Cayó por una pelea callejera y descubrieron que usaba identidades falsas para evitar la captura por un homicidio

Cuando los efectivos de la Policía de la Ciudad intervinieron en lo que se suponía era una pelea callejera no sabían la sorpresa que emergería del arresto del hombre que golpeaba con dureza a su víctima, derribada e indefensa, en el barrio porteño de Balvanera. El agresor aportó su identificación en el momento de ser detenido. Pero el nombre que usaba era una pantalla creada para ocultar su identidad. Y no era la primera vez que se creaba una vida falsa para tapar sus fechorías. La fiscalía ya detectó al menos diez apellidos vinculados a las huellas dactilares de ese hombre. En todos los casos, cambiaba de identidad cada vez que se abría una causa penal en su contra. También rotaba de distrito para evitar comparasen registros penales. Esta vez, se le acabó la suerte.

A Cristián Víctor Giménez, tal la identificación real que pudo determinar la Justicia sobre este camaleónico delincuente, se lo buscaba por homicidio. Ahora suma una causa por intento de asesinato, por la que se decidió su prisión preventiva.

Esa medida fue dispuesta por el Juzgado N°18 en una audiencia realizada el jueves 24 de abril, a solicitud de la Fiscalía N°12, a cargo de Sebastián Fedullo.

Fuentes de la investigación informaron a LA NACION que el hecho por el que fue apresado Giménez, de 31 años, ocurrió el pasado 17 de abril, cuando intentó matar a golpes a otro hombre. La Unidad de Flagrancia Este, ordenó su detención y calificó el hecho como tentativa de homicidio.

Al comparar las fichas dactiloscópicas de Giménez se descubrió que se correspondían con las huellas de un imputado en otra causa, pero que figuraba bajo otro nombre y apellido.

La causa mencionada es llevada adelante por la Fiscalía N°12, por un hecho ocurrido en el barrio de Balvanera en el cual el imputado agredió de manera sorpresiva a un hombre en la calle al darle un golpe de puño en el rostro y luego numerosos otros golpes en la cabeza con sus puños y pies, provocándole politraumatismos, doble fractura del maxilar inferior y fractura de huesos de la cara.

Por ese episodio, y según la certificación médico legal, se calificó el hecho como lesiones graves. El delincuente, además, tenía otra causa por amenazas a otra persona en un supermercado de la zona, a quien le dijo que le iba a pasar lo mismo que al agredido.

Ante el descubrimiento de las huellas dactilares, la Fiscalía N°12 solicitó un informe de cotejo de las fichas dactiloscópicas al Registro Nacional de las personas (Renaper). Este organismo informó que las huellas del detenido se correspondían con la de una persona con más de 10 causas -entre ellas algunas por robo y homicidio-, casi todas bajo nombres diferentes que utilizaba. El homicidio por el cual tiene el pedido de captura ocurrió en San Luis. Informaron fuentes de la investigación a LA NACION

Con el resultado del informe, la Fiscalía n°12 dispuso una rueda de reconocimiento con víctimas de los casos mencionados, en la cual se logró individualizar al imputado e identificarlo bajo su nombre real.

Con los antecedentes acreditados, el fiscal Sebastián Fedullo solicitó la prisión preventiva del detenido, pedido que fue aceptado y dispuesto por el juez Ricardo Baldomar.

El uso de identidades múltiples tiene algunos antecedentes en nuestro país. Por ejemplo, en Santa Fe fue detenido hace dos años un hombre que incluso había cumplido condenas en varias provincias con apellidos diferentes. Esa situación permitía que no sumase más de una causa con cada identidad y al evitar la reincidencia obtenía excarcelaciones rápidas.

Otro episodios de características similares se conoció en 2015. En abril de ese año el Tribunal Oral Federal (TOF) de Santiago del Estero condenó a Rafaela Gill a la pena de seis años de prisión. La habían hallado culpable del delito de transporte de estupefacientes. La mujer, por cuestiones personales, recibió el beneficio de la prisión domiciliaria, que debía cumplir en una casa de San Miguel de Tucumán. Pero un año y diez meses después de aquella sentencia se fugó. En plena búsqueda, las fuerzas de seguridad creyeron haberla encontrado en la provincia de Buenos Aires. Fue entonces, cuando fueron a detenerla, que descubrieron que la narcotraficante había engañado durante todo el proceso al sistema judicial argentino.

Esa Rafaela Gill no era la persona que debía estar tras las rejas. Su identidad había sido usada por la verdadera delincuente, que circulaba por el país sin tener pedido de captura. El tribunal debió rectificar la sentencia e identificar a la narcotraficante condenada como “NN”.

Tras una investigación de la Secretaría de Búsqueda y Capturas, dependiente de la Unidad Fiscal Especializada en Investigación Criminal Compleja (Ufecri), y de la División Asuntos Internacionales del Departamento Interpol de la Policía Federal Argentina (PFA) se logró ponerle nombre y apellido a la verdadera contrabandista de drogas: Primitiva Hilanco Condorí, boliviana, de 39 años.

Cuando los efectivos de la Policía de la Ciudad intervinieron en lo que se suponía era una pelea callejera no sabían la sorpresa que emergería del arresto del hombre que golpeaba con dureza a su víctima, derribada e indefensa, en el barrio porteño de Balvanera. El agresor aportó su identificación en el momento de ser detenido. Pero el nombre que usaba era una pantalla creada para ocultar su identidad. Y no era la primera vez que se creaba una vida falsa para tapar sus fechorías. La fiscalía ya detectó al menos diez apellidos vinculados a las huellas dactilares de ese hombre. En todos los casos, cambiaba de identidad cada vez que se abría una causa penal en su contra. También rotaba de distrito para evitar comparasen registros penales. Esta vez, se le acabó la suerte.

A Cristián Víctor Giménez, tal la identificación real que pudo determinar la Justicia sobre este camaleónico delincuente, se lo buscaba por homicidio. Ahora suma una causa por intento de asesinato, por la que se decidió su prisión preventiva.

Esa medida fue dispuesta por el Juzgado N°18 en una audiencia realizada el jueves 24 de abril, a solicitud de la Fiscalía N°12, a cargo de Sebastián Fedullo.

Fuentes de la investigación informaron a LA NACION que el hecho por el que fue apresado Giménez, de 31 años, ocurrió el pasado 17 de abril, cuando intentó matar a golpes a otro hombre. La Unidad de Flagrancia Este, ordenó su detención y calificó el hecho como tentativa de homicidio.

Al comparar las fichas dactiloscópicas de Giménez se descubrió que se correspondían con las huellas de un imputado en otra causa, pero que figuraba bajo otro nombre y apellido.

La causa mencionada es llevada adelante por la Fiscalía N°12, por un hecho ocurrido en el barrio de Balvanera en el cual el imputado agredió de manera sorpresiva a un hombre en la calle al darle un golpe de puño en el rostro y luego numerosos otros golpes en la cabeza con sus puños y pies, provocándole politraumatismos, doble fractura del maxilar inferior y fractura de huesos de la cara.

Por ese episodio, y según la certificación médico legal, se calificó el hecho como lesiones graves. El delincuente, además, tenía otra causa por amenazas a otra persona en un supermercado de la zona, a quien le dijo que le iba a pasar lo mismo que al agredido.

Ante el descubrimiento de las huellas dactilares, la Fiscalía N°12 solicitó un informe de cotejo de las fichas dactiloscópicas al Registro Nacional de las personas (Renaper). Este organismo informó que las huellas del detenido se correspondían con la de una persona con más de 10 causas -entre ellas algunas por robo y homicidio-, casi todas bajo nombres diferentes que utilizaba. El homicidio por el cual tiene el pedido de captura ocurrió en San Luis. Informaron fuentes de la investigación a LA NACION

Con el resultado del informe, la Fiscalía n°12 dispuso una rueda de reconocimiento con víctimas de los casos mencionados, en la cual se logró individualizar al imputado e identificarlo bajo su nombre real.

Con los antecedentes acreditados, el fiscal Sebastián Fedullo solicitó la prisión preventiva del detenido, pedido que fue aceptado y dispuesto por el juez Ricardo Baldomar.

El uso de identidades múltiples tiene algunos antecedentes en nuestro país. Por ejemplo, en Santa Fe fue detenido hace dos años un hombre que incluso había cumplido condenas en varias provincias con apellidos diferentes. Esa situación permitía que no sumase más de una causa con cada identidad y al evitar la reincidencia obtenía excarcelaciones rápidas.

Otro episodios de características similares se conoció en 2015. En abril de ese año el Tribunal Oral Federal (TOF) de Santiago del Estero condenó a Rafaela Gill a la pena de seis años de prisión. La habían hallado culpable del delito de transporte de estupefacientes. La mujer, por cuestiones personales, recibió el beneficio de la prisión domiciliaria, que debía cumplir en una casa de San Miguel de Tucumán. Pero un año y diez meses después de aquella sentencia se fugó. En plena búsqueda, las fuerzas de seguridad creyeron haberla encontrado en la provincia de Buenos Aires. Fue entonces, cuando fueron a detenerla, que descubrieron que la narcotraficante había engañado durante todo el proceso al sistema judicial argentino.

Esa Rafaela Gill no era la persona que debía estar tras las rejas. Su identidad había sido usada por la verdadera delincuente, que circulaba por el país sin tener pedido de captura. El tribunal debió rectificar la sentencia e identificar a la narcotraficante condenada como “NN”.

Tras una investigación de la Secretaría de Búsqueda y Capturas, dependiente de la Unidad Fiscal Especializada en Investigación Criminal Compleja (Ufecri), y de la División Asuntos Internacionales del Departamento Interpol de la Policía Federal Argentina (PFA) se logró ponerle nombre y apellido a la verdadera contrabandista de drogas: Primitiva Hilanco Condorí, boliviana, de 39 años.

 Detectaron que tiene más de diez causas abiertas con diferentes apellidos  Read More