“Es una verdad incómoda, pero, lamentablemente, lo del ‘río de los pájaros pintados’ no tiene sentido”, afirma la lingüística Yliana Rodríguez sobre el topónimo Uruguay. Junto con Adolfo Elizaincín analizó el origen y significado del nombre del río y, en definitiva, del país.
En su estudio, explican por qué algunas interpretaciones tradicionales —incluida la más famosa y poética— deberían ser descartadas y presentan sus argumentos para dos hipótesis más plausibles: Uruguay podría significar “río del urú” o “río de los caracoles”. Pero el problema va más allá: para Elizaincín, la falta de un origen claro es un reflejo de la “crisis de identidad del uruguayo medio”.
A lo largo de los años, Uruguay fue interpretado de múltiples maneras: “río del canal”, “río que brota de una cueva donde hay pájaros”, “la cola del agua”, “río afluente al del cacique”, entre otras. Sin embargo, el único consenso es que su etimología proviene del guaraní y que hace referencia al agua. La y final, que pronunciamos como una i española, en realidad, tiene un sonido diferente, más gutural. Esa ï significa “agua”; en este caso, “río”.
Así, urú gua ï podría traducirse como “un pájaro país río” o “río del país donde vive el urú”, mientras que urugua ï significaría “caracol río” o “río de los caracoles”.
Popularmente, se le atribuyó el significado de “río de los pájaros pintados”, pero no existen fuentes que respalden esta hipótesis, salvo interpretaciones literarias que perduraron en la memoria colectiva. Algunos autores intentaron justificar esta idea con una posible traducción de urú guag ï como “pájaro adorno río”, lo que habría dado lugar a “río de los pájaros pintados”. Aunque el único pájaro posiblemente mencionado es gris amarronado.
Río del urú
La realidad choca con la poesía. “Río del urú” hace referencia a un ave rechoncha y terrestre, “parecida a una gallina”, con vientre gris, espalda moteada de marrón y apenas un toque de naranja en la cabeza como único color vibrante.
Cabe hacer una salvedad: el afijo uru parece estar asociado a las aves, ya que aparece en varios nombres de pájaros. Sin embargo, la ornitología moderna señala que urú es el nombre de la especie, Odontophorus capueira, mientras que la denominación genérica para “ave” en guaraní es guira. Si quisiéramos decir “río de los pájaros”, la forma correcta sería guyray.
Pero, ¿dónde está este supuesto pájaro emblemático? En la actualidad, el urú no habita Uruguay, aunque sí se encuentra en Argentina, Paraguay y Brasil. Sin embargo, su distribución actual no descarta que estuviera presente en la región cuando el río fue bautizado, un evento cuya fecha se desconoce, pero que al menos data de la colonización española. Además, el río Uruguay se extiende más allá del territorio uruguayo, por lo que su ausencia en el país no es, según los lingüistas, un argumento suficiente para descartar esta hipótesis.
Por otro lado, Rodríguez resalta el “carácter animalista de la cultura guaraní”, es decir, la creencia en vínculos mágicos y religiosos entre los humanos y los animales. Los pájaros, en particular, tenían un fuerte simbolismo: se creía que guiaban las almas de los muertos al cielo o que eran mensajeros de los dioses.
“La antigua cultura guaraní era ágrafa —sin sistema de escritura— y, como tal, los nombres elegidos eran prácticos y fáciles de reconocer”, explica. Siguiendo esa lógica, así como un cerro chato recibió su nombre por su forma distintiva en el paisaje, el río pudo haber sido bautizado en función de lo que allí se encontraba: pájaros urú o caracoles. La diferencia es que se hallaron muchas más conchas de moluscos que rastros de estas aves, pero, según los investigadores, no se puede descartar esta hipótesis. Eso sí, entre risas, comentan: “Por sus colores, ¿el urú no tiene pinta de uruguayo?”
Río de los caracoles
La segunda hipótesis es la más aceptada —y la que tiene más “mística”, según Rodríguez, en comparación con la de “río del urú”—y sostiene que Uruguay podría traducirse como “río de los caracoles”. En este caso, “urugua” significaría “caracoles de mar” e “ï”, como ya vimos, “río”. Esta interpretación fue registrada por primera vez por el jesuita Antonio Ruiz de Montoya en 1640.
Dado que los topónimos en tiempos antiguos solían indicar fuentes de recursos, “río de los caracoles” podría hacer referencia a un área donde estos moluscos se extraían tanto para el consumo alimentario como para la fabricación de artefactos utilitarios. “Hay estudios en Uruguay que indican que los caracoles se utilizaban como herramientas o como elementos ornamentales para vivos y muertos, por lo que también podrían haber tenido un uso en rituales religiosos”, explica Rodríguez.
De cara al futuro, los investigadores señalan que es necesario llevar a cabo más estudios antropológico-lingüísticos.
Desde el punto de vista biológico, el especialista en moluscos de río Cristhian Clavijo lo tiene claro: la posible fuente de alimento mencionada por los antiguos guaraníes sería el Pomacea megastoma, el famoso caracol gigante de río. Es el gasterópodo de agua dulce más grande de Uruguay y uno de los más grandes del mundo. ¿Qué tamaño puede alcanzar? Hasta 15 centímetros, aproximadamente el tamaño de un puño.
“En la zona de Salto Grande, durante la construcción de la represa en la década de 1970, se encontraron ‘basureros’ de caparazones de Pomacea megastoma calcinados, lo que constituye una prueba concreta del uso intensivo de este recurso”, explica. A su juicio, se trataba de un alimento rico en proteínas y de fácil acceso. Además, al ser una especie endémica del río Uruguay, pudo haber funcionado como un “marcador geográfico”, una suerte de “usted está aquí” que distinguía esta región de otras, como la del río Paraná.
Un caracol, entre los más grandes del mundo
“El río Uruguay es muy antiguo, con millones de años de historia, a diferencia del río Paraná, que es relativamente joven. Hace millones de años, gran parte de la Pampa argentina estaba cubierta por el mar entrerriense, y el río Uruguay se vio parcialmente afectado por estas aguas. Esto pudo haber contribuido a su diversidad al aislar afluentes en su tramo inferior, como el río San Salvador o el río Negro, que desembocaban en un estuario o en aguas más salobres. En contraste, las aguas del Amazonas son muy ácidas, lo que dificulta la supervivencia de animales con estructuras de carbonato de calcio. Por eso, aunque el tramo del río Uruguay sea relativamente corto, alberga una gran diversidad de caracoles”, explica el biólogo Cristhian Clavijo.
Si hay que buscar inspiración para el nombre “río de los caracoles”, el Pomacea megastoma, o caracol gigante de río, es un candidato ideal. Se distingue por su caparazón globoso de color marrón claro —como en el caso del urú, las hipótesis coloridas pierden fuerza— y por su tamaño, que puede alcanzar hasta 15 centímetros, lo que lo convierte en uno de los caracoles de agua dulce más grandes de Uruguay y del mundo. Habita en fondos duros y, gracias a su gran pie, se adhiere firmemente a las rocas. Se alimenta raspando algas con su lengua especializada y suele encontrarse en las orillas, pegado a rocas o troncos.
¿Qué somos?
Además de ser una “verdad incómoda”, es posible que esta discusión nunca tenga una respuesta concluyente. Si bien Rodríguez y Elizaincín entrevistaron a hablantes nativos, es imposible saber con certeza qué variante del guaraní fue la que nombró al río hace al menos 500 años.
El “lío” lingüístico, según Elizaincín, se debe a que no se optó por una fuente latina, como ocurrió con Argentina, cuyo significado no deja dudas: el nombre proviene de argentum, que significa plata, en referencia a su ubicación geográfica junto al Río de la Plata. Rodríguez agrega: “No estaba claro cómo llamarle a esto. Era forzado. Era por lo mal parido, por decirlo de alguna manera, que fue el país”.
En tiempos coloniales, la región se llamó Banda Oriental, luego Provincia Oriental y, más tarde, Provincia Cisplatina. En 1830, se barajaron nombres como “Estado de Montevideo” o “Estado Nord Argentino” hasta que se aprobó “Estado Oriental del Uruguay”, en referencia al río. En 1918, se cambió a “República Oriental del Uruguay”.
“El problema con el nombre del país es un reflejo de que no terminamos de definir qué somos”, plantea Elizaincín. “Tenemos una identidad que no es la del argentino, ni la del paraguayo, ni la del brasileño. Nos dijeron que no somos indios, después que sí. Que somos europeos, pero no, que nos sentimos europeos. Entonces, ¿qué somos?”, reflexiona.
Por María de los Ángeles Orfila
“Es una verdad incómoda, pero, lamentablemente, lo del ‘río de los pájaros pintados’ no tiene sentido”, afirma la lingüística Yliana Rodríguez sobre el topónimo Uruguay. Junto con Adolfo Elizaincín analizó el origen y significado del nombre del río y, en definitiva, del país.
En su estudio, explican por qué algunas interpretaciones tradicionales —incluida la más famosa y poética— deberían ser descartadas y presentan sus argumentos para dos hipótesis más plausibles: Uruguay podría significar “río del urú” o “río de los caracoles”. Pero el problema va más allá: para Elizaincín, la falta de un origen claro es un reflejo de la “crisis de identidad del uruguayo medio”.
A lo largo de los años, Uruguay fue interpretado de múltiples maneras: “río del canal”, “río que brota de una cueva donde hay pájaros”, “la cola del agua”, “río afluente al del cacique”, entre otras. Sin embargo, el único consenso es que su etimología proviene del guaraní y que hace referencia al agua. La y final, que pronunciamos como una i española, en realidad, tiene un sonido diferente, más gutural. Esa ï significa “agua”; en este caso, “río”.
Así, urú gua ï podría traducirse como “un pájaro país río” o “río del país donde vive el urú”, mientras que urugua ï significaría “caracol río” o “río de los caracoles”.
Popularmente, se le atribuyó el significado de “río de los pájaros pintados”, pero no existen fuentes que respalden esta hipótesis, salvo interpretaciones literarias que perduraron en la memoria colectiva. Algunos autores intentaron justificar esta idea con una posible traducción de urú guag ï como “pájaro adorno río”, lo que habría dado lugar a “río de los pájaros pintados”. Aunque el único pájaro posiblemente mencionado es gris amarronado.
Río del urú
La realidad choca con la poesía. “Río del urú” hace referencia a un ave rechoncha y terrestre, “parecida a una gallina”, con vientre gris, espalda moteada de marrón y apenas un toque de naranja en la cabeza como único color vibrante.
Cabe hacer una salvedad: el afijo uru parece estar asociado a las aves, ya que aparece en varios nombres de pájaros. Sin embargo, la ornitología moderna señala que urú es el nombre de la especie, Odontophorus capueira, mientras que la denominación genérica para “ave” en guaraní es guira. Si quisiéramos decir “río de los pájaros”, la forma correcta sería guyray.
Pero, ¿dónde está este supuesto pájaro emblemático? En la actualidad, el urú no habita Uruguay, aunque sí se encuentra en Argentina, Paraguay y Brasil. Sin embargo, su distribución actual no descarta que estuviera presente en la región cuando el río fue bautizado, un evento cuya fecha se desconoce, pero que al menos data de la colonización española. Además, el río Uruguay se extiende más allá del territorio uruguayo, por lo que su ausencia en el país no es, según los lingüistas, un argumento suficiente para descartar esta hipótesis.
Por otro lado, Rodríguez resalta el “carácter animalista de la cultura guaraní”, es decir, la creencia en vínculos mágicos y religiosos entre los humanos y los animales. Los pájaros, en particular, tenían un fuerte simbolismo: se creía que guiaban las almas de los muertos al cielo o que eran mensajeros de los dioses.
“La antigua cultura guaraní era ágrafa —sin sistema de escritura— y, como tal, los nombres elegidos eran prácticos y fáciles de reconocer”, explica. Siguiendo esa lógica, así como un cerro chato recibió su nombre por su forma distintiva en el paisaje, el río pudo haber sido bautizado en función de lo que allí se encontraba: pájaros urú o caracoles. La diferencia es que se hallaron muchas más conchas de moluscos que rastros de estas aves, pero, según los investigadores, no se puede descartar esta hipótesis. Eso sí, entre risas, comentan: “Por sus colores, ¿el urú no tiene pinta de uruguayo?”
Río de los caracoles
La segunda hipótesis es la más aceptada —y la que tiene más “mística”, según Rodríguez, en comparación con la de “río del urú”—y sostiene que Uruguay podría traducirse como “río de los caracoles”. En este caso, “urugua” significaría “caracoles de mar” e “ï”, como ya vimos, “río”. Esta interpretación fue registrada por primera vez por el jesuita Antonio Ruiz de Montoya en 1640.
Dado que los topónimos en tiempos antiguos solían indicar fuentes de recursos, “río de los caracoles” podría hacer referencia a un área donde estos moluscos se extraían tanto para el consumo alimentario como para la fabricación de artefactos utilitarios. “Hay estudios en Uruguay que indican que los caracoles se utilizaban como herramientas o como elementos ornamentales para vivos y muertos, por lo que también podrían haber tenido un uso en rituales religiosos”, explica Rodríguez.
De cara al futuro, los investigadores señalan que es necesario llevar a cabo más estudios antropológico-lingüísticos.
Desde el punto de vista biológico, el especialista en moluscos de río Cristhian Clavijo lo tiene claro: la posible fuente de alimento mencionada por los antiguos guaraníes sería el Pomacea megastoma, el famoso caracol gigante de río. Es el gasterópodo de agua dulce más grande de Uruguay y uno de los más grandes del mundo. ¿Qué tamaño puede alcanzar? Hasta 15 centímetros, aproximadamente el tamaño de un puño.
“En la zona de Salto Grande, durante la construcción de la represa en la década de 1970, se encontraron ‘basureros’ de caparazones de Pomacea megastoma calcinados, lo que constituye una prueba concreta del uso intensivo de este recurso”, explica. A su juicio, se trataba de un alimento rico en proteínas y de fácil acceso. Además, al ser una especie endémica del río Uruguay, pudo haber funcionado como un “marcador geográfico”, una suerte de “usted está aquí” que distinguía esta región de otras, como la del río Paraná.
Un caracol, entre los más grandes del mundo
“El río Uruguay es muy antiguo, con millones de años de historia, a diferencia del río Paraná, que es relativamente joven. Hace millones de años, gran parte de la Pampa argentina estaba cubierta por el mar entrerriense, y el río Uruguay se vio parcialmente afectado por estas aguas. Esto pudo haber contribuido a su diversidad al aislar afluentes en su tramo inferior, como el río San Salvador o el río Negro, que desembocaban en un estuario o en aguas más salobres. En contraste, las aguas del Amazonas son muy ácidas, lo que dificulta la supervivencia de animales con estructuras de carbonato de calcio. Por eso, aunque el tramo del río Uruguay sea relativamente corto, alberga una gran diversidad de caracoles”, explica el biólogo Cristhian Clavijo.
Si hay que buscar inspiración para el nombre “río de los caracoles”, el Pomacea megastoma, o caracol gigante de río, es un candidato ideal. Se distingue por su caparazón globoso de color marrón claro —como en el caso del urú, las hipótesis coloridas pierden fuerza— y por su tamaño, que puede alcanzar hasta 15 centímetros, lo que lo convierte en uno de los caracoles de agua dulce más grandes de Uruguay y del mundo. Habita en fondos duros y, gracias a su gran pie, se adhiere firmemente a las rocas. Se alimenta raspando algas con su lengua especializada y suele encontrarse en las orillas, pegado a rocas o troncos.
¿Qué somos?
Además de ser una “verdad incómoda”, es posible que esta discusión nunca tenga una respuesta concluyente. Si bien Rodríguez y Elizaincín entrevistaron a hablantes nativos, es imposible saber con certeza qué variante del guaraní fue la que nombró al río hace al menos 500 años.
El “lío” lingüístico, según Elizaincín, se debe a que no se optó por una fuente latina, como ocurrió con Argentina, cuyo significado no deja dudas: el nombre proviene de argentum, que significa plata, en referencia a su ubicación geográfica junto al Río de la Plata. Rodríguez agrega: “No estaba claro cómo llamarle a esto. Era forzado. Era por lo mal parido, por decirlo de alguna manera, que fue el país”.
En tiempos coloniales, la región se llamó Banda Oriental, luego Provincia Oriental y, más tarde, Provincia Cisplatina. En 1830, se barajaron nombres como “Estado de Montevideo” o “Estado Nord Argentino” hasta que se aprobó “Estado Oriental del Uruguay”, en referencia al río. En 1918, se cambió a “República Oriental del Uruguay”.
“El problema con el nombre del país es un reflejo de que no terminamos de definir qué somos”, plantea Elizaincín. “Tenemos una identidad que no es la del argentino, ni la del paraguayo, ni la del brasileño. Nos dijeron que no somos indios, después que sí. Que somos europeos, pero no, que nos sentimos europeos. Entonces, ¿qué somos?”, reflexiona.
Por María de los Ángeles Orfila
Lingüistas proponen dos hipótesis y revelan cómo el origen de un nombre puede revelar las complejidades de una nación Read More