella lo visitó en su domicilio. La habría matado después de reclamarle que no recibía de ella la atención que él pretendía. La requisitoria fiscal de elevación a juicio detalla que el imputado le habría dado golpes de puño, que la dejaron inconsciente, y posteriormente la habría ahorcado con un lazo. La causa efectiva de la muerte fue asfixia mecánica por estrangulamiento.

El tribunal técnico que encabezará el juicio contra Aguilar Soto es integrado por los camaristas Horacio Augusto Carranza, Susana Frascaroli y María Gabriela Rojas Moresi. El fiscal de Cámara, Marcelo Sicardi, estará a cargo de la acusación, en la que se atribuye a Aguilar Soto el delito de homicidio calificado por alevosía y homicidio calificado mediando violencia de género, en concurso ideal.

Como en la investigación se comprobó que la relación de Aguilar Soto y su víctima se dio en un contexto de violencia de género, “marcado por una fuerte discriminación hacia ella por su condición de mujer y ubicándose el imputado en una posición superior con respecto a Catalina”, el asesinato fue calificado como femicidio. La pena prevista para este tipo de casos es de prisión perpetua.

Dos semanas después del crimen, y ya detenido, Aguilar Soto confesó: “Yo la maté, le arruiné la vida, me arruiné la vida, arruiné las vidas de nuestras familias y estoy muy arrepentido”.

Su madre, Janette, en noviembre pasado sostuvo que a su hijo “le falló su mente”. Añadió que “lo que le pasó a Néstor pudo haberle pasado a cualquiera” y sobre la familia Gutiérrez indicó: “No nos va a alcanzar la vida para pedirles perdón”.

“No es ningún psicópata, ni tenía una obsesión, ni estaba enamorado, ni tenía algo en contra de la niña. Le pasó y es algo que lamentablemente le puede pasar al sobrino, al hijo, al novio de cualquiera. Yo no recibí ayuda y ojalá hubiera tenido la plata para pagarle un psicólogo privado”, añadió.

El hecho

El día del femicidio, Gutiérrez pasó a buscar en su Renault Clio a Aguilar Soto por su casa en Barrio Jardín. La idea era encontrarse con amigos para jugar al bowling en el shopping Patio Olmos. Él ya había ido al centro comercial y regresó porque ella no estaba; hablaron, él le recriminó la demora y la convenció de que lo pasara a buscar.

La chica llegó a las 21.35 a la casa de Aguilar Soto. Una hora después –según surge de las cámaras de seguridad– él salió de su casa y cargó el cuerpo de Gutiérrez en el auto. De acuerdo a los peritajes, Aguilar Soto mató a Catalina por asfixia mecánica. Condujo hasta el barrio Kennedy, donde dejó el vehículo y le prendió fuego. Regresó a pie a su casa.

A las 23.12, Aguilar Soto recibió una llamada de la madre de Catalina, Eleonora Vollenweider. Fingió que no la había visto. La madre estaba preocupada porque había visto que el GPS del celular de su hija señalaba que había estado cerca de la vivienda del asesino durante más de media hora.

Gutiérrez y su asesino eran compañeros en la carrera de Arquitectura en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).

Gutiérrez y su asesino eran compañeros en la carrera de Arquitectura en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Ella, hija de Marcelo Gutiérrez, un arquitecto reconocido en la ciudad, estaba de novia con otro joven. Sus compañeros señalaron que Aguilar Soto solía acosarla. La chica era muy activa y popular en las redes sociales, donde promocionaba fiestas, viajes y algunos productos.

CÓRDOBA.– Comenzó el juicio por el femicidio de Catalina Gutiérrez, la joven influencer de 21 años que fue asesinada el 17 de julio pasado por un amigo y compañero de facultad, concentrará la atención mediática esta semana. Desde hoy, el acusado y confeso autor del crimen, Néstor Alejandro Aguilar Soto, enfrentará a los jueces de la Cámara en lo Criminal y Correccional de 11ª Nominación y a un jurado popular.

Aguilar Soto asesinó a Gutiérrez cuando ella lo visitó en su domicilio. La habría matado después de reclamarle que no recibía de ella la atención que él pretendía. La requisitoria fiscal de elevación a juicio detalla que el imputado le habría dado golpes de puño, que la dejaron inconsciente, y posteriormente la habría ahorcado con un lazo. La causa efectiva de la muerte fue asfixia mecánica por estrangulamiento.

El tribunal técnico que encabezará el juicio contra Aguilar Soto es integrado por los camaristas Horacio Augusto Carranza, Susana Frascaroli y María Gabriela Rojas Moresi. El fiscal de Cámara, Marcelo Sicardi, estará a cargo de la acusación, en la que se atribuye a Aguilar Soto el delito de homicidio calificado por alevosía y homicidio calificado mediando violencia de género, en concurso ideal.

Como en la investigación se comprobó que la relación de Aguilar Soto y su víctima se dio en un contexto de violencia de género, “marcado por una fuerte discriminación hacia ella por su condición de mujer y ubicándose el imputado en una posición superior con respecto a Catalina”, el asesinato fue calificado como femicidio. La pena prevista para este tipo de casos es de prisión perpetua.

Dos semanas después del crimen, y ya detenido, Aguilar Soto confesó: “Yo la maté, le arruiné la vida, me arruiné la vida, arruiné las vidas de nuestras familias y estoy muy arrepentido”.

Su madre, Janette, en noviembre pasado sostuvo que a su hijo “le falló su mente”. Añadió que “lo que le pasó a Néstor pudo haberle pasado a cualquiera” y sobre la familia Gutiérrez indicó: “No nos va a alcanzar la vida para pedirles perdón”.

“No es ningún psicópata, ni tenía una obsesión, ni estaba enamorado, ni tenía algo en contra de la niña. Le pasó y es algo que lamentablemente le puede pasar al sobrino, al hijo, al novio de cualquiera. Yo no recibí ayuda y ojalá hubiera tenido la plata para pagarle un psicólogo privado”, añadió.

El hecho

El día del femicidio, Gutiérrez pasó a buscar en su Renault Clio a Aguilar Soto por su casa en Barrio Jardín. La idea era encontrarse con amigos para jugar al bowling en el shopping Patio Olmos. Él ya había ido al centro comercial y regresó porque ella no estaba; hablaron, él le recriminó la demora y la convenció de que lo pasara a buscar.

La chica llegó a las 21.35 a la casa de Aguilar Soto. Una hora después –según surge de las cámaras de seguridad– él salió de su casa y cargó el cuerpo de Gutiérrez en el auto. De acuerdo a los peritajes, Aguilar Soto mató a Catalina por asfixia mecánica. Condujo hasta el barrio Kennedy, donde dejó el vehículo y le prendió fuego. Regresó a pie a su casa.

A las 23.12, Aguilar Soto recibió una llamada de la madre de Catalina, Eleonora Vollenweider. Fingió que no la había visto. La madre estaba preocupada porque había visto que el GPS del celular de su hija señalaba que había estado cerca de la vivienda del asesino durante más de media hora.

Gutiérrez y su asesino eran compañeros en la carrera de Arquitectura en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).

Gutiérrez y su asesino eran compañeros en la carrera de Arquitectura en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Ella, hija de Marcelo Gutiérrez, un arquitecto reconocido en la ciudad, estaba de novia con otro joven. Sus compañeros señalaron que Aguilar Soto solía acosarla. La chica era muy activa y popular en las redes sociales, donde promocionaba fiestas, viajes y algunos productos.

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